Nueva York, Estados Unidos. AFP.

Un inmenso y vetusto galpón sin ventanas de Nueva York que recibe cada día más de un millón de paquetes y cartas de todo el mundo se ha convertido en uno de los frentes de lucha contra el fentanilo, la droga que mata más estadounidenses, unos 130 por día.

En el centro internacional de correos del aeropuerto JFK de Nueva York, que recibe un 60% de la correspondencia llegada al país, decenas de oficiales de la CBP -la agencia de Aduanas y Protección de Fronteras- inspeccionan día y noche paquetes en busca de drogas.

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Buscan sobre todo fentanilo fabricado ilegalmente, un opiáceo sintético hasta 50 veces más potente que la heroína y hasta 100 veces más fuerte que la morfina y que también es recetado a veces legalmente para calmar el dolor.

“Es como hallar una aguja en un pajar”, asegura un agente en medio de esta enorme caverna iluminada con lámparas fluorescentes.

Unas 32.000 personas murieron por sobredosis ligadas a opiáceos sintéticos en 2018, un 46% de todas las sobredosis mortales por droga en EEUU, según cifras aún provisorias del Centro para el Control de Enfermedades.

ENTREGA A DOMICILIO

La gran mayoría del fentanilo incautado en esta central de correos, o sus análogos -de efecto similar, pero con una estructura molecular diferente- ha sido comprado a través de la “dark web”, sobre todo en China.

Los usuarios pagan en general con criptomonedas, o incluso con una simple tarjeta de crédito o PayPal.

Los usuarios, que reclaman la droga cada vez más pura, “pueden ordenar fentanilo directamente de China y hacer que lo envíen hasta el porche de su casa”, explica Ray Donovan, jefe de la DEA para la región de Nueva York, que comenzó su carrera en la patrulla fronteriza de San Diego.

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