El fenómeno climático de La Niña 2020-2021 “ha terminado” y “se espera que las temperaturas del aire sean superiores a la media entre junio y agosto, en particular en el hemisferio norte”, afirmó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la agencia especializada de la ONU.
“Las probabilidades de que las condiciones en el Pacífico tropical sean neutras hasta julio se sitúan en el 78% y bajan hasta el 55% para el período de agosto a octubre”, señaló la OMM. “Para el resto del año, la incertidumbre es más marcada, según datos publicados en el boletín “El Niño/La Niña hoy”, agregó.
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La Niña es un fenómeno que produce un enfriamiento a gran escala de las aguas de la superficie oceánica en las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, además de cambios en los vientos, la presión y las precipitaciones. Por lo general, tiene efectos en el tiempo y el clima contrarios a los de El Niño, que es la fase cálida del fenómeno denominado “El Niño-Oscilación del Sur (ENOS)”.
Todos los fenómenos climáticos de origen natural ahora se producen en el contexto del cambio climático producido por la actividad humana, que provoca la subida de las temperaturas mundiales y exacerba los fenómenos meteorológicos extremos, destacó la OMM.
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“La Niña ejerce un efecto transitorio de enfriamiento a escala mundial, que suele ser más intenso en el segundo año del episodio”, indicó. “Esto significa que, según los estándares recientes, el año 2021 ha tenido un comienzo relativamente frío. Pero esto no debería generar una falsa sensación de seguridad fruto de la creencia errónea de que hay una pausa en el cambio climático”, dijo el secretario general de la OMM, profesor Petteri Taalas.
Según nuevas predicciones de la OMM, hay un 90 % de probabilidades de que al menos un año del período comprendido entre 2021 y 2025 se convierta en el más cálido jamás registrado, desbancando así del primer puesto a 2016, un año marcado por un intenso episodio de El Niño”, agregó Taalas.
Temporada récord de tormentas
La Federación Internacional de la Cruz Roja prevé una dura temporada de tormentas en Estados Unidos y América Latina, que podría causar devastación y grandes pérdidas en una región ya castigada por la pandemia de covid-19.
“Nos estamos preparando para una nueva temporada de récords”, dijo a la AFP Roger Alonso, jefe de la Unidad de Desastres, Crisis y Clima de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), basada en Panamá.
“Solo en el océano Atlántico podrían registrarse hasta 20 tormentas que lleguen a tener nombre, de las cuales cinco podrían convertirse en peligrosos huracanes mayores. Un solo huracán o tormenta basta para causar un desastre que afecte a millones de personas”, detalló Alonso.
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En un comunicado, la IFRC advirtió este lunes que las tormentas podrían traer “más devastación” a una región que “todavía está muy afectada” por las tormentas y huracanes del año pasado y por la pandemia de covid-19. En 2020, más de 200 personas murieron en Centroamérica por los huracanes Eta y Iota, que dejaron, además, multimillonarias pérdidas económicas en infraestructura y producción alimentaria producto de las inundaciones y deslaves.
Según datos oficiales, solo en Honduras las pérdidas económicas por estos dos devastadores fenómenos sumaron 10.000 millones de dólares. Guatemala y Nicaragua, en tanto, sufrieron daños en ambos casos de más de 750 millones de dólares.
La nueva temporada de tormentas, que se inicia el martes, llega en un momento donde la pandemia todavía hace estragos en la región, una de las más golpeadas por desastres naturales producto del cambio climático, según organismos internacionales.
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“La pandemia agrega otra capa de complejidad. Ahora, una vez más nos enfrentamos a un escenario extremadamente desafiante con crisis superpuestas que aumentan las vulnerabilidades de las mujeres, la niñez, las personas migrantes y otros grupos”, afirmó el secretario general de la IFRC, Jagan Chapagain, citado en el comunicado.
“En Centroamérica y Colombia, miles de familias aún se están recuperando de los daños causados por los huracanes Eta y Iota, que afectaron a más de 7,5 millones de personas hace apenas seis meses”, agregó Chapagain. La IFRC teme que durante los próximos seis meses fuertes lluvias, deslizamientos de tierras, tormentas e inundaciones terminen por estrangular a comunidades vulnerables donde las vacunas contra el covid-19 aún no están disponibles en grandes cantidades.
“El impacto que ya ha tenido la pandemia en Centroamérica, México y el Caribe, especialmente, sumado a otros desastres que afectan la región y al aumento de las disparidades, elevan la vulnerabilidad de las comunidades ante la temporada de huracanes”, alertó Alonso.
Fuente: AFP.