“Quiero contar lo que viví estos últimos días como mamá. Para que comprendan todo el sufrimiento que estos chicos causaron en mi familia”, comienza la carta abierta donde Clementine Gayet, mamá de Benjamín Zapag, cuenta los momentos más difíciles que pasó con su hijo luego de haber recibido la brutal golpiza en una discoteca asuncena el pasado 5 de noviembre.

“Esa madrugada recibí un llamado. Era Pedro, nuestro chofer, comunicando que los compañeros de ‘Benja’ le llamaron contando que le habían pegado dentro de Morgan. Traele rápido a casa, le dije. Nosotros no teníamos información sobre la gravedad de los golpes que había recibido”, relata la nota.

“‘Benja’ nos explicó lo que le había pasado y que en realidad no fue una pelea, sino que fue agredido. Entonces le metí a la ducha porque su nariz no paraba de sangrar. Pensé que la ducha le iba a reanimar. Lo acostamos en la cama y le puse hielo en la cara para tratar de tranquilizarle, ahí comenzó a vomitar y me dijo que no aguantaba el dolor. Ante tal situación decidimos ir al Migone”, narra en otra parte de la misiva.

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“Nos recibieron y ahí notamos que su cara y su ojo estaban más hinchados. Nos dijeron que teníamos que hacerle una tomografía. Jamás me imaginé que mi hijo tendría la cara destrozada por dentro”, subraya.

“Cuando volvimos a la sala de recuperación la médica de guardias se acercó y nos explicó los resultados de las imágenes de la tomografía. (Ahí mi corazón de madre se partió, me sentí tan mal porque lo había retado por lo ocurrido y que el vómito era causa de los golpes que había recibido)”, acota.

“La misma doctora nos preguntó si contamos con un equipo médico para la cirugía. Nosotros en ese momento y después de recibir esa terrible noticia no teníamos idea y le pedimos ayuda al equipo de urgencias del Migone, que ellos nos recomienden a los profesionales. Desde ese momento pusimos todo en manos de Dios”, expone en la carta.

“El Dr. Rubén Ayala nos dijo que la operación duraría aproximadamente unas 2 horas y media. Esas fueron las horas de espera más largas de mi vida. Mientras esperábamos recibimos una llamada de la sala de operaciones, era el Dr. avisando que la operación iba a durar más tiempo, porque al abrir la cara notaron que la situación era peor de lo que se apreciaba en la imagen de tomografía. En ese momento me entró una desesperación y una impotencia, trataba de mantenerme tranquila, toda la familia incluyendo a mi hijo menor Agustín estaba a mi lado. No se imaginan el alivio que sentí cuando ‘Benja’ volvió a la habitación”, señala.

“Espero que todo este tormento que estamos viviendo como familia sirva de ejemplo para que otros jóvenes no sufran agresiones injustificadas como en el caso de ‘Benja’ y se haga justicia para que ninguna familia padezca este dolor”, finaliza el relato.


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