Mientras la guerra arrecia en el campo, los jóvenes urbanos afganos se conectan a la aplicación de conversación Clubhouse para debatir con los talibanes o sugerir al gobierno de Kabul tácticas para contraatacar. Lanzada en Estados Unidos al comienzo de la pandemia del COVID-19, la aplicación funciona como una gigantesca conferencia telefónica, donde los usuarios pueden escuchar o participar en las discusiones, sin imagen.
En Estados Unidos sedujo a emprendedores tecnológicos que discutían sobre futuras empresas emergentes o criptomonedas. Pero, en Afganistán, la plataforma está sirviendo para poner en contacto a ciudadanos ordinarios con aquellos que llenan de fuego y sangre el país.
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“Algunos dicen que los talibanes han cambiado. Yo quería escucharlos directamente, que me digan ellos mismos si es así”, explica a la AFP Sodaba, una habitante de Kabul de 22 años. Aprovechando la última fase de la retirada de las fuerzas extranjeras del país, los insurgentes lanzaron una ofensiva total a principios de mayo y se hicieron con vastas zonas rurales.
Ante un eventual regreso al poder del movimiento, que impuso una visión fundamentalista de la ley islámica cuando dirigieron Afganistán entre 1996 y 2001, Sodaba quería saber si todavía se aferraban a “sus creencias estrictas, sobre todo en la cuestión de las mujeres”. Bajo el régimen talibán, las mujeres tenían que salir de casa acompañadas de un hombre, tenían prohibido trabajar o ir a la escuela y eran flageladas o lapidadas hasta la muerte si eran acusadas de crímenes como el adulterio.
Su caída brindó a las mujeres, especialmente en centros urbanos, una mayor libertad que ahora está nuevamente amenazada. En su experiencia en Clubhouse, Sodaba vio que “no dejarán expresarse a la gente que consideran como opositora, incluso ridiculizaron a una mujer que les preguntaba sobre los derechos femeninos”.
La aplicación permite a los usuarios entrar en salas de discusión donde escuchar y tomar la palabra. Según sus códigos, los intercambios no pueden ser grabados ni citados posteriormente. Entre las cuestiones abordadas recientemente figuran la vida después de la muerte según los talibanes, los secretos de una relación feliz o la poesía persa. Muchos participantes quieren debatir sobre el rápido avance talibán.
“Es un medio interesante que permite a los afganos hablar directamente, en tiempo real, con los talibanes y con el gobierno”, opina Fahim Kohdamani, un activista y autor que anima regularmente los debates en la plataforma. “Una de las virtudes de Clubhouse es que incluso la gente que no ha sido muy educada puede venir a escuchar y hacer escuchar su voz”, afirma.
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En un foro de discusión gestionado por los talibanes, estos ensalzan sus convicciones humanitarias y aseguran querer la unidad del país. Pero seguidas a veces por casi un centenar de usuarios, las discusiones se envenenan al hablar de la guerra, los derechos humanos y el rol de las mujeres en la sociedad.
“Los talibanes me trataron de maleducada y me cortaron el micrófono cuando dije la verdad sobre ellos”, escribió en Twitter Haanya Saheba Malik, una joven activista. “Quieren encadenar a las mujeres y restringir sus derechos humanos”, aseguró.
Algunas personas recelan de entrar en foros moderados por talibanes por temor a que graben las conversaciones para después vengarse. Un portavoz del movimiento, Zabihullah Mujahid, niega repetidamente que ellos sean una amenaza para nadie.
Para ellos, empeñados en modernizar su comunicación y usar las redes sociales, Clubhouse supone una oportunidad para hacer llegar su mensaje. Casi la mitad de los 37 millones de afganos tienen acceso a internet y 13 millones de ellos usan redes sociales, según el ministerio de Tecnologías de la Información. Facebook sigue siendo la plataforma más popular, pero Clubhouse gana rápidamente notoriedad en el país.
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“Es una buena plataforma para hablar y encontrar un espacio de entendimiento con aquellos que están en desacuerdo con nosotros”, dijo a la AFP Mujahid. En el pasado, rara vez entraban en este tipo de discusiones abiertas.
Pero “rápidamente invadieron Clubhouse para llegar aquellos a quienes normalmente trataban de evitar, puede que, porque creen estar muy cerca de la victoria militar”, dice Adbul Mujeeb Khelwatgar, director de NAI, un instituto de defensa de medios afganos. En su opinión, esta estrategia será un fracaso y “pronto puede que consideren Clubhouse como otro medio a evitar y prohibir”.
Fuente: AFP.