Hace referencia al estado psicológico en donde la persona se siente segura con su rutina diaria, y si bien no experimenta ansiedad ni miedo, tampoco toma riesgos ni crece.
En la actualidad se habla mucho sobre el estrés, la ansiedad, los miedos, y cómo todos ellos influyen en la persona y su rendimiento. Pero tampoco debemos dejar de lado a la “zona de confort” y por qué no es tan positivo aferrarse a ella.
Este concepto deriva de un patrón de comportamiento que las personas siguen para mantener los niveles de ansiedad neutral, esto les permite mantener una productividad constante y aceptable, entonces si todo funciona bien, ¿para qué tomar riesgos?.
El problema es que, según alertan los expertos, esa sensación de seguridad puede ser perjudicial a largo plazo. Primero porque la persona se aburre y, generalmente, pierde la motivación e incentivo. Segundo, porque la monotonía genera apatía, desgano y mucho desgaste físico y mental.
Es así que este estado mental pasa de ser un lugar seguro y cómodo, a un estilo de vida limitante y de escaso crecimiento personal.
La palabra “zona de confort” se remonta al siglo XX, con el experimento que hicieron Robert M. Yerkes y John D. Dodson. Durante el estudio descubrieron que un estado de comodidad favorece el rendimiento regular, pero para lograr mejores resultados, es necesario un cierto grado de estrés o ansiedad, que denominaron “ansiedad óptima”.
Por otro lado, Alasdair A. K. White también sostiene la misma teoría siempre y cuando se alcance un nivel óptimo de excitación, ya que pasado este límite el rendimiento disminuye. Por eso, los expertos señalan que para generar cambios positivos hay que animarse a tomar riesgos, ya que es la única manera de crecer en todos los ámbitos; caso contrario, se cae en un círculo vicioso que a largo plazo desmotiva.
¿Cuándo animarse a salir de la zona de confort?
Si tenes ganas de hacer algo, pero asumís el peor de los resultados, el miedo te está limitando. La apatía también es otra señal de que es hora de tomar riesgos, ya que se evade la oportunidad de experimentar nuevas vivencias.
Otra señal frecuente es realizar las actividades diarias pero con mucha procrastinación, incluso también se posponen actividades recreativas y la rutina se convierte monótona y aburrida.
Como en el riesgo está la ganancia, entre las mayores ventajas de salir del lugar seguro están que: se alimenta la confianza en una misma, crece la motivación y creatividad, también se desarrolla la capacidad cognitiva y se enfrenta mejor los posibles desafíos.