Si hay algo que enamora a simple vista de Seúl es ver cómo las milenarias puertas, los palacios de la monarquía y los tejados de las casas tradicionales que aún se conservan, son parte destacada y vital de la vista moderna, ordenada, inclusiva y señalizada de sus calles. ¿Qué tal perderse en medio de su urbanismo?

Por: Jazmín Gómez Fleitas

Nada más aterrizar en Seúl es una muestra de su planificación. El aeropuerto de Incheon se encuentra construido entre dos islas, la Yeongjongdo y Yongyudi, y es un ícono de la ingeniería, arquitectura y tecnología.

Se construyó a lo largo de 30 años y se inauguró en el 2001. Es sumamente espacioso, hasta sus baños inspiran relax con las plantas y el paisajismo dentro. Su lista de premios a la innovación, diseño y servicios es internimable.

Recibe a más de 70 millones de pasajeros anuales en promedio -una cifra que pospandemia ahora se está retomando con la reactivación de los vuelos y acceso al país- y es uno de lo más importantes del mundo e ícono de la modernidad en Asia.

Nada más cruzar sus puertas al exterior, se pueden ver tiendas pop-up para el test de Covid-19 que se realizan con y sin agendamiento previo. Ingresar a ellas es tardar menos de 15 minutos en hacerse el test. Se completa un formulario, te dan los utensilios para tomar la muestra y te envían a una cabina en donde, detrás de una pared de lona plástica gruesa, el especialista mete sus brazos enguantados y extrae la muestra. Y ya está. Te envía el resultado por mail más tarde.

Heunginjimun, una puerta restaurada que era parte de la Muralla de la Fortaleza de Seúl durante la dinastía Joseon. Muchas de ellas se ven a lo largo del centro histórico de Seúl. Foto: Jazmín Gómez

Del aeropuerto a Seúl en vehículo se tarda apróxidamente 35 a 40 minutos. Y la ciudad va descubriéndose para los ojos inexpertos que la observan atentos. Seúl en un día soleado y con cielo despejado, intensifica los colores de las plantas y las tiendas que van pasando velozmente desde la ventanilla. Tiendas de conveniencia, cafeterías que abundan por cada cuadra, restaurantes y más y más carteles.

La mayoría de los transeúntes usan colores neutros y sombrillas para cuidarse del sol. En verano, el sol es fuerte aunque esté nublado y solamente en esta temporada hay una constante neblina sobre la costa que se debe a la abundante humedad de la temporada. En julio es época de lluvias y desde junio podría sentirse.

De hecho, durante mi estadía llovió copiosamente al mediodía y menos de media hora, cuando pararon de caer las gotas, salió el sol ¿Algún parecido con Paraguay? Hasta los autos los prefieren en colores sobrios. En sus calles lo único colorido son los autos del Kakao-T, la plataforma local de movilidad y más usada que Uber y otra compañía, se los reconoce por el naranja intenso con personajes tiernos ploteados a sus costados.

Para los transeúntes es un disfrute. A la franja peatonal acompaña un semáforo que suena para que los no videntes puedan identificar y las veredas cuentan con superficies podotáctiles, las cuales también están en las estaciones de metro.

La vista desde el Museo Nacional de Seúl. Foto: Jazmín Gómez

Todos las calles y zonas están señalizadas en coreano e inglés, por eso es sumamente amigable para los extranjeros. Si uno “se pierde” recorriendo es bastante sencillo reencontrar el camino de regreso. Lo mismo ocurre en el subte, los carteles y el audio de las estaciones también incluyen el inglés.

Para la movilidad en la ciudad, los locales lo tienen súper práctico: la tarjeta del metro y del bus está incluida en todas las tarjetas de crédito. Y para los extranjeros la T-Money se puede comprar por 3000 wones -el equivalente a 2 dólares aproximadamente- en todas las tiendas de conveniencia y se las puede cargar allí mismo o en las estaciones del subte.

Milenariamente moderno

Seúl se estableció frente al río y con la montaña detrás. Esto se ve en todo su esplendor cuando se visita el Palacio Gyengbokgung o el Blue House que está detrás mismo del Palacio. El río es el Han, que bordea todo Seúl y el era el límite de la milenaria Seúl cuando todavía se llamaba “Hanyang”.

¡Y es que Seúl lleva siendo la capital de Corea por más de 1100 años! Esto de ubicar estrategicamente las viviendas o ciudades frente al río y con la montaña detrás tiene que ver con la filosofía Pungsu-Jiri-Seol: la teoría de la topografía coreana. Literalmente significa “teoría de los principios viento-agua-tierra” o “estudio de los patrones terrenales del viento y el agua”.

Desde la parte frontal de la puerta Gwanghwamun, acceso al Palacio Gyeongbokgung. Foto: Jazmín Gómez

Por ejemplo, se cree que en la ladera de una montaña es donde convergen las energías del cielo y la tierra, y que esos lugares promueven la salud física y mental de quienes los visitan. Se dice que muchos de los templos más grandes de Corea están situados en estos sitios.

Sin embargo, esta teoría se aplica para la construcción de tumbas, edificios, pueblos, jardines, templos, etc. De hecho, hasta hoy en día está tan arraigado a la cultura y tradición que, por ejemplo, cuando se planifica una ciudad, se elige la ubicación de zonas industriales, residenciales y comerciales; así como de estaciones de bomberos, hospitales, escuelas o parques, verificando para que esté de acuerdo con ello.

Es increíble como a pesar de que Corea continúa desarrollándose a gran velocidad, los principios tradicionales del Pungsu-Jiri siguen siendo sumamente influyentes en la mente coreana de los asuntos generales, teniendo esa consciencia de los recursos naturales que los rodean.

El espacio público recuperado en torno al Arroyo Cheonggyechon. Un gran logro del urbanismo. Foto: Jazmín Gómez

El arroyo recuperado en medio del centro financiero

Y quizás una de las mejores muestras de su planificación y de la consciencia hacia ello sea el espacio moderno de recreación pública de 8 kilómetros de longitud construido para recuperar el arroyo Cheonggyecheon en el medio de la ciudad.

El arroyo fluye de este a oeste a lo largo de Seúl y desemboca en el Mar Amarillo. Estuvo tapado durante muchos años por una autopista y también tuvo una época en la que fue en parte vertedero. Sin embargo, antiguamente fue el primer sistema de drenaje durante la dinastía Joseon.

Desde que se inauguró este espacio público en el 2005, los residentes y extranjeros pueden disfrutar de la vegetación recorriendo puentes históricos recuperados adornados con haitais -seres mitólogicos coreanos- que es realmente hermoso tanto de día como de noche, apreciándose aún mejor de noche ya que cuenta con una cascada con luces en distintos colores, y los puentes también.

En un tramo, hasta tiene animales ficticios que parecen tan reales, que sorprenden a la primera mirada. Se puede caminar a la vera del arroyo, sentarse en las piedras o en el pasto que crece a su alrededor. Es común que concluido el horario laboral se vean a familias, niños, carritos de bebés y jóvenes comer a la vera del arroyo sin dejar ni una pizca de basura. Este bello espacio público ayudó a bajar la temperatura de los alrededores y que ciertas especies de aves, peces e insectos incrementen su población.



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