Varios países europeos comienzan a flexibilizar todas las restricciones contra el COVID-19. Esto se debe en buena medida al gran número de vacunas aplicadas a la población, llegando en algunos casos a más del 70% de cobertura con la tercera dosis.
La tercera dosis es necesaria. En Australia se considera a una persona completamente vacunada, solo cuando tiene su tercera dosis. El Reino Unido comenzó a liberar restricciones debido al alto número de personas vacunadas, no solo con las 2 dosis (alrededor de 85% de la población cuenta con dos dosis), sino también con la dosis de refuerzo (65.5% de la población).
La recomendación de una tercera dosis se dio, debido a una caída en los niveles de anticuerpos (una de las varias protecciones que nos da el sistema inmunológico), luego de los 6 meses de aplicación de la segunda dosis. El Reino Unido había observado que, los adultos mayores que habían recibido sus primeras dosis al inicio del 2020, volvían a contraer COVID-19. Con esos datos, la aplicación de la tercera dosis en personas vulnerables comenzaba en dicho país.
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Con la llegada de la variante ómicron, el panorama se complicó, debido a que ómicron tiene escape parcial a la protección que las vacunas nos brindan. Esto significa que la efectividad se ve reducida, en porcentajes diferentes, dependiendo de la plataforma de vacuna utilizada. Es decir, no podemos hablar de un solo valor de efectividad ante ómicron debido a que tenemos varias vacunas que son diferentes y a su vez, son varios los parámetros a considerar para cada una de ellas.
Las compañías han vuelto a testar sus vacunas con la variante ómicron. Los resultados mostraron que la efectividad se ve reducida con todas las plataformas testadas, debido al escape parcial mencionado arriba. No todas las plataformas realizaron sus pruebas con ómicron al mismo tiempo. Algunas de las plataformas que ya mostraron sus resultados, para dos dosis de vacuna, según el reporte de la UK Health Security Agency fueron:
Pfizer/BioNTech y Moderna: en relación a la enfermedad sintomática, la efectividad se redujo del 65-70% hasta alrededor del 10% a las 25 semanas después de la segunda dosis. Oxford/AstraZeneca: la efectividad contra la enfermedad sintomática comienza en un 45 a 50% y luego queda casi sin efecto 20 semanas después de la segunda dosis.
La efectividad de dos dosis de AstraZeneca (ChAdOx1-S) o Pfizer (BNT162b2) contra hospitalizaciones, ante la infección por la variante ómicron, cae a valores entre 25% y 35%, después de 25 semanas. Como se puede observar, la efectividad depende del parámetro que se está analizando. Por ejemplo, se observan diferentes porcentajes de efectividad al considerar enfermedad sintomática, hospitalización, mortalidad, infección y transmisión. En todos esos parámetros, las vacunas mostraron efectividad reducida frente a la variante ómicron.
Luego de estos resultados observados para dos dosis frente a ómicron, la aplicación de una tercera dosis se hizo inminente. Los nuevos resultados, analizados luego de la aplicación de la tercera dosis, mostraron un incremento de los niveles de anticuerpos. Datos del Reino Unido muestran que, si bien la protección disminuye unos meses después de la vacunación, la protección para la hospitalización aumenta nuevamente hasta 90% después de una inyección de refuerzo.
Los resultados del Reino Unido mostraron además que, luego de la tercera dosis, se ve un mayor aumento de efectividad si se combinan plataformas diferentes (plataforma de RNAm y plataforma de vector viral). Así, tenemos algunos ejemplos combinando plataformas:
Protección contra enfermedad sintomática luego de la tercera dosis: de 0 a 3 meses 50-75%, de 4 a 6 meses: 40-50%. Protección contra hospitalización luego de la tercera dosis: de 0 a 3 meses 80-95%, de 4 a 6 meses 75-85%. Protección contra fallecimiento luego de la tercera dosis: de 0 a 3 meses 85-99%, de 4 a 6 meses los datos aún son insuficientes.
Es importante señalar además que, a pesar de una reducción de la efectividad de las vacunas frente a ómicron, el riesgo de que una persona vacunada transmita la enfermedad es menor que el riesgo de transmisión por personas que no recibieron vacuna alguna.
Recordemos además la protección provista por otra parte del sistema inmunológico, las células T. Las células T también son capaces de reaccionar a la proteína espiga, confiriendo protección adicional a la de los anticuerpos.
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