Durante este mes se busca difundir esperanza a través de información certera para garantizar su prevención. La psicóloga, Laura Cáceres, nos enseña a identificar las señales y qué hacer al reconocerlas.
Por: Verónica Giménez
Septiembre se declaró como el Mes para la Prevención del Suicidio de manera a facilitar un debate abierto sobre la salud mental en diferentes espacios. Se anima a las personas que están contemplando la autolesión o se ven afectadas por él a que compartan sus historias y busquen ayuda profesional, ya que a menudo el suicidio es el resultado de una condición de salud mental no tratada.
“Las conductas suicidas generalmente ocurren en personas con depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar y dependencia al alcohol. Las personas que intentan suicidarse con frecuencia están tratando de alejarse de una situación de la vida que les parece imposible de manejar”, señala la psicóloga, Laura Cáceres, en conversación con la VOS.
Explica que muchos de los que intentan sacarse la vida están buscando alivio a sentimientos o pensamientos negativos porque se sienten avergonzados, culpables, víctimas y como una carga para los demás. Además, tienen sentimientos de rechazo, pérdida o soledad.
La decisión de autoeliminarse se desencadena debido a una situación o hecho que la persona ve como agobiante. Por ejemplo: el envejecimiento, la muerte de un ser querido, la dependencia a las drogas o alcohol, un trauma emocional, enfermedades físicas graves, el desempleo o los problemas financieros.
Los factores de riesgo en adolescentes abarcan el acceso a armas de fuego, influencia de algún miembro de la familia que se había suicidado, antecedentes de autoagresión deliberada, antecedentes de abandono o maltrato, vivir en comunidades en donde hubo brotes recientes de suicidio en personas jóvenes o ruptura sentimental.
“La mayoría de las personas que contemplan el suicidio ya fueron diagnosticadas con depresión, bipolaridad o algún otro trastorno psiquiátrico. Por consiguiente, pueden seguir teniendo síntomas, incluso cuando están recibiendo tratamiento. Generalmente ciertos síntomas o comportamientos pueden estar presentes, o bien, pueden empeorar antes de un intento de suicidio”, puntualiza.
¿Cuáles son las señales y qué hacer al identificarlas?
La especialista en salud mental indica que suelen presentar dificultad para concentrarse o pensar claramente, regalan sus pertenencias, hablan acerca de marcharse o de la necesidad de “dejar todos sus asuntos en orden” y mencionan que se sienten desesperados o culpables.
“También muestran un cambio repentino en el comportamiento, sobre todo calma después de un periodo de ansiedad, pérdida de interés en actividades que antes eran agradables, tienen comportamientos autodestructivos como tomar alcohol, consumir drogas ilícitas o hacerse cortaduras. Dificultad repentina en el desempeño escolar o laboral. Hablan acerca de la muerte o el suicidio, incluso declaran el deseo de hacerse daño”, detalla.
Además, muestran cambios inusuales en los hábitos de sueño o alimentación, distanciamiento de los amigos o falta de interés en hacer salidas a cualquier parte, con frecuencia hablan o escriben sobre morir o suicidarse, hacen comentarios acerca de ser desesperanzado, indefenso o inútil.
Otras expresiones que hacen saber es que no tienen razón de vivir ni sentido de propósito y dicen cosas como “sería mejor si no estuviera aquí”. Pero, ¿qué podríamos hacer si reconocemos algunas de estas señales en personas de nuestro entorno?
“Siempre preguntar a la persona que está en situación de riesgo suicida si ha pensado en la muerte y en el suicidio. Si la respuesta es afirmativa, evitar el acceso a cualquier método que pueda hacerle daño”, recomienda la profesional.
Y agrega: “Nunca dejarlo solos mientras persistan las ideas suicidas, avisar a las personas significativas para que lo ayuden a evitar el acto suicida y acercarlo a las fuentes de salud para recibir atención especializada”.
Algunos estudios demuestran que casi la mitad de las personas que pasaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo durante los tres primeros meses tras una crisis emocional, cuando todos creían que el peligro había pasado. Incluso, está comprobado que después de un intento de suicidio, en los seis primeros meses aumenta el riesgo de una recaída.
Otras investigaciones constatan que entre el 1 y 2% de las personas que intentan el suicidio lo logran durante el primer año después del intento y entre el 10 al 20% lo consumarán en el algún momento de sus vidas.
“Una crisis suicida dura horas, días, raramente semanas, por lo que es importante reconocerla para prevenirla. La familia y los amigos son un entorno de seguridad y confianza. Verse arropado por personas los ayuda a mantener la esperanza”, señala.
Y remarca: “No se debe restar importancia a un acto suicida y creer que la persona lo realiza para llamar la atención. Todos aquellos que hacen un intento de suicidio desean expresar que algo no va bien, que nos demos cuenta de que se sienten mal e incapaces de adaptarse a las exigencias que les pide la vida. El apoyo psicoterapéutico ayudará a encontrar y valorar las opciones adecuadas”.
Consejos para salir de los pensamientos negativos
La psicóloga sugiere poner en práctica estas recomendaciones en el momento que se manifiestan o se intuyen pensamientos suicidas, ya que suelen estar asociados a problemas que pueden resolverse.
1- Contar con un aliado: tener una persona en quien confiar y con quien pueda sincerarse, sobre todo en caso de volver a tener pensamientos suicidas. Esta persona puede ser un miembro de la familia o círculo de amistades. Es importante mantener informado a su aliado sobre sus pensamientos, deseos y sentimientos, ya que podrá ayudarlo en su recuperación y a prevenir otro intento.
2- Desarrollar una rutina: contar con una rutina que lo ayude a volver a ver la vida de una forma agradable y gratificante.
3- Dedicarse a aficiones y pasatiempos: esta es una buena manera de ayudar a enfrentar los momentos y situaciones difíciles. Es aún mejor si se comparte y practica con más personas. Es muy importante realizar actividades que en el pasado le resultaron satisfactorias y placenteras, porque si sus pensamientos negativos regresan, puede recurrir a ellas para sentirse cómodo.
4- Identificar la causa o comienzo de esos pensamientos: puede que sea una fecha, algún objeto, etc. Intente reducir el efecto de esos eventos o circunstancias a lo más mínimo y trate de evitarlos o responder ante ellos de una forma diferente.
5- Desechar todos los objetos que puedan resultar peligrosos: su aliado puede ayudarlo en esto y guardar estos objetos. Por ejemplo: Si está tomando medicamentos, quédese con los necesarios para pocos días y que la persona de su confianza guarde el resto.
¿Suicidio por contagio o imitación?
La imitación de la conducta suicida se puede dar cuando se informa a una persona de que alguien de su entorno, ya sean familiares, amigos o compañeros de trabajo consumaron el hecho o lo intentaron, según sostiene la profesional.
“Si la persona se encuentra en una situación difícil, ese suceso puede facilitar por imitación hacer el intento. Por otro lado, la manera en que los medios de comunicación tratan el suicidio puede favorecer un efecto contagio”, explica.
Y añade: “Si la información sobre el suicidio se da con muchos detalles, dar la noticia de forma sensacionalista o cuando el suicidio se aborda con admiración, es decir, valentía, romanticismo, entre otros, puede favorecer la aparición de conductas de imitación, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. Esto, sin embargo, no ocurre cuando se enfoca en sensibilizar y prevenir”.
Desde el 2003, el Día Mundial de la Prevención del Suicidio se celebra anualmente cada 10 de septiembre. Fue propuesto por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El tema de este año es Crear esperanza a través de la acción, de forma a reflejar la necesidad de una acción colectiva para abordar el suicidio como una de las prioridades de la salud pública.