Se trata de un clásico y -casi- infaltable en las fiestas de fin de año. La receta puede variar dependiendo de los gustos de cada una pero hay tres ingredientes que no pueden faltar: frutas, endulzante y alcohol.
Su origen se remonta a la época del Imperio Romano, cuando se apoderaron de Francia y Gran Bretaña. Cómo en ese momento dominaban los Celtas, cada 31 de octubre tenían un festejo llamado “Samhain“ donde se bebía vino tinto con frutas remojadas.
En paralelo, los romanos celebraban a la diosa de los frutos y los árboles con una receta similar. Más adelante, ambas creencias se fusionaron y le dieron vida a este cóctel que hoy en día nos deleita en Navidad y Año Nuevo.
El abanico de opciones para prepararlo es bastante amplio y se adapta a todos los gustos. Se puede agregar las frutas que se desee y el vino que más guste. El más común es el vino tinto, pero también se puede preparar con vino blanco, rosado o directamente champagne o sidra.
¿Cómo prepararlo?
Para 1 litro de vino vas a necesitar: 1 manzana grande, 2 bananas, 2 naranjas, frutillas a gusto, 2 kiwis, uvas cantidad a gusto y ½ taza de azúcar (opcional).
Procedimiento: Lavá, pelá y corta en cubitos las frutas -lo ideal es que no sean muy grandes y tengan el mismo tamaño en general-, luego colocalos en una fuente o jarra grande, podes echarle un chorrito de limón para evitar que la fruta se oxide. Después agregale el vino, el endulzante, revolvé bien y que repose en la heladera hasta el momento de servir y disfrutar.
Tip extra: Si no te gusta el vino podes usar champagne y para más dulzura agregar 1 vaso del almíbar de una lata de durazno y, por supuesto, algunos trozos de la fruta.