Una mañana de invierno en una cocina de Alemania, una pareja de investigadores están desayunando. Özlem Türeci y Ugur Sahin, al frente de la empresa emergente de biotecnología BioNTech, están de acuerdo: “Tenemos que dar el pistoletazo de salida” de las investigaciones sobre una vacuna contra un nuevo virus detectado en China.
Ugur Sahin acaba de leer una publicación científica que describe la fulgurante propagación de ese virus en Wuhan. “Concluyó que había muchas posibilidades de que una pandemia pudiera ser inminente”, cuenta su esposa, Özlem Türeci.
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Es el punto de partida de una epopeya que desembocará en la elaboración de la primera vacuna contra el COVID-19 que fue autorizada en el mundo occidental. Una proeza realizada en un tiempo récord.
El 24 de enero, la empresa decide que todos los recursos de su empresa, centrados hasta la fecha en la investigación de inmunoterapias contra el cáncer, queden dedicados a poner a punto un remedio contra esa neumonía viral de origen desconocido. Hay que actuar rápido. La operación se llama: “Velocidad de la luz”.
“Desde esa fecha [...] no hubo un solo día en el que no trabajáramos en ese proyecto”, afirma Türeci. Cuatro días después, el 28 de enero, Alemania confirma en su territorio el primer caso conocido de transmisión de humano a humano en suelo europeo. Menos de dos semanas más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS) designa por primera vez la nueva enfermedad: COVID-19.
El vidrio clave
La primavera empieza a florecer en Maguncia, una pintoresca ciudad de casas de madera en la que se encuentra la sede de BioNTech, cuando la epidemia originada en China se transforma en crisis sanitaria mundial. Las infecciones se disparan y los gobiernos se ven obligados a cerrar fronteras, escuelas, instituciones culturales y deportivas, administraciones. El mundo prácticamente se detiene.
De hecho, el “Mittlestand”, la red de pequeñas y medianas empresas (pymes) alemanas, empieza a prepararse para enfrentar el desafío que se avecina. A unos pasos de la sede de BioNTech, una empresa con 130 años de existencia, acelera el ritmo de sus cadenas de fabricación.
Aunque no sea muy conocido, el especialista del vidrio Schott se ha acabado erigiendo como un actor importante de la industria farmacéutica, por los millones de frascos que fabrica, utilizados en las investigaciones clínicas sobre el virus.
El vidrio de borosilicato en el que la compañía está especializada tiene una gran demanda, por su fuerte resistencia a las temperaturas extremas, de -80 ºC a 500 ºC. Una propiedad que se acabará revelando indispensable, pues la vacuna BioNTech/Pfizer se tiene que conservar a -70 ºC. Para finales de 2021, Schott espera haber fabricado ampollas suficientes para 2.000 millones de dosis de vacunas.
El COVID-19, la empresa lo sufre en sus propias carnes. Una importante planta de producción ubicada en Mitterleich, en Baviera, acabó estando en el centro de la pandemia, pues esa localidad se convirtió en uno de los primeros focos del nuevo coronavirus a raíz de una fiesta de la cerveza a la que asistió una multitud. En todo el mundo, la pandemia dejó a los aviones en tierra y transformó los bulliciosos aeropuertos en áreas tristes y desérticas.
Transporte farmacéutico
Aún así, en el centro farmacéutico de la compañía de transportes Lufthansa Cargo, situado en el aeropuerto de Fráncfort, la actividad se acelera y el estrés se multiplica. Se trata del mayor centro europeo dedicado al transporte farmacéutico y el año pasado trató 120.000 toneladas de cargamento. Ahora, se prepara para hacer transitar millones de dosis de vacuna.
En total, el sitio posee 12.000 m2 climatizados reservados para ese tipo de productos. Las temperaturas necesarias se consiguen en unos contenedores especiales gracias a bloques de hielo carbónico, de CO2 en estado sólido a -78,9 ºC. Pero Fraport, el gestor del aeropuerto de Fráncfort, no es la única empresa que ha invertido en la cadena de frío.
Ártico
En Baden-Wurtemberg (suroeste), la empresa Binder, otra pyme alemana, desconocida para muchos, entra en escena. ¿Su especialidad? Unos “supercongeladores” en los que “hace más frío que en el Ártico”, según los medios alemanes. De hecho, la temperatura de esos aparatos puede descender hasta -90 ºC.
La compañía de Tuttlingen, líder en el mercado, abasteció en primer lugar a los laboratorios; luego, a la logística y ahora trabaja con las autoridades alemanas para equipar los centros de vacunación. “Todo empezó en agosto, cuando recibimos pedidos de empresas de logística [...] que se dijeron: ‘tenemos que equipar nuestros almacenes con congeladores’”, afirma Anne Lenze, encargada de comunicación.
Desde entonces, “la demanda es tan alta que trabajamos las 24 horas del día, contratamos a empleados y seguimos buscando más”, subraya. El 18 de noviembre, apenas diez meses después de haberse decidido a lanzarse a la aventura, BioNTech anuncia, junto a su socio Pfizer, que su vacuna presenta un 95% de eficacia. Un nivel similar al de la vacuna de la firma estadounidense Moderna, con la que rivaliza en el desarrollo de la tecnología basada en el ARN mensajero. Los mercados bursátiles rebotaron en verde y el mundo entero recobró la confianza.
Taza de té
Pero en Maguncia prefieren no ceder a la euforia. Para festejar el acontecimiento, la pareja Türeci-Sahin se permite tomar... una taza de té. De todas formas, “el champán no es lo nuestro”, bromea Sahin durante una entrevista con la AFP. Mientras dan sorbos a la infusión, la pareja, de unos 50 años, hijos de inmigrantes turcos, “piensan en todo lo que ha ocurrido y en lo que va a pasar”.
A 600 km de allí, en la capital alemana, el bombero retirado Albrecht Broemme, un hombre robusto de 66 años con espesa cabellera cana, está ocupadísimo con una caja de Lego. Broemme, encargado de supervisar los seis centros de vacunación que Berlín quiere poner en marcha en el marco de una campaña nacional, construye una miniestación de vacunación con un mostrador de registro y varios pasillos de circulación.
“Ideé un sistema pensando [...] en los espacios necesarios para no crear ‘atascos’”, explica este experto en gestión de emergencias, delante del antiguo aeropuerto de Tegel, uno de los lugares en los que los berlineses podrán vacunarse. Se han instalado unos 450 centros de vacunación por todo el país. El más grande de ellos, situado en Hamburgo, podrá efectuar hasta 7.000 inyecciones diarias en las 64 consultas previstas para ello.
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Tanto en Hamburgo como en Berlín, los visitantes deberán seguir un circuito, desde el control de identidad hasta la vacunación propiamente dicha. La inyección estará precedida de una consulta médica y, al final de la cadena, los pacientes podrán descansar en “una sala de espera” donde se comprobará que la operación salió bien.
“Imaginamos que todo eso tomará una hora”, explica Albrecht Broemme. El 2 de diciembre, el Reino Unido se convierte en el primer país occidental en autorizar la vacuna de BioNTech/Pfizer. Otros países le siguen: Estados Unidos, Arabia Saudita, Singapur. Alemania, muy castigada por la segunda ola de contagios, se impacienta.
Berlín presiona para que la autoridad reguladora, la Agencia Europea del Medicamento (EMA), decida si autoriza el antídoto antes de la fecha prevista, el 29 de diciembre como muy tarde. El 21, la EMA da su visto bueno. Tras ello, la Unión Europea anuncia que la campaña de vacunación empezará el 27 de diciembre. En el centro de Hamburgo, las autoridades sanitarias afirman que están preparadas, mientras que BioNTech organiza formaciones en línea con médicos y enfermeros.
Policías armados
Los primeros camiones cargados con dosis de la vacuna salen del centro de producción de Pfizer, en Bélgica, el miércoles. Desde allí se dirigen, entre otros destinos, hacia los 25 centros de distribución designados por las autoridades alemanas, que los transportarán a los 294 distritos del país, según BioNTech.
A lo largo de todo el recorrido, el convoy está escoltado por policías armados. Alemania teme que se produzcan eventuales sabotajes, pues el movimiento antivacunas ha ganado fuerza desde el pasado verano.
En un primer momento, la vacuna se administrará a las personas más vulnerables, los mayores de 80 años. Para la canciller alemana, Angela Merkel, cada inyección representa una vida salvada. “Cuando vemos el número de personas que han muerto a causa de este virus, vemos cuántas vidas puede salvar la vacuna”.
Por todo el país, los equipos médicos móviles se desplazarán hasta las residencias de ancianos para efectuar las primeras vacunaciones. Mientras, quizá, Ölzem Türeci y Ugur Sahin se encuentren sentados a la mesa, dando sorbos a su taza de té mientras desayunan.
Fuente: AFP.