La hermana Salvadora Rotela Mercado fue la invitada especial en la tercera edición de la tercera temporada de Poderosas con Marilé Unger por GEN, todos los viernes a las 21:00.

Por: Natalia Delgado

En una charla amena brindó mensajes de fe y esperanza, habló sobre la familia y los valores, también recordó cómo fue el momento en el que decidió consagrar su vida al Señor. Proveniente de una familia numerosa y humilde, Salvadora tenía 15 años cuando decidió entregar su vida a Dios, para ella esto se dio gracias al fruto de las oraciones de sus padres.

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“Mis padres siempre procuraron que nosotros estuviéramos en un colegio religioso. Estuve en el Colegio Salesiano de Minga Guasu, donde el director era el Padre Guido Coronel. Un sacerdote que fue a fundar la colonia, y que en aquel entonces era Colonia Presidente Stroessner, y yo siempre veía ahí a las hermanas salesianas”.

Recuerda que las hermanas eran sus profesoras de religión, y les hablaban de la vocación pero que ella más allá de eso, veía a mujeres felices, dedicadas, entregadas. Entonces pensaba: ‘quiero ser como ellas’. “Mi papá y mi mamá siempre oraban, y cuando oraban en el rosario pedían por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Mi papá soñaba con tener una hija religiosa y siento que mi vocación surgió del fruto de la oración de mis padres. El día que le dije a mi padres que quería ser hermana, ellos me apoyaron desde un principio”.

Salvadora remarca también la importancia de la familia para el buen desarrollo de niños y jóvenes, además explicó que la educación y los valores que inculcan los padres, ni en las mejores universidades se puede aprender.

“Solo lo que aprendiste en la familia podes darlo después y por eso tenemos que apostar por la familia. Ahí uno aprende todo y eso luego lo compartes en la sociedad. Por eso si procuramos que la familia sea un verdadero hogar donde se vivan los valores de la honestidad, el trabajo, el sacrificio, será un mundo maravilloso”.

El poder de la fe

Alimentar la fe es muy importante para atravesar las adversidades del día a día. “Esto quiere decir que cuando abro los ojos a la mañanita debo decir: ‘Señor, esta jornada para ti, haz que busque tu voluntad’. Esa es una oración, es elevar mi corazón, mi alma al Creador y te aseguro que todo te irá mejor, en la familia, en el trabajo, en todo lo que puedas hacer en el día”, aconsejó.

Sostiene que solo desde la fe se pueden superar las tragedias y que ninguna fuerza humana puede brindar ese sostén. Explica que este sentir, esta seguridad, es un don de Dios. La fe, la esperanza, el amor, nos brinda el Creador para darle sentido a la vida.

“Solo a través de la oración y de una vida sacramental podemos ir superando todo tipo de problemas, pero tenemos que confiar que lo que pedimos a Dios nos dará en su tiempo, no en nuestro tiempo. A veces pedimos algo y queremos ya. El Señor nos va ir dando aquellas gracias que nosotros necesitamos para ir enfrentando la vida con alegría, esperanza“, añadió.

Su vida en Roma

Desde hace siete años la hermana Salvadora se desempeña como Consejera General de la Congregación de las hijas de la Misericordia en Roma. “Desde el 2015 ejerzo en Roma una misión muy especial, el capitulo general me eligió en el año 2015 como consejera general. Están los gobiernos provinciales, los gobiernos locales, y el general este está en Roma. Desde allí vamos animando toda la familia religiosa, está la madre general y sus cuatro consejeras y una de las consejeras soy yo”, explicó.

Salvadora vive allí desde el año 2015 y ahora debe ejercer hasta el 2027, ya que fue electa para dos periodos, y señala que en Roma llegan todas las dificultades de todos los países donde están las hijas de la Misericordia: “nosotras como gobierno general tenemos que dar respuesta, animar a las hermanas, ver las situaciones y así sucesivamente”.

También contó que además de su misión como consejera, trabajó con las prostitutas y que aprendió mucho de ellas. “Me tocó muy profundamente cuando comencé este trabajo con ellas. Participé de un equipo de personas compuesto por un obispo, una laica consagrada, dos religiosas y también una hermana de mi congregación. Nos íbamoas a las 11, 12 de la noche por las calles de Roma con un frío bajo 0. Las saludábamos y hablábamos con ellas, muchas nos abrieron su corazón y solo les puedo decir que no podemos juzgar a nadie”, reflexionó.

“El único que puede juzgar es el señor Jesús, porque el corazón de estas prostitutas con quien yo trabajé quizás son más puro que el mio, que mucho de nosotros que le apuntamos con el dedo. Jesus también nos dice que las prostitutas le precederán al reino de los cielos, porque son ellas quienes a veces creen más en la palabra del Señor que nosotros que estamos allí”.

Superar las crisis

La carrera de la Hermana no siempre fue recta y cómoda, también tuvo momentos de incertidumbre donde se preguntó si había hecho la elección correcta para su vida, y fue ahí donde su madre y su fe le despejaron las dudas. Explicó que un momento de crisis lo puede tener cualquiera, pero es ahí donde uno tiene que apostar nuevamente a perseverar.

“Eso es un poco lo que nos falta, por que nos falta ese espíritu de sacrificio, entrega, abnegación, por eso fracasan muchos matrimonios, sacerdotes, religiosas, por que cuando vienen las crisis es el momento para optar de nuevo por el Señor, por el matrimonio, por los hijos”.

Y finaliza: “El mundo te ofrece todo fácil hoy. Aparentemente tenés todo con un clic tenes todo, pero no es así, no hay un clic automático para la santidad, esta la vamos construyendo cada día con pequeños gestos, con pequeñas acciones. Para eso Dios nos llama, para un día compartir con él la vida eterna, que ya comenzamos aquí con nuestras pequeñas acciones de amor hacia el prójimo”.

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