Nuestro bienestar depende de múltiples factores, no sólo cuenta que un médico nos diga que ‘todo está bien’, debemos tener tiempo libre, descansar adecuadamente, mimarnos, y por sobre todo, entender lo que el cuerpo nos pide.
El concepto de alimentación intuitiva viene por ahí. Es aprender a escuchar a nuestro cuerpo, entender sus necesidades y, por sobre todo, construir una relación saludable con la comida. Más que un plan o un régimen. es una filosofía, y como tal, depende de nosotros que nos favorezca.
Fue propuesto en 1995 por dos nutricionistas norteamericanos y nada tiene que ver con dietas. No hay restricciones, ni alimentos prohibidos. Su enfoque está orientado al autoconocimiento, basándose en el ‘hambre real’ y sanando la relación con la comida. Es comer para vivir, no vivir para comer.
La intención del plan no apunta a bajar de peso ni buscar llegar a los parámetros establecidos, pero si a estar saludables. Varias universidades en Estados Unidos e Inglaterra realizaron estudios sobre esto. Por ejemplo, según la Universidad de Cambridge, alimentarse intuitivamente ayuda a mantener el peso, pero no hay casi evidencias de que ayude al descenso. Sumado a esto, la Universidad de Minessota demostró que hay una mejora en la salud mental.
Como se trata de alimentarse acorde a lo que se siente que el cuerpo pide, si no se hace con el acompañamiento de un profesional puede ser contraproducente. Los bajones emocionales pueden llevar a la persona a consolarse con la comida, cayendo en la elección de alimentos super procesados.
Además, otro punto importante es saber reconocer el ‘hambre real’. Comer lo que se tenga ganas, eligiendo alimentos saludables y evitando ultraprocesados. Como este proceso no es sencillo, si una persona quiere adentrarse es fundamental que sea acompañada de un especialista.
Un nutricionista idóneo en el tema podrá brindar los consejos y el seguimiento preciso, teniendo en cuenta la rutina, los gustos y la vida social de su paciente. Realizar algún tipo de terapia si es que la persona tiene hábitos no muy saludables relacionados a la comida también es recomendado, así como la actividad física.