Un estudio reveló que la buena y la mala suerte no son productos del azar, sino que son una creación personal lo que diferencia a las personas que se consideran afortunadas o desafortunadas. Estos son cuatro pasos que convierten el optimismo en una estrategia de vida.
Alguna vez te preguntaste, ¿por qué las personas que se autoperciben suertudas efectivamente lo son, y las que se definen como desafortunadas tienen mala suerte?
Esta pregunta llevó al psicólogo británico, Richard Wiseman, a realizar una investigación sobre el papel de la suerte y su impacto en la vida de las personas. Analizó cómo funciona el cerebro humano y la diferencia que existe entre aquellas que se consideran afortunadas y desafortunadas.
El ensayo clínico resolvió que la suerte es una cuestión de probabilidad según la creación personal, no es una habilidad mágica o el resultado del azar, sino que se trata de cómo pensamos y nos comportamos.
Las personas que se consideran afortunadas son más optimistas, demuestran apertura hacia los demás, y se aventuran a más experiencias, entonces las probabilidades que le pasen cosas buenas es un hecho, sin embargo, las que se denominan desafortunadas son mayormente pesimistas, con menos relacionamiento social, y reacios a nuevos desafíos. Estas actitudes les hace tener menos experiencias positivas.
Luego de los resultados de su investigación, Wiseman, dio algunos consejo que propicien una buena actitud. “Escribir lo más positivo y afortunado que haya sucedido hoy, sin importar lo trivial que sea. Puede que no sea inmediato, pero después de una semana, más o menos, comienza a tener un impacto real en la gente”, recomendó.
El optimismo es un negocio para la buena suerte, así que a quienes llamamos suertudos en realidad están siguiendo estos cuatro pasos:
1. Aventurarse a nuevos desafíos
Estas personas son capaces de detectar nuevas oportunidades e ir por ellas, además transitan con optimismo cada oportunidad que se les presenta. En cambio, los desafortunados viven de manera estructurada, siguiendo una rutina que les cuesta mucho romper. Cuando se les presentan nuevos desafíos, se dejan llevar por la duda y deciden evadir los nuevos caminos.
2. Confiar en el instinto
De manera a atraer la suerte, los afortunados se concentran en las cosas buenas y siguen esa corazonada a pesar de desconocer los resultados. Las personas con mala suerte son racionales y analíticas por naturaleza y tienden a pensar demasiado en las alternativas a cada situación.
3. Garantizar que todo irá bien
Aun sin saber qué podría suceder, el autoconvencimiento puede convertirse en una gran aliada que permite iniciar cualquier proyecto con optimismo, y que todo transcurra exitosamente. El positivismo es un factor clave para superar los obstáculos y seguir adelante.
4. Mantenerse positivo
A todos nos suceden cosas malas, pero los afortunados consiguen recuperarse de esas experiencias, y es eso lo que vuelve la mala suerte en buena. Los que se consideran desafortunados se dejan arrastrar incluso por las cosas negativas más mínimas. Están convencidos que el futuro será peor y que intentar el cambio es tarea inútil.