¿Quedarán obsoletas las vacunas anti-COVID debido a las mutaciones del virus? Algunas empresas emergentes intentan fabricar unas que serían eficaces durante años, o incluso más, pero por ahora no hay garantías de que esta pista vaya a tener éxito.
“Podrían proteger durante varios años”, asegura a la AFP Alexis Peyroles, jefe de OSE Immunotherapeutics, refiriéndose a un proyecto de vacuna sobre el que esta startup francesa ha empezado a realizar ensayos clínicos. Se trata de crear una vacuna que resista la aparición de las variantes, es decir las nuevas cepas del coronavirus que son diferentes a las que se tomaron en cuenta para desarrollar las primeras vacunas.
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Es una de las grandes incógnitas de la epidemia: ¿hasta qué punto las vacunas que se administran en la actualidad, como la estadounidense Pfizer, seguirán siendo eficaces cuando las variantes se multipliquen? Hasta ahora parecen aguantar bien, pero incluso el director de Pfizer, Albert Bourla, estima probable que una vez al año haya que ponerse una nueva dosis actualizada de la vacuna.
Frente a este desafío, varias empresas biotecnológicas siguen una pista diferente: estimular primero los linfocitos T, que detectan y eliminan las células ya infectadas, en vez de centrarse en el virus en sí. Las vacunas actuales apuntan primero a la producción de anticuerpos, que reconocen y destruyen el virus directamente, antes de que infecte una célula. Esto no significa que estas vacunas no provoquen una respuesta de los linfocitos T, pero no es la prioridad.
Vacuna universal
Teóricamente los linfocitos T tienen varias ventajas en comparación con los anticuerpos. Pueden sobrevivir más tiempo en el cuerpo y reaccionan a los componentes del virus que tienen muchas menos probabilidades de mutar que los detectados por los anticuerpos. En Francia, OSE sigue la pista de la “respuesta T”, al igual que Osivax, que incluso promete una vacuna “universal” que podría responder a cualquier variante potencial. El Estado las financia con millones de euros.
Se trata de proyectos aislados porque pocos laboratorios creen en una vacuna universal. De los casi 400 proyectos de vacunas anti-COVID registrados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo unos cuantos apuestan por esta eventual solución. El más avanzado es el del estadounidense ImmunityBio, que publicó el mes pasado resultados bastante esperanzadores pero todavía muy preliminares.
“De doble filo”
Porque la realidad de estas vacunas aún es muy incierta. Ninguno de estos grupos propone una para antes del año que viene y muchos científicos dudan que esta pista tenga éxito. Algunos se preguntan si no es ilusorio querer responder por adelantado a la futura aparición de nuevas cepas.
“Cuando hay una vacunación masiva es en sí misma (...) una presión que puede llevar al virus a evolucionar para escapar de la vacuna, sea cual sea”, declaró a la AFP el virólogo británico Julian Tang, quien lo considera “un arma de doble filo”. El otro gran interrogante es: ¿hasta qué punto nuestro cuerpo resistirá al virus si hacemos que responda con linfocitos T?
“Tengo dudas sobre la eficacia de una vacuna de ese tipo”, afirmó a la AFP el virólogo francés Yves Gaudin. Los linfocitos y los anticuerpos trabajan en tándem. Si no se ha puesto en marcha la respuesta a través de los anticuerpos, los linfocitos T “no servirán para gran cosa”, insistió. Él opina que lo ideal es una vacuna eficaz en ambos planos.
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Pero si estas nuevas vacunas ven la luz, se inyectarán, al menos en Europa y Estados Unidos, a personas que ya hayan recibido las vacunas actuales. Por lo tanto sus anticuerpos estarán preparados. Es el argumento de Peyroles (OSE Immunotherapeutics) para afirmar que su vacuna, si los resultados son positivos, tendrá demanda.
Con esta vacuna, “se completa y amplía, en la cobertura y duración, la defensa conseguida gracias a las vacunas iniciales”, explica. También aduce que protegería a las personas con difucultades para desarrollar anticuerpos porque por ejemplo padecen diabetes o determinados cánceres.
Fuente: AFP.