Aldo Mariategui, analista peruano.

Como un amigo conquistado por el encanto de Paraguay, quisiera advertirles a sus ciudadanos sobre las terribles amenazas a su estabilidad política y económica que se pueden volver realidad si no hay la debida cabeza fría. Baste observar el mapa para percatarse que Sudamérica entera está pasando por un momento político muy complicado. Brasil está por volver a caer en las garras de la cleptocracia izquierdista de Lula, quien corrompió y remeció a la mayor parte de los países del área en complicidad con las constructoras brasileñas. Argentina sigue consumida por el cáncer del peronismo, en su peor variante (kirchnerismo), y nadie garantiza que este viejo tumor sea extirpado en las siguientes elecciones, aunque haya esperanzas. Chile pasó de ser el mejor -por lejos- de la clase a ser presidido por una juvenil e inexperta banda de “neohippies” izquierdistas, cuya impericia ha provocado que la aprobación de Boric esté en caída libre a menos de un trimestre de haber asumido. Su convención constituyente está por parir un engendro que va a instituir varios países dentro de Chile y a destruir la sólida institucionalidad chilena (aunque podría ser que esta nueva Constitución sea rechazada en su referéndum convalidatorio). Colombia se desplomaría al abismo este 29 de mayo próximo si es que elige al chavistoide Gustavo Petro, un Nicolás Maduro menos primitivo. Pésimo alcalde de Bogotá, es increíble que un cubanófilo como ese esté a un paso de ser presidente, al menos que el derechista “Fico” Gutiérrez logre forzar una segunda vuelta y consiga el milagro de derrotarle. Ecuador pareció sortear la ola roja cuando Lasso logró inesperadamente la presidencia en segunda vuelta. Pero su falta de mayoría en el Congreso provocó que su vital Ley de Inversiones -una legislación que buscaba desmontar el estatismo correísta- fuera rechazada por el Congreso unicameral, lo que ha herido de muerte a su gestión. El mismo uruguayo Lacalle acaba de ganarle por un pelo a la izquierda un referéndum legislativo; una derrota hubiese dejado muy maltrecho a su mandato. Bolivia ya es un caso perdido y Venezuela un estado fallido, mientras que Perú sigue atrapado por un Ejecutivo semianalfabeto, corrupto, inepto y con ganas de volver una Cuba al país. Y casi todos estos países andan sufriendo un aumento impresionante del crimen callejero.

Súmesele a este panorama regional la desestabilizante guerra en Ucrania, la inflación mundial post-COVID por shock de oferta, la subida de las tasas de interés de EEUU (que encarecerá las deudas mundiales y puede traer una recesión) y los inquietantes problemas chinos con la peste y su sector inmobiliarios para constatar que el mar viene muy picado.

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Actualmente y con todos sus problemas, Paraguay es un oasis envidiable en la región por su estabilidad política y económica, la lejanía de la izquierda del poder, su baja delincuencia y su paz social. ¡Consérvenlo así! Voten con la cabeza fría en sus próximas elecciones generales. Olvídense de la izquierda, que solo ha traído atraso, miseria y conflictividad a sus vecinos. Olvídense también de los viejos políticos encantadores de serpientes y de los populistas que prometen absurdos. No apuesten tampoco por outsiders aventureros, sin partidos, sin parlamentarios y sin cuadros. Voten básicamente por alguien sensato, con respaldo partidario, con cuadros técnicos y sobre todo, que tenga conocimientos sólidos de economía, pues es hora de cerrar bien las escotillas a fin de atravesar lo menos dañados posible esta feroz tormenta mundial.

De todos los que observo en vitrina, Santiago Peña es por lejos el mejor.

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