Beira, Mozambique. AFP.
En Beira, la segunda ciudad de Mozambique, azotada por el ciclón Idai y las inundaciones, médicos y enfermeros trabajan dentro de carpas blancas montadas de urgencia en el patio del hospital de Macurungo, un barrio pobre de esta ciudad, para rastrear los posibles casos de cólera.
Unas decenas de pacientes sospechosos de haber contraído cólera están repartidos en función de la gravedad de sus síntomas. “No queremos dejar lugar a dudas. Todos los casos de diarrea son tratados como posibles casos de cólera”, explica a la AFP un responsable de sanidad local.
En la entrada de las carpas se huele el cloro utilizado con agua para desinfectar las botas de los que ingresan. Dos semanas después del paso del devastador ciclón, las autoridades y las organizaciones humanitarias hacen lo posible para frenar la epidemia.
Se registraron en Beira y sus alrededores al menos 139 casos, según las cifras oficiales publicadas el jueves. “Hasta ahora, nadie murió de cólera”, insistió el director general de salud mozambiqueño, Ussein Isse.
Pero todas las condiciones están reunidas para que este balance sea mucho más grave en las próximas semanas. El ciclón Idai dejó unos 500 muertos y centenares de miles de personas sin vivienda. Muchos de ellos viven en zonas aún inundadas con agua sin tratar.
AGUA CONTAMINADA
“El cólera se propaga a través de la materia fecal. Una inundación repleta de agua sin tratar, de letrinas, contamina el agua”, subraya David Wightwick, a cargo de las operaciones en la zona siniestrada para la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Es una enfermedad que se propaga fácilmente”, insiste. En una de las carpas, Victoria limpia a su hija Irene, de tres años. “Tiene diarrea porque bebió agua contaminada hace unos días”, explica la mujer. “Luego de las inundaciones ya no teníamos agua potable, pero teníamos sed, no teníamos opción”, explica.