Ubicado en lo alto del rover estadounidense Perseverance, la SuperCam, diseñada por científicos franceses, estudiará las rocas marcianas con su rayo láser y un micrófono, en busca de huellas de una vida pasada en el planeta rojo.
Otras dos herramientas europeas, el español MEDA y el noruego RIMFAX, se usarán medir los parámetros atmosféricos de Marte y explorar su subsuelo, respectivamente. Del tamaño de una caja de zapatos y con un peso de cinco kilos, SuperCam va a desplegar sus “superpoderes” desde lo alto de un mástil, con herramientas adicionales de análisis y control estadounidenses, colocadas en el cuerpo del robot.
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“Es un método de vigilancia geofísica, que indicará dónde tomar una determinada muestra y examinar su entorno”, explica a la AFP el astrofísico Sylvestre Maurice, del Instituto de Investigación en Astrofísica y Planetología (IRAP), que diseñó el instrumento.
Su hermana mayor, ChemCam, que sigue activa en el explorador estadounidense Curiosity desde 2012, probó que Marte era habitable. Ahora le corresponde a Perseverance encontrar huellas de vida.
Su cabeza está equipada con un rayo láser, cuyo disparo sobre una roca, hasta 7 metros de distancia, vaporiza una minúscula parte en forma de plasma. La luz emitida es analizada por un espectrómetro (LIBS) que revela “los elementos de los que están compuestas las rocas”, como por ejemplo hierro, silicio o aluminio.
Un micrófono
Pero “para descubrir posibles señales de vida pasada, se necesita más que la química. Hay que analizar las moléculas, hacer mineralogía”, explica el investigador del IRAP. Y por lo tanto hay que ser “mucho más ambicioso, añadiendo tres técnicas”.
Con un disparo láser de luz verde, de hasta 12 metros, asociado a una espectrometría Raman, que observa cómo se organizan los átomos de materia y con un espectrómetro infrarrojo que completará esta observación analizando, hasta el horizonte, la forma en que la luz solar es reflejada por el objetivo en estudio.
Por último, un micrófono, todo “un estreno en Marte”, informará sobre la dureza de la roca, gracias al análisis del “clac”, el ruido que hace el disparo de láser al golpearla. Operando a distancia, SuperCam complementará los dos “instrumentos de contacto” estadounidenses, PIXL y SHERLOC. Situados al final de un brazo articulado, en la parte inferior del robot, que van a estudiar la composición química y buscar un rastro biológico en las rocas, respectivamente.
Los disparos de láser de SuperCam ayudarán a seleccionar los mejores objetivos y a “limpiar” la superficie antes del estudio por parte de PIXL y SHERLOC.
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“La idea es que un instrumento debe responder a varias preguntas y que una pregunta debe encontrar su respuesta con varios instrumentos”, añade Sylvestre Maurice, cuyo instituto, el IRAP, compartirá, desde un centro operativo en el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) el pilotaje de SuperCam con el Laboratorio Nacional Los Álamos (LANL), en Estados Unidos.
“Si se perciben signos de vida con una herramienta, hay que confirmarlos con las demás”, explica. Pero el juez definitivo será el regreso a la Tierra, dentro de unos años, con las muestras recogidas por Perseverance.
Hasta entonces, “todos ayudamos a todos”, añade el científico, citando por ejemplo la importancia de la herramienta noruega RIMFAX, dotada de un radar que estudia el subsuelo, y del español MEDA que medirá entre otras cosas el tamaño y la forma del polvo que podría enturbiar las mediciones infrarrojas de SuperCam. Este último instrumento es el resultado del trabajo de un “gran equipo”, de unas 200 personas, trabajando en diversos laboratorios, bajo la supervisión del CNES.
Fuente: AFP.