Cuando abrimos una granada podemos observar la belleza en su interior: su forma, color y sabor la vuelven una fruta única, pero más allá de lo apetitosa que puede verse son sus bondades antioxidantes las que la convierten en un ingrediente mágico para la piel y el cabello.
En la actualidad la cosmética natural le está sacando, literalmente, el jugo a esta fruta como ingrediente estrella de múltiples productos. La podemos encontrar en cremas faciales y corporales, aceites, geles de ducha, perfumes, tónicos, shampoo, entre otros, y esto no es coincidencia.
Sus granos color carmesí son ricos en polifenoles, entre ellos se encuentran flavonoides como las antocianinas y la quercitina, potentes antioxidantes que brindan a nuestro cuerpo una barrera protectora a diferentes tipos de cáncer, enfermedades degenerativas y favorecen la salud y el aspecto de nuestra piel y cabello.
Las diferentes partes de esta fruta contienen características únicas que la vuelven un alimento sin desperdicio, por ejemplo: la piel blanca que recubre la parte comestible de su interior es astringente, ayuda a reducir poros y combate el acné, es ideal para pieles grasas y mixtas.
La cáscara estimula la dermis, ayuda a recuperar su firmeza natural y fortalece los capilares sanguíneos. Su extracto es muy utilizado en tratamientos naturales para eliminar manchas y trastornos cutáneos. Otros de sus compuestos es el tanino que ayuda a que se adhiera mejor los tintes a la queratina del cabello, potenciando su brillo y color.
Cuando se secan las capsulitas (la parte comestible que contiene su semilla en el interior) se puede extraer aceite natural, si bien puede llegar a ser costoso por el procedimiento que hay que realizar para obtenerlo, posee ácidos grasos como el gamma linolénico, de la familia del omega 6, y el ácido púnico, sustancias que regeneran las pieles maduras, alivia los eccemas, la inflamación y calma la irritación en la dermis.
Mascarilla antiage
Antes de recurrir a productos costosos, podemos optar por comprar esta fruta y armar nuestro propio tratamiento casero, para ello vamos a necesitar: 100 gramos de arcilla blanca, 3 cucharadas de aceite de oliva y el jugo de una granada.
Mezclá los tres ingredientes hasta obtener una pasta homogénea, aplicala en el rostro evitando los ojos y dejala actuar entre 15 a 20 minutos, luego enjuagate con abundante agua fresca.
Podes reservar esta mascarilla en un tarro estéril y con tapa durante varias semanas en la heladera, y utilizarla entre dos y tres veces por semana. Una de las recomendaciones es no exponerse al sol luego de realizar este tratamiento.