París, Francia | AFP.
El humor y la utopía impregnaron los eslóganes rebeldes de Mayo del 68 en Francia, como “Prohibido prohibir”, “La imaginación al poder” y “No quiero perder mi vida ganándomela”, que sobrevivieron al paso del tiempo.
Pintados en los muros, sobre todo los del célebre barrio Latino, sede de la Universidad de la Sorbona y epicentro de la revuelta estudiantil, los grafitis eran sinónimo de “libertad”, escribe el periodista Julien Besançon en un libro que recoge las centenares de inscripciones surgidas en París y la cercana ciudad de Nanterre, sede de otra universidad movilizada durante los acontecimientos.
Muchos de estos grafitis se convirtieron en eslóganes y fueron inmortalizados por un taller de Bellas Artes que imprimió 600.000 carteles entre mayo y junio, colgados en la capital y sus alrededores.
La mayoría de sus autores conservaron el anonimato. Pero algunos evocan su fase creativa, como Bernard Cousin, un estudiante que se convirtió en médico y que reivindica la copaternidad de “Bajo los adoquines, la playa”.
El eslogan fue fruto de una reflexión con un joven publicista, Bernard Fritsch, y el punto de partida fue la frase “Hay hierba bajo los adoquines”.
Fritsch “me dijo ‘hay que poner la playa’. Le gustó mucho. Lo escribió por todas partes”, explicó 30 años más tarde Cousin a la televisión francesa.
En los carteles serigrafiados, dominaban el blanco y el negro. Las imágenes, estilizadas, tenían mucha fuerza, como la de un miembro de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS, fuerzas del orden), que levanta su porra y su escudo con la sigla SS nazi. El eslogan “CRS SS”, nacido 20 años antes con la represión de unas huelgas de mineros, encontró un amplio eco en Mayo del 68.
Ocurrencia de un humorista, “Prohibido prohibir” causó furor.
La revuelta y el rechazo a la autoridad se expresó también en el cartel “Joven, aquí tienes tu papeleta para votar”, que mostraba un pesado adoquín.
Mientras algunos eslóganes fustigaban también una sociedad materialista, como “Metro, trabajo, dormir”, o la imposibilidad de “enamorarse de una tasa de crecimiento de 5%”, otros celebraban la utopía: “Sean realistas, pidan lo imposible”.
“Corre camarada, el viejo mundo está detrás de ti”, se proclamaba igualmente.
También se expresó el desasosiego frente a la guerra de Vietnam: “El poder se halla en la punta del fusil”.
Si bien los muros fueron rápidamente repintados, borrando para siempre los eslóganes, estos han sido objeto de muchas exposiciones e incluso de subastas.
La semana pasada, la casa Artcurial organizó una venta de 500 carteles en París. El de una joven que lanzaba un adoquín proclamando “La belleza está en la calle” alcanzó los 3.380 euros (4.150 dólares).