La radiación de los teléfonos móviles podría ser una de las causas, junto con el uso de plaguicidas y la deforestación, de la mortalidad de los insectos en Europa, según el análisis de más de un centenar de estudios realizados por una oenegé alemana.
La creciente exposición del medio ambiente a la radiación electromagnética tiene “probablemente una influencia en el mundo de los insectos”, estima este análisis, publicado el jueves, de los datos de 190 estudios realizados por la Asociación Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU) en colaboración con dos oenegés alemana y luxemburguesa.
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Este análisis se produce en un momento en que Europa se prepara para la próxima llegada de la tecnología 5G, que debe ofrecer una velocidad 100 veces más rápida que la de las redes 4G existentes y suscita numerosas advertencias, en particular de los ecologistas.
Según estas ONG, alrededor del 60% de los estudios muestran efectos negativos sobre las abejas, las avispas y las moscas. Estos efectos adversos van desde la pérdida de la capacidad de orientación debido a los campos magnéticos hasta el deterioro del material genético y de las larvas.
La radiación de los teléfonos móviles y de las redes inalámbricas como la wifi provocaría la apertura de los canales de calcio de las células de los insectos, dando lugar a una importante introducción de iones de calcio en el organismo.
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Este calcio, a altas dosis, desencadena reacciones en cadena en los insectos y un “estrés celular”, según el estudio. Entre estas reacciones figurarían “una alteración del sentido de la orientación y una disminución de la capacidad de reproducción”.
La biomasa de los artrópodos ha disminuido 67% en diez años en las praderas y 41% en los bosques europeos, según un estudio alemán publicado en octubre de 2019 en la revista Nature.
Fuente: AFP.
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The Offline Club populariza fiestas sin teléfonos ni redes sociales
- Londres, Reino Unido. AFP.
“¡Con mucho gusto se lo dejo! Para eso vine”, dice Lois Shafier, desprendiéndose de su teléfono móvil a la entrada de una fiesta del “Offline Club” de Londres. Aquí no hay mensajes, ni redes sociales, sino reuniones, en el mundo real. Las entradas para estas “desintoxicaciones digitales” de dos horas, en este “Club sin Conexión”, están agotadas. A mediados de febrero, la taquilla volvió a mostrar el cartel de “completo”, con más de 150 personas presentes, la mayoría jóvenes de entre 20 y 35 años.
Por disfrutar de ese momento sin teléfono pagaron 9,50 libras (unos 12 dólares). “Somos la generación de la tecnología y las redes sociales, pero estamos hartos. Queremos reconectarnos con el mundo real”, afirma Bianca Bolum, de 25 años. Esta es la segunda vez que esta diseñadora de joyas participa en una velada. Viene sola y espera conocer a otras personas.
Según Ofcom, organismo regulador y supervisor del sector de telecomunicaciones, radiodifusión y servicios postales de Reino Unido, los británicos de entre 25 y 34 años se conectan una media de cuatro horas y tres minutos por día a su móvil. Liliann Delacruz, de 22 años, explica que pasa unas diez horas diarias conversando con su familia o amigos y navegando en redes sociales. “Estoy aquí para salir de mi burbuja”, señala esta estudiante.
En las mesas en las que se sientan los participantes hay juegos y material para pintar. “Haber dejado mi teléfono es liberador”, afirma Harry Stead, un ingeniero de 25 años. “A menudo siento la necesidad de mirarlo”, por miedo a perderse algo.
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“Epidemia de soledad”
Lois Shafier se confiesa “adicta” al teléfono y afirma “odiar” eso. Esta ejecutiva de 35 años vino acompañada de una amiga con la que conversa mientras cose. Si estuviera en casa “seguro”, que estaba pegada a su teléfono. De hecho, cuando la velada termina, lo enciende rápidamente. Resulta irónico que los participantes conocieron la existencia del club a través de las redes sociales. “No estoy en contra de la tecnología. No digo que hay que deshacerse del teléfono”, explica Ben Hounsell, fundador del club de Londres. Pero “mucha gente se da cuenta de que dejarlo unas horas les hace bien”, afirma el joven de 23 años.
Desde que se abrió el club a finales de octubre, han participado más de 2.000 personas. “Está creciendo rápidamente”, explica. Este tipo de club ha llegado también a París, Barcelona y Dubái. El primero fue creado hace un año en Ámsterdam, por Ilya Kneppelhout y dos amigos. Para Kneppelhout, existe “adicción” al móvil y a las redes sociales. “Nos enganchamos sabiendo que no nos hace bien”, señala. Estos clubes sin conexión también responden a “una epidemia de soledad”. “La gente busca una interacción real con otras personas, lejos de las pantallas”, explica.
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“Tomar el control”
Ilya Kneppelhout se inspiró en clubes de lectura, como Reading Rhythms, en Nueva York, o el Silent Book Club, en varias ciudades del mundo, donde la gente se reúne para leer en compañía de otras personas. Para desconectarte del teléfono durante varios días, existen lugares de retiro en muchos países.
Incluso ‘influencers’ intentaron bajar el ritmo. La francesa Léna Mahfouf relató a sus millones de seguidores su “mes sin conexión” en noviembre. Venetia La Manna, escritora y creadora de contenido, conocida por su trabajo en temas de justicia social, sostenibilidad y bienestar emocional, se desconecta todos los fines de semana y lo da a conocer con el hashtag #offline48. “Estoy más con mis seres queridos. Duermo mejor. Soy más creativa”, explica a AFP.
En la mayoría de la gente, los móviles y redes sociales “no dañan la salud mental”, afirma Anna Cox, profesora de la Universidad UCL de Londres, especializada en la interacción entre humanos y tecnologías. Se trata más, según ella, de “oportunidades perdidas” de conversar con tu pareja.
Pero existen “estrategias excelentes” para controlar el uso del teléfono y redes sociales, como aplicaciones que establecen límites de tiempo. Configurar las pantallas en blanco y negro también las hace menos atractivas. “Necesitamos educarnos, especialmente los jóvenes, para controlar nuestros dispositivos”, enfatiza.
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Sin celulares en las escuelas, niños cariocas progresan y juegan en los recreos
Tras un año sin celulares en las escuelas en Rio de Janeiro, los alumnos aseguran que volvieron a jugar “como en los viejos tiempos” y su concentración en clase mejoró. Ahora toca el turno al resto de Brasil. Los estudiantes de este país de más de 200 millones de habitantes comenzaron el año escolar con los móviles prohibidos en aulas y recreos gracias a una nueva ley firmada en enero por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Brasil, que tiene más celulares que habitantes, se suma a un número creciente de naciones que recurren a este tipo de restricciones para arrancar los dispositivos de las manos de niños y adolescentes muy a menudo enganchados. “Fue difícil porque nos volvemos adictos, y cuando no lo tenemos (el celular), provoca una cierta abstinencia (...) pero después de que el hábito pasa, interactuamos más”, cuenta Kamilly Marques, de 14 años.
Esta alumna de la escuela pública Reverendo Martin Luther King en Rio dice a la AFP que ya ni siquiera se molesta en llevar su teléfono. No es la única. Solo unos pocos estudiantes se detienen bajo un gran mural del héroe de los derechos civiles estadounidense para colocar sus dispositivos en cajas de plástico antes de entrar a clase.
Si bien al principio pensó que la prohibición era “molesta” y “aburrida”, Marques ahora está más contenta porque sus notas y su vida social mejoraron. “Había un compañero de clase que sufría ‘cyberbullying’ y ni siquiera lo sabíamos, porque estábamos más concentrados en nuestros teléfonos que en nuestros amigos”, admite.
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Adictos y ansiosos
Según la Unesco a fines de 2024, el 40 % de los sistemas educativos del mundo tenían algún tipo de prohibición del uso de celulares, frente al 30 % del año anterior. El secretario municipal de Educación de Rio, Renan Ferreirinha, señala a la AFP que los profesores notaron que, tras la pandemia de covid, los chicos habían regresado a las aulas “más agitados, más impacientes, más adictos a los celulares y mucho más ansiosos”.
Una encuesta a padres en 2024 de la firma de investigación digital Opinion Box y la plataforma de la industria del móvil Mobile Time mostró que la mayoría de los niños brasileños tuvieron su primer celular a los 10 años en promedio. Mientras que los menores de tres años pasan casi una hora y media al día con el dispositivo, la cifra asciende a casi cuatro horas entre los de 13 y 16 años.
Un estudio de la alcaldía de Rio mostró “mejoras en la concentración, la participación en clase y el rendimiento de los estudiantes”, desde que se implementó la prohibición. Ferreirinha, también diputado federal, actuó como relator de la ley que extendió la prohibición a todo el país.
Si moderar el uso del teléfono “es difícil para un adulto, imagínese para un chico. No tiene ningún sentido que un profesor trate de dar clase mientras el niño está viendo un video en las redes sociales o jugando en su teléfono”, dice. En una reciente visita a una escuela, un niño le contó que habían vuelto a jugar como “en los viejos tiempos”.
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“Mucho más alegre”
Fernanda Heitor, de 46 años, subdirectora de la Reverendo Martin Luther King -con alumnos de entre seis y 16 años-, explica que antes de la prohibición las clases se habían vuelto “insostenibles”. “Hubo resistencia. Incluso hoy, algunos todavía esconden sus móviles cuando entran a la escuela”, cuenta, y describe el recreo de antes de la prohibición como “islas” de chicos sentados pegados a sus teléfonos.
“No interactuaban, no jugaban mucho, no hablaban. Ahora juegan (...) Esto ha transformado la escuela. Se ha vuelto mucho más alegre, animada”. La nueva ley brasileña permite el uso de celulares con fines educativos, de emergencia y salud. Fabio Campos, experto en educación y tecnología, considera que, si bien la ley es necesaria, a los alumnos se les debe enseñar a usar la tecnología de forma responsable.
“Brasil es un país de desigualdades. Muchos alumnos sólo tienen acceso a la tecnología en la escuela. Así que, si esto significa que las escuelas se volverán menos tecnológicas, es un fracaso”, dice a la AFP. Para Ferreirinha, los padres también deben imponer más límites en casa. En la Reverendo Martin Luther King, Pedro Henrique, de 11 años, todavía lleva su celular a la escuela y lo usa mucho en casa. “Lo extraño un poco” en los recreos, reconoce. Al final del día “me siento feliz porque lo voy a usar”.
Fuente: AFP.
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El daño al dar el celular a los niños “es algo irreversible”, advierte especialista
Desde diciembre de 2019, la Ley n.º 6463 establece una regulación de los teléfonos en las aulas, por la cual se deberán guardar durante el desarrollo de clases. Ahora, el diputado José Rodríguez plantea la prohibición de los celulares en las escuelas, exceptuando su uso didáctico y para emergencias. Este proyecto de ley abrió un debate, en que los especialistas señalan una realidad tenebrosa sobre el acceso liberado que se le da a los menores de edad a la tecnología
“Nadie sataniza la tecnología, pero el daño que están haciendo al dar celular a los niños desde los dos años, que los trata como adultos, es algo irreversible”, advirtió Miguel Ángel Gaspar, director de Paraguay Ciberseguro, en entrevista con la radio Universo 970 AM/Nación Media. “Nunca antes tuvimos tantos niños con diagnósticos de adultos, de depresión y hasta medicados por la sobreexposición y sobreestimulación por este dispositivo que no es académico”, agregó.
“Prohibimos armas, alcohol y cigarrillos en los colegios. ¿Por qué no hacemos lo mismo con los celulares, cuando sabemos que están causando un daño evidente?”, comentó el especialista en ciberseguridad, ante el temor de centrar el debate en la palabra “prohibición”. Citó ejemplos como Finlandia y España, que ya implementaron leyes para retirar los celulares de las aulas tras analizar múltiples estudios científicos que demuestran los efectos negativos de la hiperestimulación causada por estos dispositivos.
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El entrevistado señaló que algunos niños de apenas 6 años de edad ya comparten fotos desnudos o en ropa interior sin que los padres se animen a revisar los celulares; a los 7 u 8 años participan en grupos de WhatsApp (ante la insistencia de los propios profesores que creen que es el mejor canal para estar comunicados) pese al contenido violento, obsceno y sexual, y además resaltó que los casos de ciberacoso muchas veces terminan con la víctima cambiando de institución, ya que los protocolos actuales no son efectivos.
Gaspar propuso soluciones prácticas, como el uso de teléfonos básicos que solo permitan llamadas y mensajes, pero que no tengan acceso a redes sociales. Además, resaltó la importancia de establecer límites claros y educar a los padres sobre el control de dispositivos.
Distracciones y enfermedad
Por su parte, el pediatra Robert Núñez compartió en redes sociales su opinión, señalando riesgos asociados al uso temprano de estos dispositivos en niños, como la afectación del desarrollo socioemocional, ya que el uso indiscriminado de dispositivos móviles puede interferir en la interacción social de los estudiantes, disminuyendo su capacidad de establecer vínculos, de comunicarse de manera efectiva y de trabajar en equipo.
También comentó que las distracciones constantes que generan los móviles pueden perjudicar el rendimiento académico, limitando la capacidad de concentración y el desarrollo de habilidades cognitivas. Además, el tiempo prolongado frente a pantallas se asocia con problemas como fatiga visual, alteraciones de la postura y sedentarismo, incrementando el riesgo de obesidad infantil.
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Trombosis, un coágulo potencialmente mortal
Una de cada cuatro personas muere por afecciones relacionadas con la trombosis, según ha destacado la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) en el marco del Día Mundial de la Trombosis, que se conmemora este domingo, y en el que quiere hacer hincapié en la importancia de la prevención para evitar sufrir esta afección.
Desde la SETH se ha recordado que cada minuto una persona es diagnosticada de trombosis en el mundo. Además, cada seis minutos otra fallece como consecuencia de esta enfermedad. La trombosis es a su vez causante del infarto agudo de miocardio, el ictus isquémico y el tromboembolismo venoso (TEV).
El TEV “puede afectar a personas de todas las edades, razas y etnias, y puede manifestarse tanto en hombres como en mujeres. Determinados factores y situaciones pueden aumentar el riesgo de desarrollar un coágulo potencialmente mortal”, ha explicado el presidente de la SETH, Joan Carles Reverter.
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El tromboembolismo venoso es una causa importante de muerte y discapacidad en todo el mundo, hasta el extremo de que constituye la tercera causa de mortalidad cardiovascular tras el infarto agudo de miocardio y el ictus. Por ello, los especialistas recalcan la relevancia de conocer los factores de riesgo que pueden desembocar en esta afección.
Aunque en más de la mitad de los casos de trombosis venosa profunda y embolia pulmonar no es posible identificar una posible causa, se han identificado factores de riesgo asociados con el desarrollo de la enfermedad. Estos factores de riesgo incluyen, entre otros, la cirugía o traumatismos previos, los períodos prolongados de reposo o inmovilidad, el cáncer, el embarazo y el puerperio, los procedimientos relacionados con la reproducción asistida o la menopausia.
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Prevención
Desde la SETH consideran que es esencial explicar a la sociedad la naturaleza de la trombosis y realizar acciones divulgativas en favor de su prevención, como por ejemplo los consejos prácticos sobre hábitos de alimentación y modos de vida para combatir la obesidad y las costumbres sedentarias.
“Para reducir efectivamente el riesgo de trombosis, es esencial abordar la obesidad a través de una dieta saludable y ejercicio regular. Estas medidas pueden ayudar significativamente a reducir el riesgo de complicaciones trombóticas y mantener una salud cardiovascular óptima”, ha explicado Reverter.
Fuente: Europa Press