Existen diferentes factores que pueden dañarlas: la falta de agua o el exceso de riego, por mencionar algunos; por eso antes de que pasen a mejor vida, podes implementar los trucos que te contamos a continuación.

Si sos nueva en el cuidado y reproducción de especies, es fundamental que conozcas a la planta que adoptaste, sus características y cuidados. Algunas se adaptan bien al interior del hogar pero necesitan luz natural, otras no soportan los rayos solares de forma directa, y están las que no necesitan casi de riego o, a contraparte, demandan de más cuidados para estar bellas y saludables. Tener conocimiento de esto te ayudará a saber cuál puede ser la causa que esté estropeando.

En el caso de que el problema sea falta de riego:

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1. Podar tallos y hojas marchitas. Es el primer signo de la deshidratación; es importante remover las zonas secas y marrones para que la planta deje de mandar nutrientes a estas partes. Recordá desinfectar todos los elementos que uses, caso contrario podría ocasionar más problemas.

2. Existe la posibilidad de que la causa sea una plaga. Generalmente suele formarse en la parte superior del sustrato y no permite que el agua se filtre hasta llegar a las raíces. Si notas la tierra dura o con un color extraño, remove con mucho cuidado.

3. Lo siguiente es levantar el cepellón, es decir, la tierra con sus raíces de la maceta. Siempre con mucho cuidado y paciencia para que las raíces no se echen a perder. Una vez listo este paso, sumergilo en otro recipiente con agua tibia a templada, nunca fría.

4. Una vez hidratada colocá el cepellón en un plato o recipiente vacío para que suelte el exceso de agua; después volvé a plantarla en su maceta, pero esta vez con sustrato nuevo.

Este truco funciona muy bien, pero solo si es la primera vez que la planta pasa por este proceso. Generalmente cuando se recupera pierde la capacidad de regenerarse si se vuelve a enfermar.

En el caso de que tu planta se haya ahogado por exceso de agua:

1. Al igual que el caso anterior, hay que sacar el cepellón de su maceta con mucho cuidado, ya que en esta situación, la especie ahogada se puede romper más fácil.

2. Remové la tierra humeda de sus raíces y envolvé la planta en papel absorbente y dejá que repose durante un día entero y cada 2 horas cambiá el papel por una servilleta nueva.

3. Pasado este tiempo verificá el estado general de las raíces, si notas que algunas están secas o muy marrones podalo y volvé a sembrarla en su maceta con sustrato nuevo. Esperá unos días antes de volver a regarla.

En el caso de que se te haya enfermado tu maceta, si es por hongos podes aplicar el paso descrito en el primer punto (planta seca). Si la causa está vinculada a una plaga es mucho más sencillo, basta con remover las hojas y tallos afectados para que la planta se regenere sola y alimentarla con un poco de fertilizante.

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