Cada vez son más las prácticas y corrientes de pensamientos enfocados a la búsqueda de plenitud integral. Por ejemplo el “mindfullness” está enfocado en la mente, el “fitness” en el cuerpo, pero ¿escuchaste hablar alguna vez del “wellness”?
Este concepto nació en Estados Unidos en los años 50 y podría traducirse como “bienestar”, ya que se trata de incorporar una serie de acciones y decisiones para alcanzar una vida más saludable, plena y equilibrada no solo a nivel físico, sino también mental, emocional y espiritual.
El Instituto Nacional de Wellness de EE.UU. explica que existen seis aspectos interrelacionados para alcanzar este estado de bienestar general. En primer lugar está el físico: es importante saber escuchar a nuestro cuerpo y sus necesidades. Realizar actividad física, tener una buena alimentación, no tener hábitos dañinos y realizarse chequeos médicos de manera periódica.
Nuestra actividad laboral también es importante. Realizar una actividad que nos brinde satisfacción y vaya acorde a nuestros valores e intereses personales. También buscar el constante desarrollo de nuestras aptitudes.
A nivel social, el wellness señala que una persona debe ser activa y contribuir al bienestar de la comunidad y el medio ambiente. La solidaridad con los demás y el medio que nos rodea es muy importante para el bienestar individual.
Otra arista de la actividad física es la intelectual. Estimular a nuestro cerebro, aprender, resolver problemas y crear, es clave para el bienestar. Hacer siempre lo mismo sin recibir otros estímulos no es lo mejor para alcanzar la plenitud, necesitamos los desafíos.
Cuando hablamos de bienestar espiritual se trata de cada persona pueda identificar un propósito y significado a su existencia, el lugar que ocupamos en el mundo. Esto llevará a adquirir un sentido de trascendencia.
Debemos tener la capacidad de reconocer y aceptar nuestras emociones. Saber gestionar las emociones negativas como la frustración o el estrés y ser empáticos con uno mismo. Cuando aprendemos a tratarnos bien, también lo hacemos con los demás.
¿Cuáles son los beneficios?
Al alcanzar el equilibrio general vivimos más relajados y optimistas, realizamos todas nuestras actividades de forma más eficiente y nos relacionamos mejor con los demás. Este método favorece la producción de ideas y soluciones creativas, en síntesis, vivimos una vida más plena y saludable.
¿Cómo lo prácticas?
Empezá cambiando pequeños hábitos y que estos sean continuos y estables. Mejorar la alimentación, realizar actividad física, darnos tiempos para descansar y relajar la mente, empezar una actividad que siempre quisimos hacer pero a la que hasta ahora no le dedicamos tiempo, son solo algunos cambios. Cada persona identificará cómo aplicar este método a su día a día, acorde a sus gustos y necesidades, pero lo más importante, es ese bienestar integral y hacer lo necesario para alcanzarlo.