Con el método Baby Led Weaning (BLW, por sus siglas en inglés) los bebés pueden descubrir los sabores, tocar los alimentos al sostenerlos con las manos y tener una mejor relación con la comida. Tres madres, dos nutricionistas y una bloguera de comidas, nos lo detallan.
Por: Jazmín Gómez Fleitas
¿Quién no quiere que su hijo se siente en la sillita y disfrute de la comida en la mesa, junto a la familia? Este es uno de los beneficios del Baby Led Weaning o BLW: que los chicos puedan entablar una buena relación con la comida desde temprana edad y que no tengan que sufrir llantos porque no quieren comer o no disfrutan la comida.
La nutricionista especializada en este método, María Paz Vargas, nos cuenta los beneficios de implementar este hábito de alimentación complementaria: “El bebé aprende a comer y a masticar desarrollando la musculatura orofacial, por ende tiene menos problemas de ortodoncia y del habla; descubre sabores, texturas y colores. Está comprobado que gracias a ello tiene una mejor relación con la comida, porque se respeta la señal hambre-saciedad, ya que todo niño sano puede dirigir su alimentación y manejar esto de acuerdo con su apetito. Todo esto en base a estudios recientes”.
Y es que en el BLW se trata de la alimentación guiada y autorregulada por el bebé, en donde los padres o cuidadores son quienes deciden qué alimentos come, pero es él quien decide cuánto (autorregulación). “Inicialmente, manipula los alimentos con las manos y los lleva a la boca, va aprendiendo a comer estimulando todos los sentidos hasta que aprende a utilizar los cubiertos”, explica la nutricionista Angie Paiva.
El ABC del método
El BLW se puede iniciar desde los seis meses: “la OMS establece que a esa edad los bebés podrían estar listos para empezar a comer, siempre atendiendo el desarrollo y señales. Una de ellas es que el bebé se sostenga sentado por un tiempo y mantenga la cabeza erguida. Cada bebé es único y tiene un ritmo diferente de desarrollo”, detalla Vargas.
Los alimentos se presentan en trozos, cortados en forma de bastones y de una consistencia blanda para que puedan ser aplastados con la lengua en el techo de la boca. De manera a que el bebé los agarre, los lleve a la boca y aprenda a masticar.
“Los alimentos que evitamos, como en cualquier método de alimentación, son los de consistencias duras y redondas como frutos secos enteros, uvas enteras, pororó, golosinas en general y los alimentos cortados en forma de moneda como panchos, zanahoria cruda, etc.”, especifica María Paz. Ya que si se siguen todas las indicaciones y cuidados, no se corre riesgo de atragantamiento por parte del bebé.
Angie Paiva también agrega más beneficios. Destaca “el desarrollo de la coordinación ojo, mano, boca, porque ven la comida, la agarran con las manos y la llevan a la boca. Esto a diferencia de cuando damos papillas, en donde el bebé simplemente abre la boca y come. No mueve los brazos, no se estimulan otros sentidos. Con este método también ganan mucha autonomía, mejora la motricidad y disminuye el riesgo de desarrollar obesidad en la edad adulta porque el niño/a regula sus porciones, dejando de comer cuando está satisfecho”.
No hay que olvidar que se trata de un método de alimentación complementario. La lactancia materna sigue siendo el alimento principal para el bebé y se debe dar a demanda, explican. “Es importante destacar que al comenzar la alimentación complementaria el enfoque es lúdico de modo a que el bebé pueda aprender a gestionar lo que se lleva a la boca, para luego masticar y tragar el alimento. Con una asesoría y un buen plan nos aseguramos de ofrecer los nutrientes necesarios permitiendo que el bebé coma de manera autónoma”, asegura Vargas.
Experiencia de madres
Majo Herrero, bloguera de Mi corazón de arroz, nos cuenta que ella lo puso en práctica con su hija Aurora (dos años y tres meses), desde los 6 meses. “Los miedos de implementarlo venían de otros lugares. La gente mayor que nunca había escuchado del método se sorprendía y a veces incluso se asustaba mucho creyendo que podría atragantarse. Les costó un poco entender que un bebé de seis meses podía comer solito, pero con el tiempo, todos entendieron los beneficios que tuvo haber empezado el BLW desde el primer momento”, relata.
Aunque involucró mucha paciencia, describe su experiencia como súper divertida. “Me obligó también a mí a repensar la manera en que comíamos en casa, a buscar cada vez alimentos más sanos así comíamos todos lo mismo, casi todos los días. Siempre era gracioso ver, cuando salimos a comer o íbamos a casa de familiares cuando era más pequeña, cómo se mataban de risa al verla batallar con un plato de spaghettis o comiendo sopa con cuchara desde tan pequeña”, relata.
Y recalca en su aprendizaje que: “Lo que yo aprendí enseñándole a comer a mi hija es que los adultos somos el ejemplo. A veces pretendemos que los niños amen las verduras, pero en casa los adultos no comemos verduras, entonces el BLW obliga a cambiar la alimentación de todos”.
Para Majo los resultados fueron visibles desde el primer momento. “Primero, desarrolló en ella una curiosidad por los alimentos que aún hoy, casi dos años después, nunca perdió. No significa que le guste ni coma todo, pero si que mantuvo ese interés por la comida y por los sabores nuevos. Su motricidad también, ya que desde pequeña tuvo que usar sus manos para alimentarse. Lo mejor de todo es que hizo que el momento de sentarnos a comer sea mucho más placentero ya que comemos todos a la vez y la misma comida, entonces es mucho menos trabajoso y podemos compartir en familia”, detalla.
María Paz vivió una experiencia similar con su hija mayor, ahora con dos años.
“Que la familia vuelva a sentarse toda junta a la mesa para disfrutar, es algo que no tiene precio. Soy nutricionista desde el 2010, especializada en obesidad y nutrición deportiva. Sin embargo, en el 2017, al quedar embarazada empecé a interiorizarme con la lactancia materna y la alimentación infantil, y decidí capacitarme y actualizarme en nutrición infantil y en BLW, porque en nuestro país faltaba mucha información y sobre todo mucha contención a las madres que deciden optar por este método. Veo una generación que está cambiando la manera de comer para tener un futuro más saludable”, asegura.
Y en cuanto a Angie, fue la pediatra de Gonzalo (un año y dos meses), quien la entusiasmó con el método. “Yo sabía de todos los beneficios hace tiempo, pero aún así estaba en duda, y ella me dijo: ¡Angie! Motricidad, coordinación ,color, sabor, texturas, ¿querés que te siga hablando de los beneficios? ¡Listo! No se habló más del tema, investigamos un poco y nos lanzamos”.
Además, nos cuenta que la recepción de Gonzalo fue tan buena que a los pocos meses ya podían salir a comer a algún restaurante. “Él estaba sentadito en una silla compartiendo una comida con nosotros, sin estrés, sin comer por turno y sin llevar algo especialmente triturado para él. Nos entusiasmamos tanto que decidimos asesorarnos más y junto a María Paz empezamos a armar cursos para las mamis donde les contamos tanto la teoría como la práctica de los cortes y consistencia de los alimentos”.
El Fanzine de BLW
Motivadas a compartir más sobre el tema, Majo y María Paz decidieron juntar también sus pasiones en un material impreso al respecto. La ilustradora Carolina Vinader se encargó de todo el diseño y la ilustración. “Después de varias reuniones, idas y vueltas salió el material al que le decimos ‘nuestro hermoso bebé’. Nos gustaría preparar otro enfocado a la alimentación después de los 12 meses de edad, sólo que aún no nos reunimos a hablar de fechas”, adelantan.