Peta Rüger es un comunicador que no se resistió a cocinar y encontró el camino para dedicarse de lleno a conquistar estómagos. En tiempos en que la cocina se ha posicionado como un gran refugio, el cocinero comparte los detalles de la dinámica gastronómica en su hogar. Porque sí, nuestra atención está en qué comer para medir las horas.
Producción: Juan Ángel Monzón
Peta Rüger (42) es el primer cocinero youtuber de Paraguay, pero antes de que pudiera dedicarse a esta actividad completamente, trabajaba en el rubro de la publicidad (es Licenciado en Ciencias de la Comunicación) y entre la transición de lo uno a lo otro, algunas cosas no le salieron como esperaba.
Por eso, cuando nos dice que su aprendizaje de vida es “perseverancia y constancia, que en la vida no hay atajos”, el hilo conductor en su historia lo confirma. La cocina lo acompaña desde la adolescencia, cuando comenzó como “una manera de supervivencia”, porque debió aprender a cocinar para comer hasta cuando consiguió su primer trabajo remunerado: uno de medio tiempo en la pizzería de un shopping, cuando todavía estaba en el último año del colegio.
Ya como profesional y desde la publicidad, trabajó en un hotel y se cruzó con cocineros que le inspiraron aun más. De ahí dio el salto de fe, cambiar al rubro gastronómico. Se animó a trabajar en Victorino, el restaurante del jugador Víctor Pecci, que luego de unos años debió cerrar. Durante el último período ahí, e impulsado por un amigo, comenzó a hacer videos en YouTube, sin embargo, lo que para Peta era una oportunidad de visibilizar el restaurante en ese momento, se convirtió en lo que sería su futuro laboral, al cual hoy se dedica plenamente.
El año pasado participó de un reality show de cocina, de lo cual nos dice: “la ironía fue que justo me eliminé con vori vori y chipa guasú pero luego cociné en Europa en dos noches paraguayas y fue lo que más gustó a la gente”. Es que poco después de su eliminación, viajó con otros cocineros paraguayos e hicieron dos noches paraguayas —una en La Coruña y otra en Praga— para compatriotas y extranjeros.
“Fue muy difícil cocinar en Masterchef, sin embargo, también estuvo muy bueno porque más allá del alcance que tienen las redes sociales, hay mucha gente que no las tiene. Me pasó algo muy particular sobre eso: antes no me saludaban en la calle y después, en cualquier punto del país, me pasaba eso y con los niños”, relata.
En casa 24/7
La cuarentena en la casa de Peta empezó desde que se suspendieron las clases, aproximadamente el 17 de marzo. Él ya trabajaba desde casa, pero lo fuera de lo común es que toda la familia —conformada por su esposa Cecilia Baccino y sus hijos Julia y Tomás— también estuviera allí. “Que estuvieran en casa conmigo, cuando normalmente estoy yo solo, cocinando, creando, sacando fotos, haciendo videos. Desde entonces hasta ahora estuvimos todos amontonados en familia”, menciona entre risas.
La cuarentena cambió nuestras vidas de maneras que no imaginábamos. Para Peta y su familia no fue diferente, aunque juntos asumieron la transición con tranquilidad. “La otra vez vino mi hijo y me dijo ‘papá, papá, hay un virus mortal que anda matando gente y que por eso no podemos salir’. La verdad es que los chicos lo entienden a su forma, y no hay otra de explicárselos que sea más leve que eso”, confiesa.
En su casa no se trata de que ahora cocinen más, sino de que él cocina más. “Ellos, cuando están interesados cocinan —sus hijos—, porque también quieren jugar, estar ahí haciendo sus cosas, ver la tele, YouTube. Eso sí, cuando me ven que estoy grabando un video ya vienen “papá, ¿puedo grabar con vos?”. Y se enganchan conmigo haciendo un video”, explica sobre las ventajas de trabajar gracias a la tecnología.
La masiva migración culinaria
Muchas personas se volcaron a la cocina por necesidad en estos meses. No se podía salir a comer y el delivery tenía limitaciones de zonas. Se pensaba en el ahorro. “Durante la cuarentena lo que más se extrañó, sin lugar a duda, fue la comida comprada. Comías una empanada en cualquier lugar y ahora tenías antojo, y te la tenías que hacer. Entonces, la gente tuvo más tiempo. Por ejemplo, mis vistas de YouTube se duplicaron, porque la gente también empezó a ver muchísimos videos de cocina”, comenta.
¿Los beneficios de cocinar en casa? “Sin lugar a duda son: economía y calidad. Porque uno compra al mejor precio los mejores ingredientes. Ahí hay un beneficio para el bolsillo y para el estómago”.
En su patio, Peta se dedica al cultivo de finas hierbas: orégano, tomillo y romero están en su huertita. “El gran dilema del cocinero es la trazabilidad de los alimentos, saber de dónde vienen por un principio básico: con mejores ingredientes se cocina mejor. Aparte si vos sabés y te comunicás con el productor, él te puede decir ‘este locote lo traje de tal lugar, lo cuidé de tal forma’, y tiene ese valor agregado, el de saber de dónde viene la comida al igual que tener tu propia huerta”.
Organización en casa
Las compras de la cocina las hace Peta, desde hace años. “Mi esposa se encarga de la mayoría de los quehaceres, y de andar detrás de los chicos con las clases”. Su hija Julia sí se atrevió a darle una oportunidad a cocinar huevos revueltos. “De repente viene un día y le dice a su hermano ‘Toto, te voy a hacer huevos revueltos’. Él que es fanático de los huevos. Y ella los hizo en la sartén”.
Peta también destaca que desde que tuvieron hijos, su esposa tuvo que empezar a cocinar. Un poco de puré, bifes. “Conste que ella no come carne”, aclara. Y agrega: “Se anima a cocinar cualquier cosa. Es muy buena con las cosas dulces. Es muy buena con las tortas. Sabe hacer fondant. Normalmente cuando yo estoy trabajando o grabando, hay veces que al principio del día le digo ‘no cuenten conmigo’ y ella ya sabe que se tiene que encargar de la comida. Hace empanadas, tartas. Es muy creativa y es muy buena cocinando también”.
Para probar nuevos platos, Peta cuenta que crea a partir de los sabores. Primero ve qué ingredientes tiene y en base a eso, dónde cocinar: parrilla, sartén horno. Sí destaca algo primordial para el momento de cocinar. “Una cosa muy importante para la cocina es que hay que estar predispuesto, porque si uno entra sin ganas, y con una actitud de ‘voy a cocinar porque no me queda otra’, es difícil. Si no tenés ganas, no cocines”.
¿Su mejor momento de todo el proceso? “Para mí servir es el momento cumbre. Hay mucha gente que se queja y dice ‘me pasé el día trabajando para que coman en 15 segundos’. Si comen en 15 segundos, esa es la mayor gratificación que me pueden dar en la cocina. Si no sobra nada, soy feliz”.
Cocinar a cualquier edad
“Cada persona tiene que tener tres comidas al día, como mínimo. Si vos te cocinás con los mejores ingredientes, al mejor precio, cuidando tu salud, es fantástico. En realidad lo que tenemos que tener en cuenta en la vida es eso. No es que tenemos que hacer dieta, tenemos que tener hábitos alimenticios equilibrados. Si hoy al mediodía meto mucho carbohidratos, a la noche como bife con ensalada. Una vez que se incorpora eso, la vida va a ser mucho mejor”, reflexiona.
¿Qué le deja la cuarentena? “Aprendí a hacer delivery. Soy una persona muy ansiosa y la verdad es que no me gusta mucho esperar porque prefiero ir a buscar las cosas en vez de que me las traigan. Y también aprendí a hacer pan de masa madre”, destaca.
Y como reflexión final: “Sigan sus sueños, nunca paren, porque los sueños están para ser soñados. Perseverancia y constancia en la vida, porque en la vida no hay atajos. Para mí, mi mayor motivación es cuando me dicen ‘no, no se puede hacer’. Ahí es cuando más quiero hacer, así que muchísimas gracias a la gente que me sigue. Es un honor, un placer, poder hacer algo y que alguien lo vea. Y que haya gente que me siga para ver estas locuras que hago y las recetas que a mí me ayudan a solucionar la vida. Trato de compartir conocimiento y si esto le sirve a alguien soy extremadamente feliz”.