La iluminación es un aspecto muy importante del hogar porque más allá de lo estético, está vinculada a cómo percibimos a través del sentido de la vista, tiene relación con nuestra productividad y también bienestar.
La luz está estrechamente relacionada a los biorritmos del cuerpo que -de forma automática y natural- se adapta a cada hora del día. Los receptores nerviosos de la vista envían esta información al cerebro y este regula los ritmos circadianos del organismo.
El sentido de la vista está acostumbrado a la luz natural que varía a lo largo del día. Al principio la percibimos suave durante el amanecer, luego se pone más potente en el día y al atardecer disminuye, pero ¿qué pasa cuando no hay suficiente luz en el hogar o es de noche?
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Ahí es cuando la iluminación del interior nos ayuda
Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de elegir la iluminación del hogar es que debe tener la misma similitud a la luz natural, esto no sólo ayuda en el confort y bienestar personal, sino también a reducir el estrés, aumentar la productividad, mejorar el descanso y la calidad del sueño.
Es por esto que cada ambiente debe tener su propia iluminación, por ejemplo, si se utiliza una luz fría y muy potente en el dormitorio interrumpirá el proceso natural del cuerpo para entrar en estado de descanso y producir melatonina.
Por otro lado, si existe deficiencia de iluminación en ambientes más activos como la cocina o la oficina, la vista se verá forzada y se producirá un sobreestrés subconsciente.
La tonalidad también influye de forma directa en el cerebro. Las luces cálidas y tenues están indicadas para las áreas de descanso como la habitación o la sala de estar porque sirven de guía para que el cuerpo se prepare para el descanso, mientras que las luces frías o azuladas sirven como activador. ¿Sabías esto?
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