Los humanos podrían tener una capacidad innata para distinguir las formas geométricas lo que les haría únicos frente a otros primates, según un estudio de investigadores en neurociencia.
Desde el grabado más antiguo atribuido al ‘Homo sapiens’ --unas líneas paralelas que datan de hace 73.000 años-- hasta las casas que dibujan los niños modernos a una edad temprana, el gusto por las formas geométricas regulares es universal entre los humanos.
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Indica que los humanos tienen un “lenguaje del pensamiento” simbólico, sin duda único en su especie, según el estudio firmado por el doctorando Mathias Sablé-Meyer, de la Universidad París-Saclay (PSL)/Collège de France.
Un equipo de investigadores de NeuroSpin, un centro de investigación de imágenes cerebrales dirigido por el neurocientífico Stanislas Dehaene, realizó un experimento que demuestra “que las intuiciones sobre la geometría están presentes en los seres humanos, pero ausentes en los babuinos”, según el estudio publicado a finales de abril en la revista Proceedings of the American Academy of Sciences.
El experimento consiste en “encontrar al intruso” entre seis formas geométricas simples --cuadriláteros--, de las que solo una presenta una irregularidad, como un lado ligeramente más largo, un error de paralelismo o un ángulo diferente. Luego se repite la operación, siempre con un cuadrilátero, pero cada vez más complejo.
Niños de jardín de infancia
El experimento aprovecha el efecto de regularidad geométrica, que hace que el intruso se detecte con mayor facilidad y rapidez si la forma examinada es una figura regular, como un cuadrado. Por el contrario, es más difícil detectar al intruso cuando la forma es más complicada, como un rombo, un trapecio o un cuadrilátero irregular, es decir, figuras sin ángulos rectos ni lados idénticos o paralelos.
Normalmente, el ser humano sometido al experimento casi siempre encuentra al intruso entre los cuadrados. Pero su tasa de error se eleva al 40% con un cuadrilátero irregular. Con la colaboración de Joël Fagot, del laboratorio de psicología cognitiva del centro de investigación científica CNRS (Universidad de Aix-Marsella), se entrenaron a babuinos para este juego.
Los resultados fueron excelentes con imágenes no geométricas, como una cereza roja que se distingue en medio de las rodajas de sandía. Pero en cuanto cambiaron a formas geométricas, “su rendimiento cayó en picado”, según el estudio.
“Los babuinos se equivocan en todas partes”, sea cual sea la forma, dijo Mathias Sablé-Meyer a la AFP. Los escépticos podrían pensar que los humanos adultos lo hacen mejor que los babuinos porque tomaron lecciones de geometría. Pero no es así porque se observó la misma regularidad geométrica en los niños de jardín de infancia, aunque sean menos eficientes en la tarea.
Nómadas en Namibia
Algún escéptico podría apuntar también que los niños tienen rudimentos de geometría y viven en un universo hecho de líneas y ángulos. Pero tampoco es el caso. Cuando los investigadores, con la ayuda de Serge Caparos, del departamento de psicología de París-8 Nanterre, sometieron a la prueba a himbas adultos, un pueblo pastoril del norte de Namibia, los resultados fueron comparables a los de los niños franceses.
Sin embargo “sabemos que no tienen nombres para las formas geométricas ni ninguna educación formal sobre sus propiedades”, dice Sablé-Meyer. Además, este pueblo nómada vive en un entorno libre de formas geométricas, subraya el estudio, y lo contrasta con el de los babuinos analizados, que “crecieron en un entorno de laboratorio, muy construido”.
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Los investigadores concluyen que los humanos tienen una capacidad de abstracción simbólica, un “lenguaje” propio que utiliza conceptos como los ángulos rectos o el paralelismo. Una idea que los investigadores confirmaron utilizando dos modelos de inteligencia artificial.
El primero, que “copia superficialmente la estructura de la corteza visual” --vinculada a tareas de percepción-- predice bastante bien el comportamiento de los babuinos. Pero para dar cuenta del comportamiento humano, es necesario pasar por un segundo modelo, alimentándolo con “información simbólica, con los principios de la geometría euclidiana”.
Fuente: AFP.