Como la piel es la principal barrera del cuerpo contra los ataques físicos y los microorganismos patógenos, el cuidado de la dermis es esencial para ayudar a mejorar nuestra inmunidad.
El sistema inmune es conocido como el defensor de nuestro cuerpo, por eso es importante aprender a cuidarlo desde todos los aspectos, incluso a través de la piel. Para lograrlo, es necesario aplicar una serie de hábitos alimenticios, de higiene y protección centrados en la salud de nuestra dermis.
Y es que la piel está compuesta por células, glándulas y vasos sanguíneos que trabajan a todas horas desempeñando las más variadas funciones: mantiene la humedad y temperatura corporal, absorbe el oxígeno y la provitamina D, elimina toxinas, almacena energía procedente de los nutrientes que se ingieren con los alimentos y protege de las radiaciones gracias a la pigmentación de la melanina.
Además, combate el desarrollo de gérmenes debido a su revestimiento ácido, impide que entren microorganismos dañinos a nuestro organismo y mientras nos defiende, también debe mantenerse sana. Es más, según los expertos si aplicamos una rutina de cuidado estaremos ayudando a prevenir trastornos que a veces no relacionamos con este órgano exterior.
¿Cómo mejorar la función protectora de la piel?
1. Alimentación. Las vitaminas y minerales de frutas, verduras y hortalizas son fundamentales para una buena conservación de la piel, así como las proteínas y grasas en la proporción adecuada. Una dieta variada y rica en alimentos frescos permite evitar un mal aspecto de la dermis y afectar la salud. También debes beber suficiente agua para una buena hidratación de la piel.
2. Higiene de la piel. Una ducha a una temperatura que no supere los 37-38 ºC o que alterne el agua caliente y la fría, estimula la circulación y ayuda a que la piel no tenga impedimentos a la hora de ejercer sus funciones. Luego de bañarte puedes aplicar una crema o aceite hidratante.
3. Evitar a los enemigos de la piel. Los grandes enemigos de la piel son el alcohol porque afecta al metabolismo, el tabaco y la exposición prolongada al sol.