Desde que se inició la pandemia dos tendencias globales crecieron exponencialmente: la tecnología digital y la necesidad de proteger más al medioambiente. Sin embargo, ¿sabías que cada vez que usamos la computadora para trabajar o el celular para comunicarnos, estamos contaminando?
El internet se basa en infraestructura física, no lo vemos, pero se trata de una red de cables, centros de datos y servicios que lo respaldan. Por eso, cuando nos conectamos a una red estamos contaminando sin darnos cuenta.
¿Cómo? Porque las acciones digitales que realizamos emiten gases de efecto invernadero. Actualmente este sector es el responsable del 4% de emisión mundial de CO2 y se estima que para el 2025 se duplique.
¿Qué podemos hacer para no contaminar? Realmente la solución no está en desconectarnos de la red, sino en que las grandes compañías utilicen energía renovable. A contra parte, hay acciones que podemos realizar para contrarrestar el efecto invernadero.
1. Extender la vida útil de nuestros equipos informáticos. Con los avances tecnológicos nos acostumbramos a cambiar de equipos tan seguido como ofertas salen al mercado. Es más fácil desecharlos por viejos o averiados que intentar arreglarlos. Al momento de comprar un equipo nuevo, hay que tener en cuenta que el 90% de las emisiones de gas de efecto invernadero se produce durante su fabricación.
2. Limitar el almacenamiento en línea. Antes de guardar tus archivos en la nube, considera invertir en un disco duro externo. Los documentos en línea consumen el doble de energía que cuando los guardamos directamente en el ordenador, esto se debe a que se impone un viaje de ida y vuelta entre la terminal de usuario y los servidores.
3. Eliminar la ‘basura digital’. Realizar una limpieza diaria eliminando tus correos electrónicos leídos, mensajes de texto, fotos, videos y todos aquellos archivos que ya no necesites. Incluso, hay aplicaciones que podes instalar en tus dispositivos para que realicen esta acción automáticamente.
4. Priorizar la utilización de wifi sobre 4G. El 4G utiliza 23 veces más energía que una conexión wifi.