La gira del príncipe Guillermo por el Caribe pretendía enviar una señal fuerte en vísperas del jubileo de platino de su abuela, la reina Isabel II, pero se vio empañada por numerosos protestas marcando tal vez un cambio de paradigma para el futuro.
En lugar de las sesiones fotográficas cuidadosamente coreografiadas, en Bahamas y Jamaica, Guillermo, de 39 años, y su esposa Catalina, de 40, fueron exhortados a pedir perdón por el pasado esclavista del Reino Unido.
La familia real británica se benefició de la “sangre, el sudor y las lágrimas” de los esclavos, dijo el comité nacional de reparación de Bahamas, pidiendo indemnizaciones por el “saqueo” que los territorios y pueblos colonizados sufrieron durante siglos.
Y el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, le aseguró a Guillermo antes las cámaras de televisión que su país “avanza” hacia un régimen republicano. Independiente desde 1962, Jamaica es una monarquía constitucional y su jefa de estado es Isabel II, como en otros 14 países de la Mancomunidad británica o Commonwealth
Pero podría seguir la tendencia iniciada por Barbados, que en noviembre se convirtió en república. En opinión del poeta jamaicano y activista rastafari Mutabaruka, acabar con la monarquía cambiaría la forma en que el pueblo “se ve a sí mismo”. “No va a cambiar el precio de los alimentos, pero tiene implicaciones psicológicas en la mente y la conciencia de la gente”, declaró al periódico The Jamaican Observer.
“Ya es hora de cambiar”, dice a la AFP Tameka Thomas, propietario de un comercio en la isla. “La reina Isabel es la reina de Inglaterra, no de Jamaica. Debería quedarse en Inglaterra”, agrega.
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No ha pedido disculpas
El papel de la monarquía británica en la trata de esclavos se remonta al siglo XVI, cuando la reina Isabel I financió a uno de los grandes traficantes de la época, John Hawkins.
En el siglo XVII, el rey Carlos II propulsó después el comercio de esclavos e invirtió fondos privados en la Real Compañía de África, que transportó a cientos de miles de hombres, mujeres y niños a través del Atlántico en condiciones inhumanas, marcando a muchos con sus iniciales.
Más tarde, el futuro rey Guillermo IV intentó oponerse al movimiento abolicionista, aunque no tuvo éxito. El comercio transatlántico de esclavos se prohibió en 1807 en el Reino Unido y en 1833 en todos los territorios británicos.
En los últimos años la familia real ha hablado del pasado esclavista, que Carlos describió como una “terrible atrocidad” mientras Guillermo expresaba su “profundo dolor”, pero nunca ha pedido disculpas formalmente.
Las críticas a esta gira por el Caribe son el reflejo del movimiento de reflexión sobre el pasado colonial provocado por Black Lives Matter en el Reino Unido, donde se multiplicaron los llamados a retirar estatuas y monumentos de figuras históricas vinculadas a la esclavitud y el racismo.
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Desigualdad y pobreza
En opinión de Olivette Otele, catedrática de Historia y memoria de la esclavitud en la Universidad de Bristol, las protestas en el Caribe eran previsibles, sobre todo tras el escándalo que supuso el injusto trato reservado a la conocida como generación “Windrush”, de inmigrantes caribeños que fueron al Reino Unido a ayudar con la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial.
Decenas de miles de ellos llegaron legalmente, pero posteriormente fueron privados de sus derechos o incluso expulsados del país por carecer de los documentos necesarios, en un escándalo que causó indignación. “Las disculpas nunca han bastado”, considera Otele. “Son un paso importante (...) pero hoy en día la gente quiere más. Quieren un cambio”.
En las páginas del Washington Post, uno de los detractores de esta “gira colonial”, consideró que esta ofensiva de seducción es “más ofensiva que seductora”. “Si el propósito de la visita era mantener a estos países (bajo la corona británica) y conservar a la reina a la cabeza de estos estados, (la familia real) puede no haber entendido que aquí hay un debate más amplio”, señala Otele.
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Para ella, “se trata de desigualdad, pobreza y herencia del pasado”. “Por muy maravilloso que sea aquí el jubileo”, celebración en junio de los 70 años de reinado de Isabel II, “parece incómodo que la gente lo celebre sin mirar lo que ocurre allí”.
Fuente: AFP.