Por un aparentemente instrascendente chasquido de dedos, un estadounidense de origen mexicano fue tratado de racista, odiador serial, por la foto del gesto en redes sociales, y fue despedido de lo que consideraba “el empleo de su vida”. Al conocerse su historia, ahora las redes dan la vuelta a la tortilla, y señalan a la empresa que lo despidió por discriminación.
El 3 de junio pasado, Emmanuel Cafferty, de vuelta a su casa luego de su rutina laboral, iba en una camioneta de la empresa para la cual trabajaba con la ventana abierta y el brazo izquierdo a la vista, momento en el que realizó un gesto uniendo sus dedos como si fuera a dar un OK, lo hizo varias veces y de manera distraída, sin intención alguna, relató el mismo.
Cafferty, de 47 años, fue entrevistado por la BBC News Brasil, donde reveló con detalles todo lo acontecido ese día. Tras finalizar su trabajo, que hasta ese momento transcurría con total normalidad, pero luego pasó a convertirse en una pesadilla.
El estadounidense Emmanuel Cafferty, hijo de inmigrantes mexicanos y sin estudios superiores, quien dedicaba su día a inspeccionar las redes subterráneas de gas y electricidad de la ciudad de San Diego, California, estaba viviendo su sueño americano.
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Ganaba US$ 41 la hora, el doble que en su empleo anterior, contaba con cobertura de salud y de jubilación por primera vez en su vida. Seis meses atrás, cuando había conseguido el puesto, él, sus tres hijas y sus nietos salieron a comer para festejarlo.
Comentó que en esa calurosa jornada, de vuelta a su casa y tras realizar una gesticulación con el dedo sin darle mayor importancia, “un desconocido con un celular y una cuenta de Twitter puso mi vida del revés”.
Continuó diciendo: “Ese hombre comenzó a tocar la bocina y a insultarme. Gritaba: ‘¿va a seguir haciendo eso?’ y sacó el celular para fotografiarme. Pensé que tal vez le había cerrado el paso en el tráfico, por accidente. Pero estábamos los dos parados en el semáforo y yo no entendía nada”.
Dos horas más tarde, su supervisor lo contactó para contarle que había sido denunciado a través de las redes sociales como racista y que estaba suspendido en el trabajo sin goce de sueldo. Una hora más tarde, sus compañeros llegaron a su casa y llevaron el vehículo y la computadora de la empresa.
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¿Qué es la “cultura de la cancelación”?
Y, finalmente, cinco días después de lo acontecido fue despedido. “Así fue como perdí el mejor empleo de mi vida”, lamentó Cafferty. Y según medios internacionales, este acontecimiento al igual que muchos otros similares es atribuida a la “cultura de la cancelación”.
Para entender mejor de qué estamos hablando, cabe mencionar la reciente la muerte de George Floyd, un hombre negro que murió a manos de un policía blanco. Esto desató la más grande manifestación contra el racismo en toda la historia de Estados Unidos.
Y al parecer no se ha quedado ahí, ya que en ese sentido el chasquido de dedos de Cafferty fue interpretado por otro conductor como un gesto específico: un símbolo usado por blancos que se creen superiores.
Al momento de la entrevista, Cafferty dijo que no tenía ni idea de que el gesto que se le atribuye, comúnmente asociado con un “OK” de los Estados Unidos, pudiese tener connotaciones racistas.
El denunciante admitió ante la NBC que tal vez exageró en su interpretación al haber etiquetado en su publicación a la empresa en la que Cafferty trabajaba y que su intención no era que se lo despida. Luego el usuario borró el mensaje original e incluso la cuenta de Twitter.
Un efecto colateral
“Una multitud de Twitter me canceló. Ya llamé a todos mis exempleadores en las seis semanas desde que aconteció el episodio y nadie me llama de vuelta. Lo primero que hace un empleador a la hora de contratar es poner el nombre en Google. El mío quedó ligado a este episodio, sin importar si era cierto o no. No sé cómo voy a seguir con mi vida de aquí para adelante”, exclamó el exfuncionario.
El caso de Cafferty es considerado como el peligroso efecto colateral de la llamada “cultura de la cancelación”. Un movimiento que se inició hace algunos años para ser la voz de los grupos menores y forzar acciones políticas de marcas o figuras públicas.
Funciona de la siguiente manera: un usuario de redes sociales presencia un acto que considera equivocado, lo graba en video o lo fotografía y lo publica en su cuenta, y etiqueta a personas o empresas con el fin de expandir la publicación, con el objetivo de lograr que se viralice el mensaje.
La conocida “cultura de cancelación” va más allá de la típica polémica. Es un ataque directo a la reputación, que amenaza toda la existencia de la persona cancelada. Muy frecuente en los Estados Unidos y que hoy en día también desacredita a comunes y simples mortales como Emmanuel Cafferty.