“Pareciera que no hay lugar para el futuro en esta campaña”, coincidieron en decir a este corresponsal tres activos dirigentes políticos del peronismo consultados acerca de la marcha del proceso electoral que tendrá completa su primera etapa el venidero domingo 22 de octubre cuando se desarrollen las elecciones presidenciales para relevar el 10 de diciembre próximo al presidente Alberto Fernández y a la vicepresidenta Cristina Fernández que completarán sus mandatos ese día.

“Todo es coyuntural”, añadieron los requeridos que –como ya es de práctica en este país– exigen reserva acerca de sus identidades. Miedo y precaución. “Devaluación, atraso salarial, bonos para completar los devaluados ingresos de trabajadores en blanco por fuera de los acuerdos paritarios, el dólar que se dispara una y otra vez para que el valor del informal se ubique en USD 730 por unidad y, por si fuera poco, se anuncia que los aumentos en las tarifas –que se acordaron con el Fondo Monetario Internacional (FMI)– se concretarán después de las elecciones. “¿Cómo será el día después de votar?”. Silencio reflexivo. Solo uno de los interlocutores, con voz trémula, recuerda que Sergio Massa, ministro de Economía y candidato presidencial de la coalición oficialista Unión por la Patria (UP), “no es economista” y que “no tiene otra salida más que la de obedecer a Cristina para intentar entrar en una segunda vuelta frente a Javier Milei, porque sería indigerible para la enmudecida lideresa patagónica ser eventualmente relevada por la candidata de la principal coalición opositora Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, impulsada por el expresidente Mauricio Macri (2015-2019)”. Complejo. Especialmente porque no fueron escasos los intendentes y gobernadores que, cuando las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) del pasado 13 de agosto –como lo denunció públicamente el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni– aportaron parte de sus estructuras clientelares a Javier Milei, líder sin oposiciones internas en el partido La Libertad Avanza que fundó y ahora trepidan porque Javier, sin estructuras ni cuadros, resultó ser el más votado, aunque sin llegar al 30 % de las voluntades electorales. Interesante.

De hecho, Milei capturó el 29,86 % de los votos; Bullrich el 28 % y Massa el 27,28 %. Ajustado “triple empate técnico” en la más verdadera de las encuestas que circulan. Entre Javier y Sergio hay una diferencia a favor del primero de solo 2,58 %. Sobre Patricia, la simpatía de las urnas para el libertario es de apenas 1,86 % (456.303 votos) y sobre el tercero de 633.202. ¿Hay claros ganadores? “Definitivamente no, y puede pasar cualquier cosa entre los tres primeros”, sostienen dos encuestadores que –por cuestiones laborales y compromisos de confidencialidad– prefieren no ser identificados. Comprensible. Especialmente si se hace foco sobre datos concretos. Sobre poco más de 35 millones de personas habilitadas para votar, cerca de 10 millones incumplieron, no votaron; 1,35 millones (5,51 %) votaron en blanco, y 309.807 de los votos (1,24 %) fueron nulos. Nada está dicho.

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Y seguramente por esa razón es que los movimientos de los principales candidatos y sus operadores son intensos. En ese contexto, sobre destacados economistas se concentran todas las miradas sociales. Al economista y candidato Milei, desde Juntos por el Cambio, le oponen para debatir a Carlos Melconián, quien lidera el área de investigaciones económicas de la Fundación Mediterránea, uno de los más influyentes tanques de ideas locales con proyección regional. El oficialismo, por su parte, lo confronta con Massa que pareciera no disponer de herramientas y/o argumentos suficientes para oponerse. Los resultados de la que aparece como inadecuada gestión lo contradice y transforma literalmente en increíble porque, como ministro –sin que Alberto F. y Cristina F. lo acompañen ni respalden con firmeza al igual que gobernadores, intendentes y parlamentarios propios– opera como candidato. Pareciera que sus preocupaciones de gestión solo se centran sobre los movimientos tácticos y estrategias de Milei y Bullrich. Patético, insensible e irresponsable.

Innumerables operaciones de posicionamiento se lanzan desde los lugares de trabajo de los tres principales candidatos. Los estrategas profesionales que trabajan para ellos no descansan. Especialmente los que lo hacen para Milei que procuran invisibilizar que –hasta aquí– el libertario carece de estructuras que puedan gestionar holgadamente sus propuestas presidenciales. ¿Cómo lo haría si fuera presidente? De hecho, y como ejemplo, en la semana que pasó la totalidad de las medidas que adoptó el ministro y candidato Massa para intentar paliar la situación económica y social después de la devaluación, gobernadores, intendentes, empresarios –sin distinción de posicionamientos ideológicos– las rechazaron y sin disimulos informaron que no podrán o no cumplirán con ellas. “Detrás de Sergio hay gobernadores, senadores, diputados, empresarios y dirigentes sindicales que por arriba y por abajo de la mesa dicen acompañarlo y, pese a ello, Massa no puede”, sostiene sin vueltas un categorizado operador oficialista a La Nación y pregunta: “¿Podrá hacerlo Milei, sin ningún recurso parlamentario o institucional? ¿Cómo construirá su imperium para disponer y hacer cumplir?”

Trascendidos de todo color atraviesan el espacio comunicacional. El más descabellado da cuenta –con insistencia– que el expresidente Macri se reunió con Milei en la casa de un periodista audiovisual de buena relación con ambos “para conversar sobre la crisis argentina”. Tan incomprobable como improbable. Pero circula con insistencia. ¿Usted cree que puede haber un batacazo, un cambio de época en las elecciones de octubre? “Después del triple empate –Milei, Bullrich, Massa– creo que lo único claro es que a una buena porción de la sociedad le importa muy poco tener certezas. Aquello de lo malo conocido por lo bueno por conocer, en esta situación, no parece importarle a mucha gente, hasta ahora. Pero esa sensación es parte de sostenidas operaciones para construir ese sentido común sobre que, con lo de siempre, no hay futuro”, sostienen los encuestadores innombrables a los que se alude más arriba. Nada nuevo, por cierto. Pero potenciado. Todo hace pensar, sin embargo, que hay dudas y resistencias, pero subyacen debajo de múltiples sensores. Pese a ello, un sector de la Iglesia católica a través de los que se conocen como “curas villeros” con la anuencia y respaldo del arzobispo primado de la Argentina, Jorge García Cuerva, celebraron una misa para desagraviar al papa Francisco que, según el criterio de esos religiosos, fue reiteradamente insultado por Milei. Disidencia clara. Tal vez el hecho de que la sociedad tenga delante de sí, aunque con matices, tres opciones de derecha sin progresismos para confrontar hagan que todo sea más complejo. Pero tampoco es en el único lugar del mundo donde se verifican estos dilemas.

Algunas semanas atrás en Estados Unidos con Donald Trump nuevamente en carrera para regresar a la Casa Blanca, el periodismo y una buena parte de la sociedad se preguntaba “qué haremos” con él. En este país, al señor Milei se lo presenta con puntos de contacto con el expresidente de Brasil Jair Bolsonaro y con el prontuariado Donald. El señalado deja correr. En EE. UU., semanas atrás, el periodismo independiente, con Trump en campaña, se preguntó y preguntó: “¿Dejaremos pasar nuevamente sus mentiras (fake news), sus agresiones, sus destratos, su desprecio por la Constitución y las leyes?” Seguramente la situación en Argentina es bien diferente. Pero, quizás, el debate ético y social no se encuentre tan lejos. Claramente, el debate público –aunque no lo parezca– va mucho más allá de elegir quién será presidente. Pero el debate de lo vacuo parece taparlo todo. El poco tiempo para decidir no solo urge a las y los candidatos.

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