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Un informe de un gran jurado de Pensilvania contiene la explicación más detallada hasta ahora de lo que ocurrió.

Los estadounidenses católicos ya estaban conmocionados, y luego llegó otro golpe. Dos semanas después de que uno de los prelados más conocidos del país entregó su renuncia como cardenal, entre acusaciones de acosar sexualmente a jóvenes, un informe ha documentado con detalles repugnantes los crímenes sexuales perpetrados por más de 300 sacerdotes en Pensilvania durante 70 años.

Más de 1000 niños –quizá incluso varios miles– fueron víctimas de abuso por parte del clero, algo que fue ocultado sistemáticamente según un documento judicial de casi 900 páginas publicado el 14 de agosto mientras los católicos se preparaban para una de sus preciadas fiestas anuales: la Asunción de la Virgen.

LA MAYOR DE RECOPILACIÓN DE DATOS HASTA LA FECHA

El informe fue escrito por un gran jurado que tardó aproximadamente dos años en investigar seis de las ocho diócesis del estado. Escucharon la declaración de decenas de testigos y utilizaron su poder para obtener acceso a 500.000 páginas de documentos de la Iglesia.

La Iglesia Católica estadounidense ha tenido problemas para enfrentar acusaciones históricas de abuso sexual desde que estallaron en la arquidiócesis de Boston hace dos décadas, y ha pagado miles de millones de dólares a las víctimas. Pero la investigación del gran jurado, que se concentra en un estado que durante mucho tiempo se ha visto como el núcleo del catolicismo de la clase obrera, ha sido el mayor ejercicio de recopilación de datos hasta la fecha.

Los tristes hallazgos de los miembros del jurado siguieron a la decisión del papa Francisco de aceptar la renuncia como cardenal, a la espera de un juicio de la Iglesia, de Theodore McCarrick, un clérigo estadounidense que ahora tiene 88 años.

Se le recuerda como una figura afable y habitual en los pasillos del poder cuando fue arzobispo de Washington. Desde la década de 1920 no se había despojado de su rango a ningún cardenal.

“OCURRIÓ EN TODAS PARTES”

El informe de Pensilvania fue conmovedor para ser un documento legal. Los miembros del jurado comenzaron con las siguientes palabras: “Necesitamos… que escuchen esto… Ha habido otros informes sobre abuso sexual de niños dentro de la Iglesia Católica. Pero nunca de esta magnitud… Ahora sabemos la verdad: ocurrió en todas partes”.

Los miembros del jurado dieron muchos ejemplos espeluznantes. Un sacerdote de la diócesis de Erie, en la parte noroeste de Pensilvania, había confesado la violación de al menos 15 niños, algunos de tan solo siete años de edad, y lo único que hizo su obispo fue elogiarlo como una “persona franca y sincera” que merecía reconocimiento “por los avances que había logrado” en el control de su “adicción”.

Los miembros del jurado están de acuerdo en que ha habido muchos cambios en los últimos 15 años, y que parece que la Iglesia ahora denuncia los abusos a la policía mucho más rápido. Calificaron como “sentido y honesto” el testimonio que recibieron, en persona, del actual obispo de Erie.

Sin embargo, consideraron lamentable que, gracias a los cínicos encubrimientos y al plazo de prescripción, ahora sea demasiado tarde para iniciar un proceso penal en la gran mayoría de los casos.

Instaron a los legisladores de Pensilvania a que retiren los plazos de prescripción para los casos criminales de este tipo. Un cambio reciente ha hecho posible que las víctimas comparezcan hasta la edad de 50 años, pero eso todavía parece muy restrictivo.

En su respuesta al informe, los obispos mostraron un profundo pesar por los daños del pasado mezclado con una insistencia en que las cosas han mejorado, en especial desde el 2002, cuando se adoptaron nuevos lineamientos para afrontar las agresiones sexuales. El mismo cardenal McCarrick contribuyó a dar forma a los nuevos lineamientos que lo hicieron caer en desgracia.

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