Muchas pymes familiares se caracterizan por la carencia de separación de papeles, donde la mezcla empresa, propiedad y familia es casi total.

No obstante y teniendo en cuenta que muchos paradigmas han cambiado, hoy día una gran parte del empresariado familiar ha entendido el mensaje de la importancia estratégica de la separación de roles.

El principal problema que muchas veces se suscita con las pequeñas empresas familiares deriva de la limitada dimensión, y ante la aparición de una nueva competencia con un enfoque estratégico diferente.

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El comercio minorista en manos de familias empresarias han sufrido con la aparición masiva de grandes superficies comerciales, que han tenido un mayor nivel de aceptación de parte del público, dado los cambios en los gustos y tendencias que se dan actualmente.

La mejor infraestructura de estas, junto a una mayor estructura organizacional les permiten tener un desarrollo más ordenado cualitativa y cuantitativamente, lo cual se refleja en precios de ventas más competitivos además de una mayor variedad de gama de productos comercializados.

Es sabido que la aparición de los grandes supermercados hicieron nacer en los consumidores lo que se denomina compra festiva, donde la familia semanalmente realiza sus compras y además aprovechar para almorzar o cenar en los patios de comidas que puedan tener.

Son aquellos comerciantes que debido a su mayor capacidad adquisitiva, han podido innovar ofreciendo a los clientes un servicio de mayor calidad, enfocado a una reinvención permanente.

En las tradicionales pymes familiares prima la tradición frente a la innovación, donde todo se sigue haciendo casi de la misma forma, salvo que los hijos con una mentalidad distinta les empiecen a dar un enfoque estratégico/comercial distinto.

Si en la tradición encontramos elementos que aportan ventajas competitivas y comparativas a la empresa obviamente no podrían ser reparados, pero tengamos en cuenta que el entorno competitivo dinámico y cambiante son los que definen las coordenadas que deben seguirse para mantenerse “con vida” dentro del mercado.

Si no somos lo necesariamente proactivos y nos limitamos a reaccionar cuando los problemas ya los tenemos encima nuestro, es probable que podamos quedar fuera del escenario competitivo.

Muchas veces los cambios dentro del mercado no acontecen abruptamente, sino que se constituye en un fenómeno continuado en el tiempo.

Sin embargo la escasez de recursos que les permitan poder afrontar el día a día les impiden poder percibir que las reglas del juego han cambiado, y algo distinto debe hacerse para afrontar con chances de éxito lo que demanda actualmente nuestro mercado doméstico.

No podemos negar que la dificultad que enfrentan muchas empresas familiares para incorporar nuevas tecnologías en entornos altamente competitivos como el actual, se constituyen para los que si los pueden en ventajas competitivas que les permiten alcanzar importantes cotas de eficiencia y eficacia.

Por ejemplo para cualquier joven actual, la manera más lógica y casi única de saber algo acerca de una empresa es visitar su página web.

El problema de muchas pymes familiares es que su propietario con planteamientos menos vanguardistas perciben a la web como un mal necesario sin percatarse de que es por allí donde va a ser juzgado por sus clientes, proveedores, empleados y también por sus potenciales consumidores.

En muchas de estas empresas priman la intuición sobre la estrategia y lo informal sobre lo formal, donde las empresas no tienen definido una estrategia formalmente definida, sino que actúan movidas por los resortes de la acción-reacción, e incluso muchas de ellas no reaccionan a ningún impulso.

De allí que la importancia de capacidad de reacción, sumado a la flexibilidad para atender nuevas situaciones que se les puedan presentar constituyen valores agregados destacados en cualquier empresa.

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