A mediados de la última década del siglo pasado, un hombre llevó a toda una liga deportiva a otro nivel en cuanto a exposición, interés y rentabilidad de negocio. Ese mismo hombre se convirtió en la principal referencia deportiva de esos años y su imagen traspasó los límites de la cancha para convertirse en un ícono pop. De Wilmington, Carolina del Norte, el número 23: Michael Jordan.
Texto: Luis Ríos Florentín
@nosoyunvampire
Su reinado inició en 1984 y se extendió hasta 1998. Así lo retrata The Last Dance, una serie documental centrada en la temporada 1997 y 1998 de los Chicago Bulls —la que sería la última de Michael Jordan en esa franquicia—, pero que además relata los inicios de la estrella del básquetbol en la secundaria y la universidad, así como su llegada a los Bulls y la formación de ese equipo con el que consiguió dos tricampeonatos.
MJ es —hasta ahora— el mejor jugador de básquetbol de la historia. Pero además es una de las figuras más comercializadas del deporte. Ha sido la imagen principal de marcas como Nike, Coca-Cola, Chevrolet, Gatorade, Hanes, McDonald's, Ball Park Franks, Rayovac y MCI.
Nike creó un tipo de zapatos deportivos exclusivamente para él, las Air Jordan. Uno de los anuncios más populares tiene al cineasta Spike Lee haciendo de Mars Blackmon e intentando encontrar la fuente de las habilidades de Jordan, quedándose convencido de que debe de ser debido a los “championes”.
Además, participó en videoclips de Michael Jackson y Warner lo puso al lado de Bugs Bunny y los Looney Tunes en la película Space Jam, donde jugaba un partido contra los Monstars. Es que Jordan es un personaje fantástico, un héroe de carne y hueso, no de cómic. Todo esto convierte a The Last Dance en una experiencia maravillosa.
Pero el documental también muestra la otra cara del 23. La publicidad y los medios lo convirtieron en un ejemplo para la sociedad, algo que él mismo rechazaba porque “nunca es suficiente para todos”.
Maltratos a sus compañeros de equipo, supuestos problemas con las apuestas; hasta se llegó a especular que el asesinato de su padre estuvo vinculado a sus deudas de juego. Porque al final del partido, era humano como todos nosotros.
En ese universo de héroe que forjó a lo largo de su carrera, su “entourage” estaba encabezado por su papá, James Jordan, así como por sus asistentes y entrenadores personales. A la hora de combatir el mal, tenía aliados incondicionales, en entre ellos a Scottie Pippen, su compañero en todos los campeonatos. En la primera parte de la saga aparecen Bill Cartwright, BJ Armstrong, John Paxson y el mismo Grant como parte de su “liga de la justicia”. Un sensei guía como Phil Jackson y por supuesto, un villano o antagonista; Isiah Thomas y su pandilla conocida como los “Bad Boys” de Detroit.
"Antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), Rod Thorn (exentrenador de los Bulls que comandó a la selección de Estados Unidos) me llamó para decir que le encantaría tenerme en el Dream Team. Pregunté quién jugaría y me dijo 'el tipo del que hablas o en el que piensas, no quiere jugar'", indica Jordan en el documental.
“No sé qué sucedió en ese proceso. Pude ser llamado, pero no lo fui”, dice Thomas sobre el hecho. Lo cierto es que ese combinado pasó a la historia como el “Dream Team”, ganando la medalla de oro sin mayores complicaciones. Era la primera vez que la FIBA permitía a Estados Unidos alinear a jugadores de la NBA.
El héroe se cansa de ser héroe y se va a buscar una vida normal. En este caso jugando baseball luego del asesinato de su padre. Los compañeros intentan defender al mundo en su ausencia, pero no lo consiguen.
Una estrella inigualable
El héroe vuelve para la secuela, pero esta vez el villano estaba en su propio equipo. Jerry Krause, el mismo hombre que se había encargado de construir ese equipo (la mejor materialización del pingüino de Danny DeVito), era el mismo a quien MJ combatía en la segunda entrega de esta saga que culmina con otro tricampeonato, pero con el héroe definitivamente retirado y su escuadrón dividido.
Pasaron más de 20 años de ese final y ahora Netflix revive al universo Jordan para las nuevas generaciones y los viejos fans nostálgicos.
David Stern, ex comisionado de la NBA, cuenta que a principios de los 90, la transmisión de la liga llegaba a 90 países en todo el mundo y casi 30 años después ya superaba la lista de 200. Esto se debe al influencer más grande que tuvo ese deporte.
Vinieron otros como Kobe Bryant (+) LeBron James o Stephen Curry, quienes marcaron —y marcan— época, pero ese despegue generado por Jordan no se repitió en la misma dimensión. Veremos cómo le va a LeBron con Space Jam 2.