De The Economist

Noruega tiene mucho que se le puede envidiar. La comida es sabrosa, los servicios públicos son grandiosos y la gente es imposiblemente guapa.

Su política comercial parece igualmente deseable. Aunque tiene mucho comercio con la Unión Europea, Noruega también puede alcanzar acuerdos comerciales en todo el mundo, ya sea por su cuenta u operando en sintonía con los otros tres miembros de la Asociación de Libre Comercio Europea (EFTA, por sus siglas en inglés): Islandia, Liechtenstein y Suiza. Los miembros de la EFTA tienen docenas de acuerdos, incluidos dos con China, país con el cual la UE ni siquiera se las ha arreglado para iniciar negociaciones.

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Después de que deje la Unión Europea, Gran Bretaña se parecerá mucho a un país de la EFTA: una economía rica con lazos estrechos con Europa, pero que también busca acuerdos comerciales en otras partes. Es superficialmente una perspectiva atractiva. Sin embargo, la relación a medias de la EFTA con la UE obstaculiza su comercio tanto como le ayuda.

La flexibilidad de la EFTA en el comercio se origina en su extraña relación con la UE. Suiza tiene una serie de acuerdos bilaterales, mientras que Islandia, Liechtenstein y Noruega son parte de un mercado único en toda el Área Económica Europea, aunque con excepciones para la agricultura y la pesca. Crucialmente, sin embargo, todos están fuera de la unión aduanal de la UE, un acuerdo que regula los aranceles cobrados a terceros países. Esto les permite alcanzar otros acuerdos comerciales.

La EFTA ha sacado el máximo provecho de este poder. El grupo tiene 27 acuerdos de libre comercio en todos los rincones del mundo. Dan a sus exportadores acceso a unos 900 millones de consumidores; impresionante para un club que incluye a solo 14 millones de ciudadanos. Además, los estados individuales tienen acuerdos bilaterales: Noruega pasó apuros para llegar a un acuerdo con China después de que el Premio Nobel de la Paz del 2010 fue concedido a un disidente chino encarcelado, pero eso no impidió que Islandia alcanzara uno.

Un reciente estudio del Parlamento Europeo concluyó que la EFTA tiende a hacer acuerdos comerciales más rápidamente que la UE. Las negociaciones de Corea del Sur con la EFTA, por ejemplo, tomaron la mitad del tiempo que aquellas con la UE. La EFTA es veloz porque puede acordar una estrategia común más rápidamente que la UE, la cual tiene que conciliar a más países.

Una vez fuera de la unión aduanal de la UE, Gran Bretaña también podría ser capaz de alcanzar acuerdos más rápido. El presidente Donald Trump ha dicho que Estados Unidos quiere un acuerdo comercial con Gran Bretaña "muy rápidamente".

Sin embargo, la experiencia de la EFTA ofrece lecciones. Llegar a un acuerdo comercial rápidamente es una ventaja, pero lo que realmente importa es cuán bueno sea el acuerdo. El estudio del Parlamento Europeo también señala que los acuerdos de la EFTA han sido "superficiales" en comparación con los de la UE.

El análisis de la Base de Datos de Diseño de Acuerdos Comerciales, un proyecto encabezado por el Instituto Mundial de Comercio en Berna, respalda esta afirmación. La EFTA no es un gran mercado: sus socios se alegran de hacer acuerdos, pero son reacios a pasar demasiado tiempo en los detalles más finos. Tampoco harán grandes concesiones. La calidad relativamente baja de los acuerdos ayuda a explicar por qué los acuerdos de libre comercio de la EFTA aún representan solo una décima parte del comercio de sus miembros.

Gran Bretaña es un mercado mucho más grande que la EFTA, pero aún estará en una posición negociadora mucho más débil fuera de la UE que como parte del mercado único.

Además, la EFTA también demuestra que, además de ofrecer beneficios inciertos, una política comercial independiente conlleva grandes costos. Estar fuera de la unión aduanal de la UE es irritante para muchas empresas. Los productos que se mueven de la EFTA a un miembro de la UE pasan por revisiones de "reglas de origen", para asegurarse de que el exportador no esté evitando los aranceles de la UE. Karen Helene Ulltveit-Moe de la Universidad de Oslo dijo que, para evitar las engorrosas revisiones, muchas compañías noruegas simplemente se reubican en Suecia, un miembro de la UE.

La idea de ir solo en las negociaciones comerciales internacionales quizá sea más atractiva que la realidad.

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