De repente, tres días después de dar positivo en un test de COVID-19, “todo sabía a cartón”. Elizabeth Medina, de 38 años, perdió el gusto y el olfato. Era en marzo de 2020, el inicio de la pandemia. Un año después, está desesperada ante la idea de no recuperarlos.
Consejera escolar en una secundaria de Nueva York, Medina ha visto a otorrinolaringólogos, neurólogos y neurocirujanos, ha intentado con aerosoles nasales y es parte de un grupo de pacientes que están probando un tratamiento a base de aceite de pescado.
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Para estimular su olfato, pone toneladas de especias en todos sus platos, hierbas aromáticas en su té y olfatea constantemente una pulsera impregnada de aceites esenciales. Todo en vano. Esta madre de dos hijos afirma haber perdido muchos placeres cotidianos como comer y cocinar. Y haber llorado todos los días durante meses.
Medina forma parte del creciente número de personas con “anosmia” duradera, un trastorno a menudo subestimado que se ha convertido en uno de los marcadores de la pandemia.
Si bien la mayoría de las personas privadas del gusto y el olfato por el coronavirus los recuperan en tres o cuatro semanas, “del 10% al 15%” los pierde durante meses, dice Valentina Parma, psicóloga de la Universidad de Temple en Filadelfia y miembro de un consorcio internacional de investigadores, el Global Consortium for Chemosensory Research (GCCR), que se formó al comienzo de la pandemia para estudiar este problema.
De momento, esta consecuencia podría afectar al menos a dos millones de personas en Estados Unidos y a más de 10 millones en todo el mundo, explica.
El gusto y el olfato a menudo se consideran menos esenciales que la vista o el oído. Pese a que son clave en la socialización (“elegimos compañeros en parte por sus olores”, subraya Parma), los médicos tienden a considerar que su pérdida es menos grave que otros efectos del COVID “de largo plazo”. Sin embargo, su desaparición suele venir acompañada de problemas nutricionales, así como de ansiedad e incluso depresión, dice esta médica.
Ejercicios olfativos
Como otros “anósmicos”, Medina terminó encontrando consuelo y solidaridad en un grupo de apoyo organizado por un hospital cercano a su casa. Grupos de este tipo se han multiplicado en las redes sociales: la asociación AbScent -formada en 2019 en Gran Bretaña y cuya notoriedad se disparó con la pandemia- ha visto explotar el número de sus miembros en un año de 1.500 a más de 45.000 en sus distintas plataformas, según su fundadora, Chrissi Kelly.
En la página de Facebook de la asociación, la pregunta que atormenta a Medina se repite como un estribillo: “¿Algún día recuperaré el gusto y el olfato?”. Con los conocimientos que existen hasta el momento, es “muy difícil predecir cómo se desarrollarán las cosas”, dice Parma.
Sin embargo, se sabe que una evolución de la anosmia en “parosmia”, es decir, la falsa percepción de olores, en la que se siente olor a basura al aspirar aroma de café, por ejemplo, es un buen indicador de curación a largo plazo.
O que ejercitarse diariamente para “sentir” varios olores diferentes -como los aceites esenciales- es en esta etapa el único tratamiento recomendado sin reservas: funciona en un 30% de los casos después de tres a seis meses de ejercicio, dice el investigador.
“Manténganse fuertes”
Frente a esta incertidumbre, algunos “veteranos” de la anosmia como Chrissi Kelly, que durante mucho tiempo perdió el gusto y el olfato tras sufrir sinusitis en 2012 para luego volver a perderlos con el COVID, o Katie Boateng, una estadounidense que los perdió desde 2009, se han convertido en casi celebridades.
Comparten su experiencia, impulsando a la comunidad médica a reconocer la gravedad de estos síntomas e intensificar la investigación. Boateng creó en 2018 el Smell Podcast, una mina de información y consejos para sus compañeros de infortunio. Y ahora es parte de un grupo de pacientes, el Patient Advocacy Group, que ayuda a guiar las pesquisas del consorcio GCCR.
Aunque ya no espera curarse, todavía espera poder “orientar las investigaciones que resulten en la cura de las personas en el futuro”, dice. A la espera de que los estudios avancen, muchos se ejercitan diariamente, a veces con la ayuda de un “coach” como Leah Holzel.
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Esta experta culinaria, que perdió el sentido del olfato de 2016 a 2019, ha entrenado desde el principio de la pandemia a seis novatos de la anosmia en el redescubrimiento de los aromas. Y para mantener alta la moral, muchos se aferran a los mensajes optimistas que a veces aparecen en las redes sociales.
“Ha pasado casi exactamente un año desde que perdí el gusto y el olfato, y ahora estoy prácticamente recuperada”, escribió en la página de Facebook de AbScent Dominika Uhrakova, de 26 años, desde Inglaterra. “Ha sido largo y doloroso y este grupo me ha ayudado a no volverme loca (...) Manténganse fuertes, no pierdan la esperanza. ¡Buena suerte a todos!”
Fuente: AFP.