Una mujer paraguaya que hizo historia. Luego de 30 años de no actuar, hizo su debut en la pantalla grande como “Chela” en la exitosa película “Las Herederas”, protagónico que le valió alzarse con el Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín (2018), más conocido como Berlinale.
Por: Natalia Delgado
Ana Patricia Abente Brun abrió la tercera temporada de Poderosas con Marilé Unger, por las pantallas de GEN - Nación Media todos los viernes a las 21:00, y allí rememoró cómo fue la travesía para llegar a ese papel protagónico y la importancia de nunca dejar de creer en los sueños.
Un día recibió la inesperada llamada de su primo Carlos, contándole que había leído el guión de Las Herederas y que estaba convencido de que ese papel era para ella: “Leí el libreto de Martinessi y quiero que vos lo hagas, porque es para vos”. A lo que Ana agrega: “pero Carlos, hace 30 años que no hago nada, y me respondió: quiero que lo hagas vos. Y un poco así forzada, me fui al casting con la seguridad de que no me iban a elegir, pero me equivoqué y ahí empezó todo”, recuerda.
“Todo comenzó tranquilo, no había leído bien de qué se trataba la película, mientras que no entendía muy bien seguía siendo Patricia Abente, después empecé a darme cuenta cómo venía la mano y dije: bueno, es un tema que puede crear conflicto, yo no tengo ningún problema, pero tengo clientes, tengo hijos, tengo nietos, pensé: por ahí a alguno no le gusta. De todas maneras a mí no me importaba, soy una persona que siempre fue muy independiente y siempre hice lo que pensaba que había que hacer”, explica.
Y continúa: “Me pude haber equivocado mil veces pero lo hice con ganas y porque quería. Entonces le dije al director: me parece que no voy hacer la película. Me dijo: ¿Cómo no vas a hacer la película? ¡No podes dejarla! Te voy a pedir un favor: me voy a cambiar de nombre, le contesté. ¿Y como te querés llamar? me preguntó Martinessi. Pensé un poco y dije: voy a llamarme Ana, y Brun que es el apellido de mi mamá. Ahí surgió Ana Brun, con la idea de que nadie me iba a reconocer”.
El casting
Ana recordó durante la entrevista con mucho cariño y gratitud a su primo, Carlos Alejandro González, quien ya falleció, destacando que si no hubiera sido por él no habría llegado tan lejos. También contó que todos lo llamaban “Patapila” y remarcó que fue una persona muy querida, un profesor, un “maestro de toda la generación nueva”.
Cuando él la llamó para hablarle e insistirle sobre el casting, ellos no se comunicaban muy seguido porque él vivía en Estados Unidos. “‘Yo le decía a Carlitos, hace 30 años que no hago nada, qué es lo que voy a ir a hacer. Te pido por favor que te vayas este sábado, me dijo. Casi no me voy, pero al final me fui por Carlitos, para darle el gusto a él”, confesó.
“Ese casting fue un sábado a la mañana, voy llegando y estaban otras actrices, todas con un papel practicando. Yo no sabía cuál y les pregunté si había que hacer algo. Sí, había que traer una historia de amor, me respondieron. Yo no había preparado nada, entonces cuando me siento le digo a Marcelo: ‘Vine porque me llamaron, pero no traje nada preparado. Si hay que hablar de algo y de una historia de amor ¿quién no tiene una historia de amor? Y conté la mía, pero por supuesto le puse sal, pimienta, locote, perejil, con todo. Y bueno por lo visto le gustó”, detalla.
Ana enfatiza en que todos los acontecimientos se fueron dando de forma continua y fluida, que ella llevaba años dedicándose a ser abogada, madre, abuela, amiga, y que durante esos tiempos la posibilidad de volver a actuar se había pausado. No era algo que la desesperara, estaba tranquila, y que de igual manera ella seguía actuando puertas adentro, jugando con sus nietos, hasta que le llegó la propuesta y aprovechó la oportunidad de volver a una de sus pasiones.
Los reconocimientos que llegaron
Cada vez que Ana ve la repetición de la velada en la Berlinale se emociona, porque su trayectoria es un sueño cumplido. “Comprenderás que a mi edad yo no esperaba ganar más nada. Cuando gané el Oso de plata fue algo tan inesperado, no pude más que llorar. Me emocioné. Fue algo que jamás me imaginé”.
Por eso la actriz reflexiona sobre la edad y los anhelos, que es algo muy común que los jóvenes arrinconen a las personas de edad, y que ellos también tienen derecho a tener proyectos, sueños, vivir una vida plena y felices. “¿A vos no te parece que uno no tiene derecho a soñar? Porque yo creo que cualquiera tiene derecho a soñar. Vos mañana te levantás y de repente todo cambia, como me pasó a mí”.
El premio en Berlín se lo dedicó a su madre porque al momento que la llamaron, la primera imagen que se le vino a la mente fue la de ella. Su mamá fue la persona que le inculcó el amor al arte, a la poesía, a la literatura, quien ayudó en su formación como profesional, como actriz y como persona.
También resaltó que si no fuera por sus padres, quienes la llevaban a diferentes eventos, no sería una actriz tan versátil como lo es hoy en día. “En gran medida se debe a mis padres, que me llevaban a todas esas cosas y me hicieron formar el gusto”, resaltó.
El arte y la educación
Ana también reflexionó sobre la falta de oportunidades y la importancia de estimular a los más jóvenes.. ”Este país está lleno de talentos, esos chiquilines que de repente ves en la calle, que están jugando, haciendo malabarismos con unas naranjas, yo me paro siempre y les digo: te felicito. Porque uno tiene que mostrar, eso es talento y lo desperdiciamos muchas veces, no lo aprovechamos”.
Y finaliza: “El arte es importantísimo. No puedo hablar de porcentajes, pero todo es arte en la vida. Nosotros descuidamos el aspecto más importante para el desarrollo de los chicos, yo digo que nuestra generación y la tuya ya está perdida, pero porque no nos formaron. Si nosotros formamos a un niño para que tenga cultura, arte, que pinte, que diseñe, que dibuje, que sepa expresar sus emociones, que escriba; será una persona que hable, piense y razone, que bien puede llevar el país adelante. Será una persona que va a saber ejercer mejor su libertad”.
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