Un hermoso anillo de luz sobre fondo negro: astrónomos anunciaron este miércoles haber detectado una galaxia parecida a la Vía Láctea ubicada a 12.000 millones de años luz.
Repertoriada con el código SPT0418-47, se encuentra tan distante que su luz tardó más de 12.000 millones de años en llegar, por lo cual se la ve tal cual era cuando el universo tenía 1.400 millones de años, o sea, apenas el 10% de su edad actual, señala en una nota de prensa el Observatorio Europeo Austral (ESO), que participó en este descubrimiento. En aquel momento, las galaxias aún estaban formándose.
Pero, esta galaxia “bebé”, localizada por la poderosa red de radiotelescopios ALMA instalada en el norte de Chile, curiosamente se parece a la Vía Láctea: la misma gran densidad de estrellas alrededor del bulbo central y el mismo disco rotatorio.
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Una enorme sorpresa para los astrónomos que no creían que este tipo de estructura pudiera haberse formado hace ya 12.000 millones de años.
“Es la primera vez que se detecta la presencia de un bulbo en un Universo entonces tan joven, lo que le da a SPT0418-47 el carácter de ‘sosías’ más distante de la Vía Láctea”, se entusiasma el ESO.
Otra gran sorpresa de importancia para los científicos: “No hay ninguna traza de turbulencia o inestabilidad en el seno de la galaxia que inclusive parece sorprendentemente calma (...) lo que puede inferir que el Universo joven fue tal vez menos caótico de lo que se pensaba, inclusive poco después del Big Bang”.
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“Esto que hemos descubierto es bastante desconcertante: a pesar de que forma estrellas a un ritmo elevado y que es lugar de procesos altamente energéticos, SPT0418-47 es el disco galáctico mejor ordenado observado hasta la actualidad en el Universo joven”, precisa Simona Vegetti, del instituto alemán Max Planck, coautora del estudio publicado este miércoles en la revista científica Nature.
No obstante, “este resultado contradice al conjunto de previsiones de las simulaciones digitales y de datos de observación anteriores, menos detallados”, comenta Filippo Fraternali de la universidad de Groningen, en Holanda, quien también participó en este estudio.
Fuente: AFP.
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Histórico: creen que restos encontrados en el Everest tienen 100 años y son de un británico
Transcurridos 100 años con especulaciones sobre su destino, se cree que por fin se han descubierto parte de los restos de Andrew Comyn “Sandy” Irvine en el Everest. A la edad de 22 años, Irvine desapareció mientras intentaba conquistar el pico más alto del mundo, el 8 de junio de 1924, junto con su compañero de escalada, el famoso alpinista George Mallory.
La agencia AFP publicó este comunicado de prensa que trata sobre multimedia y la noticia completa se puede leer aquí: https://www.businesswire.com/news/home/20241010515547/es/
El descubrimiento fue realizado recientemente por un pequeño equipo formado por el explorador de National Geographic, fotógrafo, director ganador de un Academy AwardⓇ y escalador profesional Jimmy Chin, junto con los escaladores y cineastas Erich Roepke y Mark Fisher.
Lo que aparentemente es el pie de Irvine, envuelto en un calcetín y una bota, se encontró en el glaciar Central Rongbuk, en la cara norte del Everest, a una altitud inferior a la de los restos de Mallory. Los restos parciales, identificados con su nombre cosido en el calcetín, están ahora en posesión de la Asociación de Montañismo del Tíbet Chino, responsable de los permisos de escalada en la cara norte del Everest.
El hallazgo se comunicó a la Royal Geographical Society, que organizó conjuntamente con el Alpine Club la expedición de Mallory e Irvine, en lo que en aquel momento era la tercera ascensión británica al Everest. También se comunicó a la sobrina nieta y biógrafa de Irvine, Julie Summers, quien es una de los muchos parientes vivos de la familia. La familia Irvine se ha ofrecido a comparar los resultados de las pruebas de ADN con los restos para confirmar la identidad de Irvine.
“Cualquier expedición al Everest persigue la sombra de Irvine y Mallory”, declaró Chin. “Nosotros, desde luego, lo hicimos. Y a veces en la vida los mayores descubrimientos ocurren cuando ni siquiera se está mirando. Este ha sido un momento monumental y emotivo para nosotros y para todo nuestro equipo sobre el terreno, y lo único que esperamos es que esto pueda aportar por fin tranquilidad a sus familiares y al mundo del alpinismo en general”.
“Lo extraordinario es que este descubrimiento se haya producido en el año del centenario de la desaparición de Sandy”, declaró Summers. “He vivido con esta historia desde que tenía 7 años, cuando mi padre nos habló del misterio del tío Sandy en el Everest. La historia se hizo más real cuando los alpinistas encontraron el cuerpo de George Mallory en 1999, y yo me preguntaba si el cuerpo de Sandy sería el siguiente en descubrirse. Un cuarto de siglo después de aquel descubrimiento, no parecía muy probable que se encontrara algo nuevo. Cuando Jimmy me dijo que había visto el nombre de A.C. Irvine en la etiqueta del calcetín que había dentro de la bota, se me saltaron las lágrimas. Fue y seguirá siendo un momento extraordinario y conmovedor”.
El profesor Joe Smith, director de la Royal Geographical Society, se refirió al descubrimiento: “Como coorganizadores de la expedición al Everest de 1924 (con el Alpine Club), la Sociedad aprecia profundamente el respeto que el equipo de Jimmy Chin ha mostrado por los restos de Sandy Irvine y su sensibilidad hacia sus familiares y otras personas relacionadas con aquella expedición. Sandy fue una figura excepcional e hizo una contribución significativa a nuestra comprensión del Everest y del Himalaya. El hallazgo de sus restos supone un cierre para sus familiares y para la comunidad alpinista en general. Estamos muy agradecidos a Jimmy y a su equipo por haberlo hecho posible y por garantizar que Sandy esté en buenas manos. La Sociedad seguirá ayudando a Jimmy, a su equipo y a la familia de Sandy durante lo que inevitablemente será un período de intenso interés mundial”.
Irvine y Mallory eran alpinistas británicos que desaparecieron en 1924 durante una expedición organizada por la Royal Geographical Society y el Alpine Club para ser los primeros en hacer cumbre en el Everest. El misterio de si lo lograron antes de morir ha intrigado a escaladores e historiadores durante décadas. El cuerpo de Mallory fue descubierto en 1999 por el alpinista Conrad Anker, pero hasta ahora nunca se habían encontrado los restos de Irvine.
La escalada del equipo fue financiada por National Geographic Documentary Films para un próximo documental dirigido y producido por E. Chai Vasarhelyi y Chin, ganadores de un Oscar (Academy Award) y un BAFTA por “Free Solo”, y su empresa Little Monster Films.
Comunicado de la familia Irvine sobre el descubrimiento
“La familia Irvine está profundamente conmovida al enterarse del descubrimiento de parte de los restos de Sandy Irvine. Estamos muy agradecidos al equipo de alpinismo y filmación, dirigido por Jimmy Chin, que hizo el descubrimiento y que lo ha tratado con todo el respeto y profesionalidad. Nos alegramos de que los restos estén ahora en manos de la CTMA. Sandy Irvine era el miembro más joven de la expedición al Everest de 1924 y se perdió en la ladera superior de la montaña con George Mallory cuando ambos desaparecieron el 8 de junio de 1924″.
ACERCA DE JIMMY CHIN
Chin es un escalador profesional, esquiador, alpinista, miembro desde hace 20 años del equipo de atletas de The North Face y explorador de National Geographic. A lo largo de los últimos 20 años, Chin ha dirigido o participado en expediciones punteras de escalada y esquí de montaña en los siete continentes y participó en el primer y único descenso estadounidense en esquí desde la cima del Everest. Chin es también cineasta y fotógrafo de National Geographic. Ha trabajado con muchos de los exploradores, aventureros y atletas más importantes de nuestro tiempo, documentando sus hazañas en las condiciones y lugares más desafiantes del mundo. Junto con su esposa, Elizabeth Chai Vasarhelyi, ha codirigido las películas “Meru”, “Free Solo”, “The Rescue”, “Wild Life”, “Return To Space” y su primer guión, “Nyad”. Su próximo documental, “Endurance”, se estrena este fin de semana en el BFI London Film Festival. Chin y Vasarhleyi ganaron el Oscar® al mejor documental en 2019 por “Free Solo”.
Fuente: AFP
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¿Por qué no hemos sido contactados por otra civilización?
La humanidad lleva décadas enteras disparando todo tipo de señales a lo largo y ancho del universo observable. La búsqueda de vida extraterrestre solo arrojó algún dudoso indicio, pero ninguna prueba concluyente hasta el momento.
- Por Gonzalo Cáceres
- Periodista
- Fotos AFP
La Vía Láctea (nuestra galaxia) contiene cientos de miles de millones de estrellas y más allá también existen otros cientos de miles de millones de galaxias, cada una con su propio conjunto de estrellas, planetas y otros cuerpos celestes, lo que nos lleva a aceptar la existencia de planetas muy similares a la Tierra, con agua líquida y atmósferas potencialmente habitables.
La existencia de vida inteligente fuera de nuestro mundo es de los grandes enigmas que estimulan nuestra experiencia como seres pensantes e innovadores. Consecuentemente, la respuesta viene por su propio peso, porque la lógica dicta que resulta difícil aceptar que no haya otra civilización más que la nuestra habitando en el vasto universo.
INDICIOS
Con la ayuda de potentes telescopios espaciales, sondas, misiones y otros instrumentos, la humanidad ha sido capaz de comenzar el estudio de una ínfima parte del universo en longitudes de onda de radio, revelando fenómenos como púlsares, cuásares y el fondo cósmico de microondas, entre otros.
Es así que el 15 de agosto de 1977 tuvo lugar el considerado “incidente” más importante en la materia. Ese día, un proyecto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) del radiotelescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio, bajo el mando del astrónomo Jerry Ehman, recepcionó una señal que duró aproximadamente 72 segundos. Fue significativamente más intensa que el ruido de fondo normal y parecía ser de origen externo al sistema solar.
Esta señal estaba centrada alrededor de una frecuencia de 1420 MHz (resonancia natural del hidrógeno, el elemento más abundante en el universo) y fue tan inusual que Ehman escribió “Wow!” en el margen del registro de datos impresos. A pesar de muchos intentos de escucharla de nuevo, nunca más volvió a detectarse, lo que generó una lluvia de especulaciones y debates sobre su origen.
Otro de los eventos importantes tuvo lugar el 19 de octubre de 2017, cuando el astrónomo Robert Weryk con el telescopio Pan-STARRS1 (Hawái) avistó el primer objeto interestelar confirmado en visitar nuestro sistema solar. Lo llamaron Oumuamua (mensajero de lejos que llega primero, en hawaiano).
Según los cálculos, Oumuamua vino probablemente de la dirección de la constelación de Lyra y pasó cerca del Sol. Por sus características únicas y misteriosas (forma alargada y parecida a un cigarro, con dimensiones de unos 800 metros de largo y 80 metros de ancho) levantó especulaciones sobre su posible origen natural o artificial.
DEMASIADAS CHANCES
¿Por qué aceptar la existencia de otra forma de vida inteligente? Los distintos proyectos activos de investigación en astronomía y astrobiología han identificado unos 4.000 exoplanetas, de los cuales cientos ostentarían ecosistemas que se condicen con la vida, por citar algunas de las más promisorias: TOI-700 d, LHS 1140 b y/o unos exoplanetas localizados en el sistema (4) TRAPPIST-1.
Pero veamos algo más concreto. Ubicado a unos 1.400 años luz de distancia en la constelación de Cygnus, un serio candidato para albergar vida es, por ejemplo, el exoplaneta Kepler-452b. Se encuentra dentro de la zona habitable de una estrella muy similar al Sol, tan semejante a nuestro mundo en tamaño, órbita y composición, por lo que recibió el apodo de Tierra 2.0.
Sobre Kepler-452b se especula que podría tener agua líquida en su superficie, lo que eleva las probabilidades de que al menos albergue algún tipo de vida vegetal o forma animal. Como Kepler-452b hay cientos y seguramente miles de millones de mundos que aguardan por revelar sus secretos. ¿En cuánto tiempo podríamos alcanzar uno de estos planetas? Con las fuentes de energía y tecnología de transporte y propulsión actual, lo más probable es que no será pronto.
Suponiendo que entre uno de estos miles de millones de mundos habitables se encuentre una con vida inteligente, una civilización tan avanzada o más que la nuestra o con la tecnología como para dominar el paso por el espacio profundo, ¿por qué no nos han contactado? Hay que entender que nuestra tecnología actual puede no ser lo suficientemente sensible para detectar las señales extraterrestres débiles o podríamos estar buscando en el lugar equivocado del espectro electromagnético.
Así, convencida de la existencia de vida inteligente en algún lugar del cosmos, la comunidad científica se inclinó por una serie de teorías que tratan de dar lógica a nuestra “soledad” en el universo.
GRAN FILTRO
La teoría del gran filtro postula que existe algún tipo de obstáculo que impide que las civilizaciones avancen desde etapas simples (como la vida unicelular) hasta formas de vida complejas y tecnológicamente aptas para colonizar el espacio. Este filtro podría estar relacionado con eventos catastróficos, extinciones masivas o con problemas inherentes a las civilizaciones, como la autodestrucción a través de armas y/o el cambio climático.
RAREZAS
Hay una línea de teóricos que sugieren que la vida compleja e inteligente podría ser extremadamente rara (no única) en el universo. Esto podría deberse a condiciones específicas que favorecen el desarrollo de la vida, como la estabilidad a largo plazo de un entorno planetario o la existencia de agua líquida, entre otras.
También se debe tener en cuenta que es posible que las formas de vida extraterrestre sean diferentes en términos biológicos y culturales, y, por lo tanto, sus formas de comunicación podrían ser radicalmente distintas a las nuestras.
DISTANCIA Y TIEMPO
Se calcula que la Vía Láctea, nuestra galaxia, tiene un diámetro de aproximadamente 100.000 años luz (la distancia que la luz viaja en un año en el vacío, aproximadamente 300.000 kilómetros por segundo) que equivale a aproximadamente 9.461 billones de kilómetros.
La estrella más cercana a nuestro Sol, Proxima Centauri, está a unos 4,24 años luz y el centro de la Vía Láctea está a unos 26.000 años luz de nuestro sistema solar.
Aunque la vida extraterrestre puede existir, las distancias entre estrellas son tan grandes que el tiempo requerido para que la luz y las señales viajen entre sistemas estelares puede ser prohibitivo. Esto dificulta tanto el contacto directo como la detección de señales débiles de radio o luz. Es decir, el universo sería tan ridículamente vasto que entorpece toda forma de contacto.
ETAPAS
De existir, las civilizaciones extraterrestres pueden no haber alcanzado un nivel tecnológico lo suficientemente avanzado como para ser detectadas o para comunicarse efectivamente a través del espacio interestelar. O podrían estar en una etapa de desarrollo muy diferente a la nuestra, centradas en otras cuestiones y no en el contacto.
¿PARA QUÉ CONTACTARNOS?
Yendo a un plano filosófico, las civilizaciones extraterrestres podrían optar por no revelarse y/o comunicarse con otras menos desarrolladas o mucho más avanzadas por razones varias o por evitar interferir en su evolución.
Aquí no hablamos de una cuestión ética, sino que podemos plantear la pregunta de si de verdad nos consideran avanzados o, en todo caso, primitivos e impulsivos y un auténtico peligro para su propia seguridad y existencia.
¿LOS ÚLTIMOS?
El planeta Tierra se formó hace 4,5 mil millones de años, aproximadamente, y las primeras formas de vida surgieron a los 3,8 mil millones de años. El primer eslabón conocido de la cadena evolutiva humana apareció hace entre 6 y 7 millones de años y el hombre moderno lo hizo “recién” hace 200.000 años.
Sumeria, la primera civilización humana de la que hay registro histórico, data de hace unos 6.000 años y la exploración espacial arrancó hace poco menos de 70 años. Es decir, en términos del cosmos, somos muy verdes aún.
Una teoría bastante pesimista señala que tal vez la humanidad llegó tarde. Es decir, seríamos los últimos, la última forma de vida inteligente.
PELIGROS
Por otra parte, existen posiciones que sostienen que estaríamos mucho más seguros solos y en silencio. La controvertida teoría del bosque oscuro presume que el universo sería como una enorme y densa selva, que cuenta con toda una cadena alimentaria conformada.
De entre las diversas especies, la humanidad no sería precisamente el eslabón más fuerte de esta cadena. Por ello, estaría más bien siendo protegida por su todavía obsoleta tecnología, lo que evitaría el destaque y la consecuente exposición a los potenciales seres hostiles que acechan entre las estrellas.
Por último, es preciso tener en cuenta que estas teorías no son mutuamente excluyentes y que la respuesta al gran enigma puede ser una combinación de múltiples factores. La investigación continúa en áreas como la astrobiología, la búsqueda de exoplanetas y la exploración del espacio interestelar, lo que probablemente arrojará resultados en el futuro.
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Megatelescopio logró récord al detectar la galaxia más lejana conocida
El telescopio espacial James Webb superó su propio récord de rango de observación al detectar la galaxia más distante y antigua que se haya descubierto, que existió 290 millones de años después del Big Bang, anunció ayer jueves la NASA. La agencia espacial estadounidense explicó que esta brillante galaxia presenta particularidades que tienen “profundas implicaciones” para comprender las primeras edades del universo.
Stefano Carniani y Kevin Hainlin, dos investigadores que participaron del descubrimiento, dijeron en un comunicado que la llamada JADES-GS-z14-0 “no es el tipo de galaxia que han predicho modelos teóricos y simulaciones computarizadas” en el universo primitivo. “¡Estamos encantados de ver la extraordinaria diversidad de galaxias que existían en el amanecer cósmico!”, añadieron.
En astronomía, ver lejos es lo mismo que retroceder en el tiempo. Por ejemplo, la luz solar tarda ocho minutos en llegar a la Tierra y por eso vemos al Sol como era hace ocho minutos. Al mirar aún más lejos, es posible percibir esos objetos como eran hace miles de millones de años.
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Cuando el brillo de las galaxias más distantes llega a la Tierra, la expansión del universo va estirando y desplazando esa luz hacia el rango infrarrojo, un espectro que el James Webb es capaz de detectar con una claridad sin precedentes. Este megatelescopio opera únicamente en el espectro infrarrojo para explorar el universo más joven, una de sus principales misiones.
Desde su lanzamiento en diciembre de 2021, el telescopio ha observado galaxias muy distantes, pero con el anuncio del jueves bate su propio récord de rango de observación. Se estima que la luz de esta nueva galaxia tardó más de 13.500 millones de años en llegar hasta la Tierra (el Big Bang sucedió hace 13.800 millones de años).
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Según la NASA, esta galaxia es “excepcionalmente brillante considerando su distancia” y se estima que su masa es cientos de millones de veces superior a la del Sol. El hallazgo supera el récord previo de la galaxia más antigua conocida, la JADES-GS-z13-0, que existió 320 millones de años después del Big Bang.
Una de las preguntas que este descubrimiento despertó en los investigadores fue: “¿Cómo puede la naturaleza crear una galaxia tan grande, masiva y brillante en menos de 300 millones de años?”. Considerado una joya de la ingeniería, el telescopio James Webb está estacionado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra y es utilizado por científicos de todo el mundo para investigaciones.
Fuente: AFP.
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Descubren un agujero negro atípico en la Vía Láctea
El telescopio espacial europeo Gaia, consagrado a la cartografía de la Vía Láctea, descubrió un agujero negro de una masa récord que representa 33 veces la del Sol. Algo jamás visto en nuestra galaxia, según un estudio publicado este martes.
El objeto, bautizado Gaia BH3 y situado a 2.000 años luz de la Tierra, en la constelación del Águila, pertenece a la familia de los agujeros negros estelares que surgen del colapso de estrellas masivas agonizantes. Son mucho más pequeños que los agujeros negros supermasivos situados en el corazón de las galaxias, cuyo proceso de formación es desconocido.
El descubrimiento de Gaia BH3 se debió “al azar”, dijo a la AFP Pasquale Panuzzo, investigador del instituto CNRS en el Observatorio de París-PSL, y principal autor de los trabajos publicados en Astronomy & Astrophysics Letters. Los científicos del consorcio Gaia estaban analizando los últimos datos de la sonda, con miras a la publicación del próximo catálogo en 2025, cuando hallaron un sistema de estrellas binarias particular.
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“Veíamos una estrella un poco más pequeña que el Sol (75% de su masa) y más brillante, que giraba alrededor de un compañero invisible”, lo que se podía inferir por las perturbaciones que le provocaba, dice Pasquale Panuzzo, responsable adjunto del tratamiento espectroscópico de Gaia.
El telescopio espacial da la posición precisa de las estrellas en el cielo y los astrónomos pudieron entonces caracterizar las órbitas y medir la masa del compañero invisible de la estrella: 33 veces la del sol.
Observaciones más avanzadas de telescopios en tierra confirmaron que se trataba bien de un agujero negro, de una masa mucho más importante que la de los agujeros negros de origen estelar ya conocidos en la Vía Láctea, entre 10 y 20 masas solares. Tales mastodontes ya fueron detectados en las galaxias lejanas, a través de las ondas gravitacionales. Pero “nunca en la nuestra”, dice el doctor Panuzzo.
Agujero negro durmiente
Gaia BH3 es un agujero negro “durmiente”: está muy lejos de su estrella compañera para sacarle materia y no emite, por lo tanto, ningún rayo X, lo que hace su detección muy difícil. El telescopio Gaia logró hallar los dos primeros agujeros negros inactivos (Gaia BH1 y Gaia BH2) de la Vía Láctea, pero estos tienen masas estándar.
A diferencia del sol, la pequeña estrella del sistema binario de BH3 es “muy pobre en elementos más pesados que el hidrógeno y el helio”, explicó el Observatorio de París en un comunicado. “Según la teoría, solo las estrellas pobres en metales pueden formar un agujero negro tan masivo”, señala Panuzzo. El estudio sugiere por lo tanto que el “progenitor” del agujero negro era una estrella masiva también pobre en metales.
La estrella del sistema, de 12.000 millones de años, “envejece muy lentamente”, mientras que la que formó el agujero negro “solo ha vivido 3 millones de años”, agrega. ”Estas estrellas pobres en metales estaban muy presentes al comienzo de la galaxia. Su estudio nos da informaciones sobre su formación”, agrega el científico.
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Otra curiosidad de la pareja estelar es que el disco de la Vía Láctea gira en sentido contrario al de las otras estrellas. “Tal vez porque el agujero negro se habría formado en otra galaxia más pequeña que habría sido devorada en los comienzos de vida de Vía Láctea”, añade.
La sonda Gaia de la ESA (Agencia Espacial Europea), que opera a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra desde hace 10 años, suministró en 2022 un mapa en tercera dimensión de las posiciones y movimientos de más de 1.800 millones de estrellas.
Fuente: AFP