Si bien, hace tiempo se vienen erradicando los viejos conceptos de llegar al verano y las dietas milagrosas, algunas cuestiones quedan sueltas al momento de hacer un cambio físico. El término “dieta” se sigue relacionando con un determinado modo de comer y eso puede acarrear ideas erróneas.
Por: Natalia Delgado
Los especialistas vienen encarando de manera distinta los tratamientos que le dan a cada paciente. Ya sea por las metas que cada uno tiene o por cuestiones de salud, hoy en día se enfatiza en una educación alimenticia más que en un “ABC” de qué comer y qué no. ¿Sabes por qué no es bueno hacer dieta?
Durante décadas el sistema fomentó ideas de cómo deben ser nuestros cuerpos, cómo debemos lucir nuestra ropa y cómo se tienen que ver nuestra figura en biquini. Casi de la mano, esta tendencia fue acompañada por planes alimenticios difíciles de sostener en el tiempo, de resultados rápidos y sin tener en cuenta que cada persona es diferente y también sus necesidades.
“Lo que las dietas muy estrictas suelen hacer es privarte de ciertos nutrientes, y más que nada calorías. Se baja rápido por que le haces un déficit calórico al cuerpo y no le das lo suficiente que necesita para funcionar”, explica la Licenciada en Nutrición, Elena Araujo.
Al suprimir grupos alimenticios o privarte de ciertos “gustitos”, estos planes terminan siendo difíciles de sostener en el tiempo. La persona ve los resultados a corto plazo y quiere volver a los viejos hábitos. Otro problema que se desencadena es el aumento de cortisol, la hormona de estrés. El sólo pensar que no podemos comer algo que nos gusta nos estresa, y esto aumenta el deseo, que termina quebrantando nuestra voluntad.
“Lo que pasa cuando dejas esa dieta estricta es que el cuerpo dice: ‘esta es mi oportunidad voy a guardar todo lo que puedo, como grasa porque no sé cuándo esta persona va dejar de darme de comer’ y es ahí donde se produce el efecto rebote”, agrega la Licenciada.
El efecto rebote se da cuando comemos igual o más calorías que antes, terminamos subiendo lo mismo o más del peso que bajamos durante esas semanas que nos privamos de muchos alimentos. Esto impacta no solo en nuestro físico, también en nuestro estado de ánimo.
Si querés realizar un cambio de verdad, la recomendación es ir a un especialista, analizar cuáles son tus objetivos, tu estilo de vida y, principalmente, tu estado de salud. Hay que entender que cada cuerpo es diferente y la prioridad siempre será estar saludables.