El uso del labial para marcar las facciones surgió en los años ochenta y después de mucho regresa, pero con mucho más protagonismo para favorecer y rejuvenecer al rostro. ¿Le darías una oportunidad?
El blush draping es un nuevo término para un antiguo método: se basa en esculpir el rostro con el labial y marcar sus ángulos. De esta manera, crea la ilusión de una estructura ósea más esculpida en contraste con el aspecto redondeado que produce la aplicación del rubor.
Utilizar un labial en lugar del iluminador para marcar la cara fue idea de un famoso maquillador estadounidense de los años setenta llamado Way Bandy. Ya en los ‘80 la técnica de maquillaje se convirtió en el consejo de belleza más útil de la época y, aunque no se lo denominaba como tendencia, recorrió el mundo y regresó después de muchos años con más fuerza.
La reinvención del blush draping hace que se simplifiquen los procesos de maquillaje y genera un efecto de sonrojamiento, además otorga un aspecto saludable al rostro gracias al suave rubor que aporta. A pesar que muchos estilos de make up buscan reducir rasgos, corregir imperfecciones o reflejar más luz, esta técnica produce toques de colores difuminados.
Otra de sus cualidades es que genera volumen a los pómulos, mejillas y nariz. A su vez favorece y rejuvenece cualquier rostro. Para realizar este maquillaje es importante contar con brochas de forma cónica o angular que sean suaves a fin de trabajar mejor el difuminado.
¿Cómo aplicar esta técnica de make up?
Para iniciar es necesario utilizar una crema o hidratante habitual para preparar el rostro para el siguiente paso, que se trata de la aplicación de la base. Luego debemos elegir el tono del labial.
En este punto, es necesario tener en cuenta el resto del maquillaje. Si lo que buscamos es uno más neutro para un look sutil de día o algo más subido y atrevido para la noche. Ya es momento de aplicar el labial en los pómulos del rostro.
A partir de allí se trabaja hacia la sien, siempre en movimientos circulares y siguiendo la línea del pómulo. Con el excedente del labial que queda en la brocha podemos dar ligeros toques en el tabique de la nariz e incluso en los párpados, para crear la sensación glow y unificar el maquillaje. Al terminar, se agrega un fijador de maquillaje para que dure más tiempo.