El amor por el cine, las risas y la fe crearon a esta icónica dupla. Es tal el vínculo entre ambos que ya llevan más de tres décadas sorteando dificultades y potenciando el cariño que les une. ¿Son mejores amigos?
Por: Verónica Giménez
Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori son referentes de la industria cinematográfica paraguaya: juntos codirigieron varios proyectos audiovisuales con destaque nacional e internacional, tienen su propia productora y hasta montaron una escuela de actuación.
¿Cómo se inició todo? Se conocieron antes de los noventa gracias a sus hermanas, cuando él tenía alrededor de 16 años y ella 12. Ambos ya estaban involucrados en el arte de diferentes maneras, sin imaginar que serían la dupla perfecta.
El primer saludo no pudo predecir lo que el destino les tenía preparado, sin embargo, la admiración, las mismas pasiones, el humor y el arte fueron construyendo el afecto que hasta hoy prevalece: la amistad.
“Coincidimos en muchas cosas. Yo le miraba y admiraba. Le hablaba mucho de la actuación y el teatro, y él sobre edición. Fue mi gran formador y sigue siendo mi gran maestro porque así como le admiraba antes, le admiro ahora. Realmente es un genio”, expresa Tana en conversación con VOS.
Fue en los noventa cuando empezaron a trabajar juntos en una productora. Según nos cuenta Juanca, al principio Tana era un poco introvertida y sin muchos ánimos de opinar, ya que el machismo en el sector audiovisual estaba bastante instalado, pero Juanca al descubrir su talento y amor por el cine, la instó a romper barreras y a darse su lugar.
“Ella me proponía cosas que funcionaban muy bien, sus ideas eran fantásticas. Allí descubrí a otra Tana, de carácter avasallador. Eso me encantaba”, resalta. Por su parte, Tana confiesa que lo que le impactó de Juanca es su sencillez. “Veía su genialidad. Es una persona que no tiene reparo en enseñar a la gente, en mostrar cómo hizo”, destaca.
Juanca agrega: “Desde entonces nos hicimos mejores amigos. Fue maravilloso, conectamos y nos empezamos a poner metas. Nunca más nos soltamos”.
Entre el cine y la pasión por contar historias, surgió paralelamente una amistad, que les llevó a conocerse tal y como son, a ser parte de almuerzos y encuentros familiares, incluso a seguirse los pasos. Ambos son licenciados en Ciencias de la Comunicación y se acompañaron en varios talleres.
“También la fe nos unió mucho. Somos católicos y muy marianos. Tenemos una forma muy peculiar de ver, porque el mundo del arte y la cultura son muy amplios, sumamente libres y entonces podíamos hablar entre nosotros sobre un poco de religión y cine. Con Juanca creamos muy rápido, él me dice una cosa y yo le completo, por eso congeniamos muy bien”, profundiza Tana.
“Fue un milagro encontrarnos”
Tana estudió teatro y se recibió de declamadora, entonces tenía conocimientos en puesta de escena, mientras que Juanca encontraba su fuerte en relato, fotografía y campo técnico. “Yo creo que fue un milagro encontrarnos, porque no es fácil hacer cosas entre dos, pero logramos crear tan bien y rápido juntos”, remarca.
La confianza, honestidad y el valorar al otro son la base de su amistad, señala Juanca y también admite estar sorprendido por cómo logran esa sinergia tan única en el ámbito laboral. “Cuando dirigimos nos dividimos las tareas, yo estoy más por el relato y Tana en la parte actoral. De repente ella viene y me dice algo técnico que me parece brillante, y yo también voy y aporto cosas a su puesta. Nunca se pierde la admiración que nos tenemos”, reflexiona.
Y ante la pregunta de si se pelean, Juanca responde entre risas un contundente sí, pero aclara que nunca lo hacen frente a otras personas. El respeto que se tienen supera cualquier mala situación o diferencias, y la regla básica es conversar hasta llegar a un acuerdo y ser una misma voz.
“Juanca no tiene ego en absoluto, es feliz haciendo y no le importa mucho los créditos, eso le hace tan maravilloso”, enfatiza Tana y afirma que son mejores amigos, y como tales se acompañan en cada paso de la vida, sean estos buenos o malos momentos.
Maneglia – Schémbori
La pasión por el mundo audiovisual unió a Juanca y Tana hace más de 30 años, y desde entonces marcaron un antes y después en la historia del cine nacional.
A pesar de innumerables batallas, caídas y golpes, la dupla consiguió salir adelante y cosechar muchos éxitos que les hizo convertirse en referentes de la industria cinematográfica paraguaya. “Crecer implica equivocarse, nosotros nos golpeamos muchísimas veces”, reconoce Juanca.
Y continúa: “Llegamos a entrar en proyectos donde teníamos bastante miedo, por ejemplo, cuando hicimos González vs. Bonetti en el 2005 iniciamos con el entusiasmo de ‘vamos a meterle’, después nos dimos cuenta que teníamos que generar una ficción, donde todo estaba a nuestro cargo, desde el guión hasta la posproducción. Vivíamos para eso y eramos muy felices, pero con mucha responsabilidad”.
Juntos codirigieron cortometrajes, series de televisión y las dos películas más taquilleras de nuestro cine: 7 Cajas y Los buscadores. Construyeron su propia productora Maneglia – Schémbori Realizaciones y crearon una escuela para actores denominada Taller Integral de Actuación, más conocida como TIA.
Si creemos que trabajar con amigos no es posible, Tana y Juanca rompen dicho paradigma, ya que confirman que sí se puede mantener un ambiente laboral saludable siempre y cuando haya respeto, diálogo y renuncia.
“Nos tenemos el mismo respeto y ganas de crecer. Nunca tuvimos un problema como tal porque también esto implica renunciar a nuestro egos, y nosotros tenemos muy claro eso”, refiere Tana.
“Una cosa que aprendimos es que hay que escuchar al otro. Nos sostenemos mutuamente, de repente uno de los dos se desanima y el otro le da fuerzas. Hacemos que cada uno crea en sus capacidades”, indica Juanca.
Tana dice que jamás se hubiera imaginado que serían un “dúo dinámico” y mucho menos que iban a vivir todo lo que vivieron hasta hoy, así como penurias también unas victorias inigualables que solo pueden darse cuando dos personas se estiman y valoran.
“Siempre digo y voy a sostener que si yo no dirijo con Juanca no sé si voy a seguir haciendo cine, porque creo que hago cine porque me refugio en él. Es una persona que me da mucha seguridad y me apoyó muchísimo en mi crecimiento en el teatro”, expresa.
Y Juanca añade: “Empezamos a hacer proyectos tras proyectos y a tener el sueño de hacer ficción, de hacer una película, que con el tiempo todo se fue dando”.
“Reírnos nos salvó siempre”
Él describe a Tana como una persona con honestidad a prueba de bala y con un sentido del humor maravilloso, y ella define a Juanca como su otra mitad y una de las personas más importantes de su vida.
“Reírnos nos salvó siempre y obviamente eso ayudó a sortear nuestras dificultades y mantener una buena energía ante todo, especialmente al momento de trabajar. Tana es mi par, y es muy raro, de repente tengo la capacidad de crear cosas pero su mirada hace que yo entienda dónde estoy parado”, explica Juanca.
Tanto tiempo juntos les permitió compartir varias anécdotas y según nos cuentan tienen una más graciosa que otra. La dinámica del dúo no solo se basa en el cine, también en las risas.
“Cuando viajamos a Nueva York hacía frío y era época de nieve. Nos estábamos yendo tarde a un taller del cine donde estábamos estudiando. Como teníamos que entrar a la clase nos apuramos mucho y Tana se cae y tenía un feroz tapado, yo le quería levantar, pero teníamos ataque de risa que no podía y el tapado no más podía agarrar. Demasiado ya nos reímos. Como yo no tenía fuerza suficiente, le acompañé también en el suelo. La escena fue tan simpática que parecíamos dos locos”, rememoró Juanca aún riéndose de aquel momento.
A este recuerdo, Tana le da una respuesta bastante jocosa y comenta que Juanca tiene un problema con el baño, que le da de los nervios. Entonces, cada que están en un momento importante, él tiene ganas de ir y eso sucedió en Francia, aunque confiesa que situaciones graciosas de baño tienen miles.
“Cuando se pone muy nervioso se va al baño no importa si el momento es de lo más clave, él busca el baño. Una vez nos fuimos a Francia y él demasiado se quería ir al baño, estamos en el subway y, no sé qué pasa con Francia pero o no hay baños o son muy chiquitos. Lo que sí encontramos uno que se abría con una moneda, y Juanca me decía ‘ya no puedo más, me estoy por desmayar’, encima hacía súper frío. Medio yo entendía el idioma y le leí que decía que se abría cada 5 minutos igual si estabas dentro. Juanca se moría del miedo que se abra, pero empezó a reírse y cuando llegó mi turno no pude hacer nada porque comimos todo el tiempo”, relata entre risas.
Tana también recuerda que cuando conoció a quien hoy es su esposo, José, le presentó a Juanca para que le dé su punto de vista y le diga si está o no aprobado, ya que su opinión era fundamental para ella. “A ese punto llega nuestra hermandad”, sostiene. Posteriormente, su mejor amigo fue el padrino de bodas.
Más aventuras juntos
Actualmente se encuentran trabajando para la serie Marilina, y a su vez están desarrollando su tercer largometraje y otra serie que corresponde a una plataforma aún secreta. “Queremos seguir haciendo ficción, produciendo y llegar a la gente, sin importar dónde, en qué plataforma o por qué premios. Nosotros queremos hacer cosas que identifique a la gente, que genere continuidad y potencie el talento paraguayo”, concluye Juanca.