Los saunas son más conocidos entre deportistas porque favorece la recuperación muscular luego de los entrenamientos, pero además de promover la relajación del cuerpo tiene otros beneficios más, por eso te contamos todo lo que necesitas saber sobre estos baños de vapor.

Esta práctica era realizada por numerosos pueblos antiguos, desde las banyas de la antigua Rusia, los mushi-buro en Japón o los temazcales aztecas son solo algunos ejemplos, y que su implementación haya perdurado a través de los siglos está ligado a las bondades de realizarlo.

Existen dos tipos de saunas: el seco, también llamada sauna finlandesa, y el sauna húmedo o baño turco. El primero utiliza una temperatura muy alta y una humedad por debajo del 20%, mientras que el segundo implementa una temperatura menor pero con mayor humedad.

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Entre sus beneficios se destacan que promueve la salud del corazón, según afirma un estudio realizado durante el 2018 por investigadores del Reino Unido, Estados Unidos y Finlandia. Determinaron que, basado en datos de 2.277 hombres, las personas que realizan esta práctica y no tienen ninguna afección tienen menos riesgo de “padecer eventos cardiovasculares fatales”.

Por otro lado, como el ritmo cardiaco aumenta por las altas temperaturas, a largo plazo, tiene efectos positivos similares a los de hacer ejercicio moderado, según explica un informe publicado por Complementary Therapies in Medicine.

Muchos centros de estética y spa invierten para tener saunas gracias a que proporciona interesantes resultados sobre la piel, además de que ayuda a eliminar la tensión y el estrés. El vapor que generan estas habitaciones hace que los poros de la piel se abran, permitiendo la expulsión de impurezas y toxinas que dañan la dermis.

También ayuda a remover las células muertas, combatir el acné, suavizar, estimular la circulación y oxigenación de la piel. Si a esto le sumamos la aplicación de mascarillas antioxidantes luego de la sesión, estaremos realizando una poderosa rutina anti-age.

Si bien numerosos estudios científicos probaron sus beneficios, lo cierto es que para realizarse lo mejor es tener un apto físico y la aprobación de un médico, además que las sesiones tienen que estar supervisadas y deben ser de corta duración.

Esta práctica está contraindicada para personas con problemas de hipertensión, afecciones cardíacas, diabetes y mujeres embarazadas. Tampoco se recomienda en el caso de haber realizado actividad física muy intensa, lo ideal es esperar a que el ritmo cardiaco vuelva a los niveles de reposo.

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