Después de más de un año de que el brote de la enfermedad por COVID-19 fuera declarado una emergencia de salud mundial, tres importantes entidades sanitarias de Estados Unidos afirman que no hay pruebas creíbles de que los alimentos o los envases de alimentos estén asociados o sean una fuente probable de transmisión viral del coronavirus.

Al respecto, el Departamento de Agricultura (USDA), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) emitieron una declaración, el 18 de febrero pasado, respaldada por el secretario interino del USDA, Kevin Shea, y a la comisionada interina de la FDA, Janet Woodcock.

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“Nuestra confianza en la seguridad del suministro de alimentos de EE. UU. sigue siendo firme”, manifiesta la actualización. “Los consumidores deben estar tranquilos porque seguimos creyendo, basándonos en nuestro conocimiento de la información científica fiable disponible actualmente, y con el apoyo del enorme consenso científico internacional, que es muy poco probable que los alimentos que consumen y los envases de alimentos que tocan transmitan el SARS-CoV-2”.

Así, FDA y USDA señalan que el COVID-19 es una enfermedad respiratoria que se transmite de persona a persona, a diferencia de los virus gastrointestinales o transmitidos por los alimentos, como la norovirus (responsable del 50 por ciento de los brotes de gastroenteritis por intoxicación alimentaria) y la hepatitis A, que suelen enfermar a través de alimentos contaminados.

Partículas en superficies

“Aunque hay relativamente pocos informes sobre la detección del virus en los alimentos y los envases, la mayoría de los estudios se centran principalmente en la detección de la huella genética del virus, más que en la evidencia de la transmisión del virus que resulta en la infección humana”, explican Shea y Woodcock. “Dado que el número de partículas del virus que teóricamente podrían captarse al tocar una superficie sería muy pequeño y la cantidad necesaria para la infección por inhalación oral sería muy alta, se considera que las posibilidades de infección por tocar la superficie de los envases de los alimentos o por comerlos son extremadamente bajas”.

En otro pasaje de la declaración, las instituciones sanitarias aseguran que se basan en información disponible de las entidades científicas y un consenso internacional continuo que apuntan que este tipo de contagio es considerado extremadamente bajo.

Cita un informe reciente de la Comisión Internacional para la Especificación Microbiológica de los Alimentos (ICMSF, por sus siglas en inglés): “A pesar de los miles de millones de comidas y envases de alimentos manejados desde el comienzo de la pandemia del COVID-19, hasta la fecha no ha habido ninguna prueba de que los alimentos, los envases de alimentos o la manipulación de alimentos sean una fuente o una vía de transmisión importante para el SARS-CoV-2 que da lugar al COVID-19”.

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Regulador de las vacunas

“Además, teniendo en cuenta los más de 100 millones de casos del COVID-19, no hemos encontrado pruebas epidemiológicas de que los alimentos o los envases de alimentos sean la fuente de transmisión del SARS-CoV-2 a los seres humanos”, continúa la declaración de FDA, resaltando los controles de las buenas prácticas de higiene y manteniendo la seguridad de los trabajadores durante el suministro de las empresas alimentarias.

La FDA, una dependencia del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos, es el regulador estadounidense que autoriza las vacunas contra el COVID-19 en el país. Recientemente dio luz verde a la vacuna de Johnson & Johnson para su uso de emergencia. Este inmunizante de una sola dosis, y que puede conservarse en una nevera, es el tercero aprobado por FDA, después de los de Pfizer y Moderna en diciembre.

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