Que este fruto versátil y delicioso brinda muchos beneficios para el cuerpo, tanto en la salud como en lo estético, ya lo sabíamos. Sin embargo, su semilla también puede ser aprovechada y cuenta con interesantes propiedades.
Cuando adquirimos aguacate lo más habitual es aprovechar la pulpa y tirar la semilla, lo cual es un error porque desechamos antioxidantes, fibra y aminoácidos, compuestos que nos ayudan a estar saludables, prevenir enfermedades y el envejecimiento prematuro.
Cargado de fitoquímicos que combaten los radicales libres, se destacan los: flavonoides, taninos, saponinas, fenoles totales, oxalatos, fitatos y alcaloides. A su vez aporta vitaminas A, B1, B2, B3, C y E, proteínas, grasas, fibra y carbohidratos.
Por estas características es que se considera que es bueno para el cuerpo a nivel nutricional y medicina, como apuntan estudios científicos recientes. Incluso le atribuyeron bondades antihipertensivas, fungicidas, larvicidas, hipolipidémicas y, recientemente, amebicidas y giardicidas.
La semilla de esta fruta se puede aprovechar para reducir el colesterol malo y prevenir enfermedades cardíacas, combatir problemas estomacales y favorecer los procesos digestivos, estimular y fortalecer el sistema inmune, incluso prevenir tumores, según mencionan investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
También acelera el metabolismo y combate la retención de líquidos gracias a sus bondades diuréticas. Así como sus antioxidantes protegen los órganos del cuerpo, también favorece la producción de colágeno en la piel, evitando la aparición temprana de arrugas y haciendo que luzca suave.
¿Cómo consumirla?
La manera más rápida y sencilla es rallandola. Hay que quitarle la capa fina y marrón que la recubre y luego rallarla. Opcionalmente se puede tostar las partículas hasta que tomen un color rojizo.
Con ella se puede beber infusiones, aplicarle al mate, incluso tereré. Están quienes luego de tostarla la pasan por el mortero para volverla polvo y la consumen junto a cereales y yogurt.