Incluso en la ciudad que nunca duerme sus estresados habitantes, con largas jornadas y trabajos ultracompetitivos, necesitan recargar baterías. Pero en vez de optar por un espresso, bebidas energéticas o un cigarrillo, cada vez más neoyorquinos eligen dormir una breve siesta en horario de trabajo.
En medio de una creciente inquietud por el bienestar y la salud que ha disparado el consumo de jugos verdes, el té matcha o el kava, surgen en Nueva York y otras grandes ciudades de EEUU varios lugares donde es posible pagar para dormir la siesta. Uno de ellos es Nap York, un edificio de tres pisos en pleno Manhattan, muy cerca de Penn Station, que abrió hace tres meses y también ofrece yoga, meditación y bebidas y comida saludable en un ambiente silencioso. Por 12 dólares, es posible alquilar durante media hora una pequeña cabina individual de madera a cualquier hora del día o de la noche. A partir de fines de mayo también podrán alquilarse hamacas en el techo para sestear al arrullo del aire primaveral.
“Es muy difícil encontrar paz y tranquilidad en Nueva York”, dijo a la AFP Stacy Veloric, la directora de marketing de Nap York. “Queremos alojar a todos los neoyorquinos exhaustos”. Nap York abrió con solo siete cabinas, pero la demanda superó las expectativas y debió agregar rápidamente 22 más.
Solo un 24% de los neoyorquinos duermen ocho o más horas por día, apuntó un estudio del Siena College. Y si se tienen en cuenta los traslados entre el hogar y el empleo, Nueva York es la ciudad donde más se trabaja en todo EEUU: más de 49 horas semanales, según un estudio de la municipalidad.
Un tercio de los estadounidenses duerme menos de lo que debería, asegura el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EUU. Malhumor, baja productividad, problemas para concentrarse, creatividad cero y ausencias: la falta de sueño cuesta a la economía estadounidense hasta US$ 411.000 millones anuales, y el equivalente a 1,2 millones de días laborales al año.
35 MINUTOS DE DESCANSO
Laura Li es una de las neoyorquinas que prefiere una siesta de 35 minutos a tomarse un café cuando está cansada. Esta correctora de una publicación sobre viajes de 28 años duerme la siesta cada semana en Yelo Spa, que desde hace 11 años ofrece una habitación especial para sestear en Nueva York.
Li ingresa en una cabina hexagonal que parece salida de un filme de ciencia ficción y se acuesta en una cama que será colocada en posición de gravedad cero, rodillas dobladas y pies elevados para descender el ritmo cardíaco y facilitar el sueño.
En 35 minutos, Li se despertará “con un amanecer simulado, gradual”, explica Maya Daskalova, gerente del lujoso YeloSpa de Quinta Avenida, frente a la célebre Trump Tower. ¿El precio? Un dólar el minuto, con un mínimo de 20 y un máximo de 40.