Desde el inicio de la pandemia, circulan muchas hipótesis sobre el origen del COVID-19, pero todavía persisten numerosas incógnitas. Estos interrogantes, atizados por el complotismo y la desinformación, se complican con las pugnas geopolíticas. No obstante, es crucial determinar cómo el virus pasó al hombre si se quiere evitar otra pandemia.
Los animales
Rápidamente, los científicos señalaron al murciélago, pero estimaron que el Sars-CoV-2 tuvo que pasar a través de otra especie antes de alcanzar al hombre. Entre los sospechosos figura el pangolín, una de las especies de animales salvajes vendidas en el mercado de Wuhan donde se detectaron los primeros casos conocidos de COVID-19. Hasta ahora, no hay ninguna certeza al respecto.
Una investigación conjunta de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de científicos chinos tenía que esclarecer en enero de 2021 el origen del virus, pero no consiguió determinar el eslabón perdido en la transmisión. Otros animales, como el visón o el tejón turón, están también en el punto de mira.
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La teoría del virus producido
Desde el inicio han surgido teorías que afirman que el virus no se habría transmitido al hombre de forma natural, sino que habría sido producido y luego habría escapado de un laboratorio de Wuhan. Pekín lo niega. Esta idea se ha difundido mucho en las redes sociales y el expresidente de Estados Unidos Donald Trump también la defendió.
Según múltiples publicaciones en internet, existen “pruebas” de que el Sars-CoV-2 fue creado e incluso patentado. En realidad, se trata de documentos que se refieren a investigaciones de otros coronavirus. También circula la idea de que el virus contiene fragmentos de otros patógenos, una hipótesis rechazada por numerosos científicos.
El profesor Olivier Schwartz, del Instituto Pasteur, tacha de “totalmente infundadas” “las teorías complotistas que dicen que, en el genoma del coronavirus, hay otras secuencias de otros virus, como el VIH, y que es la prueba de una manipulación”.
Fuga de un laboratorio
Desde hace varias semanas, está recobrando fuerza la tesis según la cual un virus natural --extraído de un murciélago, por ejemplo-- se habría podido filtrar de un laboratorio. Aunque es muy difícil de comprobar y no hay nuevos indicios, ha habido llamados para investigar más en este sentido.
El informe de la OMS y los científicos chinos consideró esta hipótesis “extremadamente improbable” pero el director de la institución, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reclamó nuevas pesquisas. A mediados de mayo, una quincena de expertos pidió, en una carta abierta publicada en la revista Science, investigar la hipótesis del laboratorio.
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Para el asesor médico de la Casa Blanca, Anthony Fauci, se “debe continuar la investigación”, porque, aunque “muchos de entre nosotros piensen que es más probable que se trate de un hecho natural (...) no tenemos una respuesta al 100%”.
A día de hoy, no existen pruebas que demuestren esta conjetura, pero “mientras no se encuentre el huésped intermediario, esta hipótesis (...) no se puede descartar”, estimó a finales de 2020 el virólogo Etienne Decroly del CNRS. “No hay un elemento factual nuevo que haga decantar la balanza en una dirección o en otra”, insiste Olivier Schwartz, aunque recuerda que la transmisión “natural” es la “más plausible”.
Diplomacia y geopolítica
El tema todavía es más espinoso cuando se mezcla con la geopolítica, sobre todo entre Pekín y Washington. La OMS se quejó el viernes por las numerosas interferencias políticas en el asunto. Los países occidentales acusan a China de no ser transparente ya sea en el origen del COVID-19, en el momento en que decidió alertar a la OMS o más en general sobre la gestión de los primeros meses de la pandemia.
En enero de 2021, poco antes de la salida de Trump de la Casa Blanca, el servicio de inteligencia estadounidense declaró que investigadores de Wuhan habían tenido “síntomas compatibles” con el nuevo coranavirus --pero también con los de una “infección estacional” clásica-- antes de diciembre de 2019. A mediados de abril, responsables confirmaron que la hipótesis no había sido descartada, aunque no mencionaron pruebas o elementos nuevos.
La semana pasada, el presidente estadounidense Joe Biden dio tres meses al servicio de inteligencia para presentar las conclusiones sobre el origen del virus. Según él, sin embargo, el hecho de no haber podido acceder al lugar a principios de 2020 “entorpecerá siempre cualquier investigación”.
Fuente: AFP.