Seis meses después de que la OMS declarara la pandemia, el 11 de marzo, el COVID-19 ya forma parte de la vida diaria. Pero aunque cada vez se sabe más sobre este enemigo microscópico, nadie puede responder a la siguiente pregunta: ¿qué nos depararán los próximos meses?
Tras el fin de las vacaciones de verano, los contagios registran un alza contundente en Europa, especialmente en España, Francia y Gran Bretaña, si bien las cifras están muy por debajo de los máximos registrados en marzo y abril. “Miles de casos diarios es mucho. Es forzosamente preocupante”, indicó el martes el ministro francés de Sanidad, Olivier Veran.
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Si persiste esta tendencia, el Reino Unido vivirá un “período agitado en los próximos meses”, admitió a la BBC Jonathan Van-Tam, uno de los responsables de los servicios sanitarios británicos. Un aumento del número de contagios provocará “mecánicamente” un alza de los casos graves, según Veran. Pero ¿cuál será la proporción?
Muchos médicos temen una saturación de hospitales y servicios de reanimación, como sucedió con la primera ola. Actualmente, el virus circula sobre todo entre los jóvenes, menos vulnerables, pero el virus acabará alcanzando ancianos y personas frágiles, avisan.
Otros, menos pesimistas, destacan que la población más vulnerable ahora respeta más los gestos de prevención. E incluso hay expertos que creen en la hipótesis de que la población ya adquirió una inmunidad susceptible de evitar una nueva catástrofe.
Reinfecciones e inmunidad
¿Es posible la reinfección? El primer caso confirmado en el mundo, un treintañero de Hong Kong, estuvo más enfermo la primera que la segunda vez, lo que hace pensar a los especialistas que el sistema inmunitario aprendió a defenderse contra el virus. Pero sobre todo subrayan que no se pueden sacar conclusiones basadas en este y otros casos puntuales.
En general, la inmunidad contra el COVID-19 sigue siendo una incógnita. Los expertos investigan sobre todo la respuesta de los anticuerpos, pero también la de un tipo de células, los linfocitos T, potencialmente susceptibles de frenar la epidemia.
El papel de los niños
Los niños rara vez enferman gravemente del COVID-19 y en general, presentan síntomas leves o incluso ninguno. Pero se desconoce si son tan contagiosos como los adultos. “Cuando presentan síntomas, los niños excretan la misma cantidad de virus que los adultos y son igualmente contagiosos. No sabemos hasta qué punto los niños asintomáticos pueden infectar a otras personas”, resume el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades.
Varios estudios sugirieron que los niños transmiten poco la enfermedad, quizás porque tienen menos síntomas y por lo tanto tosen y estornudan menos y expulsan menos cantidad de virus. Muchos expertos precisan no obstante que en el caso de los adolescentes, el nivel de contagiosidad es seguramente similar al de los adultos.
¿Una vacuna eficaz pronto?
Hallar una vacuna eficaz y segura es la mejor manera de poner fin a la pandemia. Según los últimos datos de la OMS, existen 35 proyectos de vacunas en el mundo que ya están siendo objeto de ensayos clínicos con seres humanos. Nueve de ellos están en la tercera y última etapa o a punto de ingresar en ella, lo que implica ensayos con miles de voluntarios.
En una feroz competencia con enormes intereses financieros en juego, Estados Unidos, Rusia y China aceleran sus procedimientos con la esperanza de contar con una vacuna antes de fin de año, pero los especialistas alertan del riesgo de precipitarse y de saltarse etapas indispensables.
Prueba de la necesidad de extremar la prudencia, esta semana se puso freno al proyecto del laboratorio AstraZeneca y de la Universidad de Oxford, uno de los más avanzados, debido a la enfermedad por ahora “inexplicada” de un participante, que podría corresponder a un efecto secundario de la vacuna. La Agencia Europea del Medicamento estima que una vacuna aprobada y disponible mundialmente en cantidad suficiente podría no llegar hasta al menos inicios del 2021. Y en el peor de los casos, esto podría no suceder nunca.
Mascarillas y aerosoles
El vuelco fue espectacular: juzgado inútil en marzo, el uso de la mascarilla por parte de la población está hoy en día recomendado por la mayoría de autoridades sanitarias, como la OMS.
Entretanto, se descubrió que la COVID-19 no solo se transmite mediante la saliva expulsada por un enfermo o el contacto con las manos, sino también muy probablemente por las gotitas que quedan en suspensión en el aire (aerosoles).
Por ello, no basta con respetar la distancia de seguridad y la mascarilla se vuelve indispensable, especialmente en lugares cerrados, con mucha gente y mal ventilados. En algunos países, el porte es obligatorio incluso en la vía pública.
Los medicamentos
Hasta ahora, los ensayos clínicos solo demostraron la eficacia de un tipo de medicamentos para reducir la mortalidad: los corticoides, que combaten la inflamación que provoca el COVID-19, pero solo están indicados para las “formas severas y críticas” de la enfermedad, según la OMS.
El remdesivir, un antiviral, reduce el periodo de hospitalización, pero sus beneficios son relativamente modestos. En cambio, no se demostró científicamente la eficacia de la hidroxicloroquina, defendida por mandatarios como Donald Trump y Jair Bolsonaro y por el célebre doctor francés Didier Raoult.
Fuente: AFP.