Las mascarillas transparentes, además de proteger del COVID-19, facilitan la comunicación para los sordos que leen los labios, pero los precios aún elevados frenan su uso. A diferencia de la mascarilla clásica, el modelo transparente permite ver las expresiones faciales y leer los labios.
Su uso está ganando terreno poco a poco. Muestra de ello es que se encuentran tutoriales en YouTube para fabricarlas, el entrenador de fútbol americano Nic Seban lleva la suya en el campo de juego, la ministra francesa encargada de las personas discapacitadas la muestra en la Asamblea Nacional o una intérprete del lenguaje de señas del hospital de Portsmouth (Reino Unido) la exhibe en Twitter.
“La lectura labial es para mí una ventaja. Imagínese (o no) que con las mascarillas es complicadísimo”, declara a la AFP Vivien Laplane, un francés sordo de nacimiento y autor del blog “Appendre à écouter” (“Aprender a escuchar”).
Una pareja de sordos indonesios, modistos en Makasar, en la isla de Célebes, fabrica y comercializa desde abril mascarillas transparentes sin las cuales “es imposible para un sordo que lee los labios comprender lo que otros dicen”, explica Faizah Badaruddin quien, con su marido, produce dos docenas cada día.
De esta manera se facilita la comunicación y no solamente para los sordos o personas con problemas auditivos, que son 70 millones según la Federación Mundial de Sordos. La Federación Francesa de Logopedas explica que con las máscaras clásicas, “los pacientes están privados de la fuente principal del mensaje oral: la boca y las mímicas faciales”.
“Sé que es frustrante que mis alumnos no vean mi boca o la expresión de mi cara. Yo mismo fabriqué una mascarilla transparente porque es difícil encontrarlas”, dijo Rory Burnham Pickett, profesor en Sapporo, norte de Japón. Para evitar problemas, los gobiernos conceden homologaciones o hacen pedidos.
En Quebec, la Asociación de Personas con Deficiencia de Audición (APDA) encargó 100.000 mascarillas lavables con ventanas transparentes. “Las ventas se hacen muy rápidamente”, asegura su directora, Marie-Hélène Tremblay.
En Estados Unidos, ClearMask LLC anunció el martes haber recibido la aprobación de la FDA, la agencia estadounidense de medicamentos, para una mascarilla transparente de uso médico. La empresa producía ya máscaras transparentes no quirúrgicas.
Mascarillas para todos
Anissa Mekrabech, una francesa de 31 años con sordera, tuvo la idea de crear un prototipo de máscara transparente después de “pasar por la farmacia donde la comunicación con el personal se ha deteriorado considerablemente debido al uso de la máscara clásica”.
Cofundó la empresa ASA Initia y se unió a una importante asociación francesa para discapacitados con vista a desarrollar y comercializar la “mascarilla inclusiva”. Con 20.000 pedidos hasta la fecha, este modelo fue el primero en ser homologado en Francia, al que luego se sumó la “mascarilla sonrisa”, de la empresa Odiora. Según el gobierno francés, pronto se homologarán otras dos.
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Por parte de las asociaciones, Stéphane Lenoir, coordinador del Colectivo Handicap en Francia, considera las modelos transparentes “un avance”, pero “plantea la cuestión de la generalización y del costo”.
En Francia, una unidad vale entre 10,90 y 15 euros (13 a 18 dólares), y en Quebec, 10,99 dólares (9,27 euros). La estadounidense ClearMask ofrece un lote de 24 mascarillas a 67 dólares (56,5 euros). Rory Burnham Pickett dice que las mascarillas transparentes que se encuentran en Japón “vienen de Estados Unidos y son caras”.
En Francia, el gobierno reflexiona sobre los dispositivos de ayuda y los pedidos públicos, como preconizan las asociaciones. Para Sophie Cluzel, secretaria de Estado francesa encargada de las personas con discapacidad, “la promoción de las máscaras transparentes permitirá multiplicar la producción y reducir los costos de fabricación y, por tanto, los precios”. Clama Marie-Hélène Tremblay en Quebec: “Es necesario democratizar el uso de la mascarilla transparente”.
Fuente: AFP.