El comunicado oficial del Palacio de Buckingham aseguraba hace unos días que la reina estaría en la ceremonia de recordación a los caídos en la guerra.”Como en años anteriores, Su Majestad verá el Servicio desde el balcón del edificio del Foreign Office”, decía el anuncio.
Sin embargo, horas antes del acto oficial, la reaparición de Isabel II tras una larga ausencia por reposo no se concretaba debido a un dolor de espalda. Esto reavivó la preocupación de los británicos sobre su estado de salud.
“La Reina, que se torció la espalda, decidió esta mañana con gran pesar que no podrá asistir al servicio dominical del Recuerdo de hoy en el Cenotafio. Su Majestad está decepcionada por perderse el servicio”, informaban desde la residencia oficial de la monarca pocas horas antes del evento.
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Era la primera vez en 22 años que no acudiría a esta cita. Isabel II, de 95 años, nunca dejaba de asistir al acto con motivo del Día del Recuerdo que tiene lugar el segundo domingo de noviembre, cuando varios miembros de la Casa Real Británica rinden homenaje a los caídos ante el Cenotafio, un monumento de guerra en el centro de Londres.
De hecho, era uno de los compromisos oficiales favoritos de su agenda. Después de haber tenido que anular su participación a varios eventos en las últimas semanas, por recomendación de sus médicos, esta debía ser su primera aparición pública, pero sus médicos estimaron que no era razonable que se desplazara en coche ni estuviera de pie durante la ceremonia.
Su hijo y heredero al trono, el príncipe Carlos, quien cumplía 73 años justamente el domingo, depositó una corona de flores en nombre de su madre en el monumento, acompañado de su hijo mayor, Guillermo, y de la princesa Ana, todos luciendo uniformes militares con la amapola roja conmemorativa en la solapa.
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En el acto también estuvo el primer ministro Boris Johnson, así como otros principales miembros del gobierno, militares y veteranos para conmemorar a quienes perdieron la vida en el conflicto bélico. Otros miembros de la familia real observaban desde los balcones del edificio del Foreign Office. Kate Middleton, duquesa de Cambridge, aparecía flanqueada por Camilla Parker, duquesa de Cornualles, y Sophie Helen Rhys-Jones, condesa de Wessex, esposa del hijo menor de la reina, el príncipe Eduardo.
La noche del sábado, todos asistieron, con excepción de la reina, al concierto organizado por la Real Legión Británica (RBL) en el Royal Albert Hall de Londres, en el marco de estas celebraciones en honor a los caídos, donde hubo exhibiciones militares de miembros actuales de las fuerzas armadas, obras corales y oraciones.
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El estado de salud de la reina preocupa a los británicos, pero el primer ministro Boris Johnson intentó calmar a la población: “Quisiera tranquilizar a todos, vi a la reina en nuestra audiencia la semana pasada en Windsor y está muy bien”, dijo Johnson, respondiendo a la pregunta de un periodista en una conferencia de prensa en la COP26 el domingo.
El 20 de octubre, Isabel II aceptó “a regañadientes” el consejo de sus médicos de guardar reposo durante unos días. Un día antes, participaba en una recepción en el castillo de Windsor junto al primer ministro Boris Johnson y el hombre de negocios estadounidense Bill Gates.
La abuela de los príncipes Guillermo y Harry pasó la noche siguiente en el hospital, su primera hospitalización desde 2013, para someterse a pruebas sobre las que no se dieron detalles. Los médicos aconsejaron a la reina prolongar su reposo y anular su participación en varios actos públicos. Las informaciones publicadas por la prensa avivaron las dudas sobre su salud, así como las críticas sobre la falta de transparencia del palacio de Buckingham.
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