Londres, Reino Unido AFP |

El 31 de octubre del 2008 nacía, con una intención claramente política, el bitcóin, la primera moneda virtual descentralizada. Diez años después, esta criptomoneda alimenta un complejo ecosistema pero sigue sin convencer en las altas esferas económicas.

Cuando se habló de él por primera vez hace diez años, el bitcóin nacía con una visión política.

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Apareció en un libro blanco publicado en internet por Satoshi Nakamoto, un pseudónimo cuya identidad real -¿persona o grupo?- sigue sin conocerse, con el objetivo de “efectuar pagos en línea directamente de una persona a otra sin pasar por una institución financiera”.

Esta ambición se alimentaba de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, ocurrida un mes antes, que desprestigió el sistema de “monedas tradicionales en las que una pequeña élite de banqueros se enriquece mucho, establece las reglas monetarias y las impone a todo el mundo”, subraya Pierre Noizat, fundador de la primera plataforma francesa de venta de bitcoines en el 2011.

El 3 de enero del 2009 se crea el primer bloque que genera 50 bitcoines. La primera transacción entre dos cuentas tiene lugar nueve días después.

El bitcóin evoluciona durante años fuera de los radares del gran público, interesando únicamente a los apasionados de la informática o a los blanqueadores de dinero.

Cuando nació, en octubre del 2009, el bitcóin apenas valía 0,00076 dólares.

El 22 de mayo del 2010, un programador de Florida paga a un internauta 10.000 bitcoines para que le entregue dos pizzas. Es la primera transacción conocida en el mundo real, equivalía entonces a 42 dólares y marcaba el nacimiento del “Bitcoin Pizza Day”. Actualmente, equivaldría 64,2 millones de dólares.

En el 2013, la criptomoneda supera ya los 1.000 dólares y empieza a atraer la atención de las instituciones financieras. El Banco Central Europeo señala un funcionamiento peligroso mientras que el otrora presidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke, celebra su potencial.

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